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MANUEL RAMOS, LA ROSA DE ASCALÓN
DOS MUNDOS, DOS TIEMPOS, DOS VIDAS
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
“¿Qué harías si pudieras cerrar los ojos y revivir una vida pasada?”, así nos invita a la lectura de la novela La rosa de Ascalón su autor, Manuel Ramos, y la editorial que la ha publicado, dirigida por el mismo, Colibrí Ediciones, de hermoso nombre, y que ya empieza a tener en su catálogo, aún exiguo, interesantes obras. Es más, en la misma portada del libro, leemos: “¿Te atreverías a viajar al pasado?”.
Este mítico deseo, imposible físicamente, aunque todo se andará, tal vez, es lo que le ocurre al protagonista, Samuel, joven universitario. Tras sufrir un terrible accidente, que le tuvo casi dos años en coma, sufre una serie de visiones en las que viaja a la Edad Media -siglos XI-XII- donde un niño de la nobleza, Álvar Núñez, le acercará a la realidad de la vida en un tiempo “de guerras, pactos y traiciones”, como dicen en la publicidad de la obra.
Esta novela, en cierto modo histórica, por lo indicado, nos llevará a dos mundos bien distintos, el medieval, lleno de crueldades y también de amor y solidaridad, y el actual, el del siglo XXI, con sus achaques asimismo y donde el amor alcanza, cómo no, su decadencia y su esplendor. Nada nuevo bajo el sol, el ser humano es lo que tiene, antes y ahora, cambian las formas de maldad y de bondad, los modales del amor y de la sociedad, pero en esencia es lo mismo.
Manuel Ramos (Sevilla, 1974) es escritor de novelas, director y guionista de seis cortometrajes, algunos premiados. Ha publicado cuatro libros de enfoques y estilos tan diferentes como la novela histórica, el cuento, el microrrelato o la novela flamenca (La séptima cuerda). Con La rosa de Ascalón llegará a un público amplio, con especial incidencia, tal vez, en el juvenil. El tiempo lo dirá. A nosotros nos ha más la parte histórica, de época, es decir, cuando el protagonista “vive” en la Edad Media junto a personajes como Alvar, fray Guzmán con su sabiduría, el lacayo niño Lope que juega con el hijo del conde y Jasmine, a que salva de una muerte segura desencadenando unos hechos… bueno, no ponemos adjetivos ni decimos más, hay que leerla con el asombro de qué va a ocurrir.
La parte de lo actual nos ha resultado más anodino. En cambio, los viajes a la Edad Media tienen el atractivo múltiple del lenguaje de época, los objetos de ese periodo, la indumentaria, las costumbres, etc. La trama realmente tiene más enjundia en el pasado, con personajes sangrientos y brutales como el padre de Alvar (manda dar latigazos a su hijo noble por ayudar a un lacayo, dice que las espadas son para ensartar infieles y no para jugar cuando los niños ensayan, viola a la madre del lacayo Lope, por no hablar de los detalles de guerra que se imaginan). Pero en medio de este espacio de crueldad también hay lugar para el amor y para la solidaridad, dando así un hueco a la esperanza y el alivio, como reflejan los fecundos diálogos con fray Guzmán o el amor surgido entre Jasmine y Alvar, como escribe el narrador: “Alvar comprendió por primera vez en su corta vida el regalo que Dios había entregado a los hombres: el amor” (p. 389).
Un lenguaje sencillo, con abundantes y precisos diálogos, ayuda a seguir de modo más directo el devenir de los personajes. Con todo ello, esta novela se hará un hueco en los amantes de las lecturas de este tipo.
MANUEL RAMOS, LA ROSA DE ASCALÓN, SEVILLA, COLIBRÍ EDICIONES, 2024