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MARCELA DUQUE, UN ENIGMA ANTE TUS OJOS
UN ENIGMA RESUELTO CON CALIDAD POÉTICA
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
Siempre es un gran placer recibir un libro de la colección Númenor, dirigida desde Sevilla por Fidel Villegas, por su calidad poética y elegancia editorial. Uno, de mayor, quiere publicar en colecciones como esta y con la sencillez y cuidado de estas ediciones.
Ahora le toca el turno, tras los libros de Lutgardo García y Eduardo del Pino, a Marcela Duque, poeta que no conocíamos apenas, pero viendo que ha obtenido el premio Adonáis con Bello es el riesgo en 2018 ya hay mucho dicho. Si además en el prólogo el director de la colección Adonáis y también poeta galardonado en los años setenta con un accésit del mismo, el profesor Carmelo Guillén Acosta, nos introduce con maestría en la trayectoria y significación de la autora, con palabras laudatorias, ya es toda una garantía a priori. En ese comentario califica su poesía como “poesía deslumbrantemente conmovedora”, marcada por
“una búsqueda de sentido” y llena de referencias culturales, en este caso siguiendo la vida y obra de san Agustín.
Estamos, dice, ante “un poemario escrutador, indagatorio”, “una fascinante aventura introspectiva ante el riesgo apasionante que implica el enigma de la belleza”, siendo, en fin, según escribe, versos “tan llenos de viveza y aciertos líricos”. Destaca el prologuista, competente y profundo como pocos -doy fe-, poemas como “Tardo gozo mío” (pp. 35-36), que termina de esta forma tan bella:
¡Y yo te he amado tarde! Ven, corramos.
Que me conduzca el rey a sus alcobas.
Es tentación la vida y nos urge
la eternidad entera para amarnos.
El libro se divide en dos partes, tituladas “Un enigma ante mí mismo” y “Un enigma ante tus ojos”, jugando así con la palaba enigma en ese doble enfoque, a la vez que sirve de título de la obra el segundo. Está el encuentro con uno mismo, pero también el encuentro con los otros y con la divinidad, prevaleciendo el segundo por su falta de exhibicionismo y su deseo de comunicación gratificante.
No olvida la poeta el mundo circundante, la naturaleza, los pájaros, la luz y la belleza, pendiente de los “dones gratuitos”, ni la familia, el amor y el dolor, la crueldad y la bondad, la vida, al fin y al cabo. Vemos aquí hermosos poemas de una poeta acendrada, segura en su construcción métrica y rítmica y en su apoyo sensorial y sentimental, dueña de un lenguaje sencillo y hondo. Autora de poemas grandes como el que cierra la obra, “Sabbath” (p. 66), “Esperanza contra esperanza” (p. 48), entre otros, o “Pies de barro” (p. 33), apenas tres versos con los que nos despedimos:
Ya no quiero querer lo que yo quiero;
quiero querer aquello que tú quieras.
Quererte así y dejarme que me quieras.
MARCELA DUQUE, UN ENIGMA ANTE TUS OJOS, NÚMENOR, SEVILLA, 2024