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La Casa de los Dobles Sueños
LA POESÍA DE CARLOS J. RASCÓN
1. El otro lado de la poesía
El acto poético es introspectivo y solitario, en el que el poeta se propone expresarse, mostrándonos desnudos el proceso de su propio pensamiento existencial. Algunos lo hacen en busca de fama o intereses mundanos; otros involucran cuerpo y alma en este acto, pretendiendo ser profetas o sabios, poseedores de la verdad. A primera vista, se encuentra una sombra de estas actitudes en la poesía de Carlos J. Rascón. Pero al profundizar en los múltiples y variados temas de su poemario, nos damos cuenta de que, para él, el verdadero acto poético consiste fundamentalmente en “representar” una visión íntima y personal del mundo, una visión centrada en la propia experiencia vital del poeta. Aquí, poetizar, en el sentido primordial y romántico del término, no es solo imitar la realidad (externa e interna), sino “dramatizar”, compartiéndolos de manera empática o catártica, las propias pasiones y preocupaciones del poeta, en términos de amor, odio, melancolía, engaño, imperfecciones, frustraciones, angustia, desesperación, etc. Al leer este noble tipo de poesía, terminamos interiorizando y sublimando nuestras propias pasiones…
2. La forma del poema
Hay poemas que son historias puras y, por otro lado, hay historias llenas de poesía pura. Por lo tanto, es importante no confundir la poesía, en sentido estricto, con la poética (aquí un sustantivo y no un adjetivo), en el sentido amplio.
Alternar los dos géneros en un texto no es una tarea fácil. Pero sí lo es para Carlos J. Rascón, quien, en este poemario, nos ofrece historias dramáticas llenas de hermosa poesía y poemas tristes llenos de entrañables historias. Y si logra esta simbiosis poética de diferentes géneros, es porque repudia la asfixiante estructura tradicional del verso, optando por el poema libre, enmarcándolo dentro de los límites del discurso, en una prosa poética donde solo se toman en consideración el ritmo, el sonido y la cadencia del poema.
En esta perspectiva libre, Carlos J. Rascón, como alquimista, expone su experiencia de vida en dos formas poéticas: relata sus traiciones vividas y sus quejas sentimentales (poesía lírica); y escenifica eventos externos que lo afectan directa o indirectamente (poesía dramática). Esta forma de poetizar, muy notable en su poemario, asocia “químicamente” poesía, narrativa, teatro y ensayo. Así, Rascón logra magistralmente un sorprendente juego de ida y vuelta entre la mímesis (en la que pretende imitar la realidad) y la diégesis (en la que pasa de lo ficticio y ficticio a lo verosímil y realista).
El poeta utiliza un lenguaje estilístico lleno de figuras literarias, pero lo presenta de una manera sencilla, precisa y sucinta. Relata grandes acontecimientos y emociones fuertes, siendo sereno e imparcial. De lo que se describe abundantemente, el mismo leitmotiv emerge en cada episodio: el duelo inexorable declarado por Eros y Tánatos, el Bien y el Mal, el Placer y el Dolor…
3. El poema de la forma
El variado contenido de su poemario revela que la personalidad del poeta (me quedo con la del narrador) es multifacética. Los adjetivos y superlativos que lo califican son varios: es un vidente, un visionario, poseído, neurótico, engañado. Un ser marginal y estoico consciente de la maldad humana.
El poeta reproduce una realidad (la suya propia, pero en la que, en cierto modo, podemos vernos reflejados) en su calidad de artista y alquimista, pero también de filósofo, historiador, psicoanalista y místico.
Esta tarea polifónica aumenta la sensibilidad y la imaginación del poema, consolida la recepción de su estética e impacta al lector, dejándole un sabor agridulce inolvidable, como el de las adversidades de la vida misma.
Ahmed Oubali
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