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Zhivka Baltadzhieva nace en Sofia, Bulgaria 23. 09. 1947. Dice de su obra el poeta Iván Teófilov: “Esta es una poesía muy esencializada, construida a partir de elementos a primera vista extremadamente sencillos pero vitales, con fragmentos de la memoria personal que se funde con el mito, lo amplía y redireccióna y se transforma en un mito nuevo, nuestro mito, el mito de nuestro ser actual.” Vive en Madrid y escribe simultáneamente en búlgaro y español. Entre sus libros de poesía están Fiebre, GenEs, Fuga a lo Real, Sol, editados en España. Y los publicados en Bulgaria Nunca, Mitologías Apátridas, Iluminación Diurna, Plexo Solar. Sus poemas han sido traducidos a una veintena de idiomas e incluidos en antologías de la poesía contemporánea universal, búlgara o española. Ha traducido a español autores búlgaros como Hristo Botev, Blaga Dimitrova, Nikolay Kantchev, Antón Donchev. Ha vertido a búlgaro obras de Lorca, M. Hernández, Quevedo… Es Doctora en Filología y sus ensayos figuran en revistas especializadas y libros monográficos. Ha sido premiada con los Nacionales Lengua Materna, Sliven, Dimcho Debelianov (en Bulgaria), e internacionales como Poetas de Otros Mundos del Fondo Poético Internacional.
CAMPOS
Campos semánticos, campos olvidados, campos
de trigo, campos de exterminio, campos deportivos, campos
lejanos, campos verdes, campos helados, campos
desprovistos, campos radioactivos, campos prehistóricos,
campos electromagnéticos, campos de batalla, campos
de trabajos forzados, campos
de ensueño,
campos desérticos, campos de la victoria, campos
experimentales y etcétera campos
de acampada, de caminata,
de espera, de tránsito, de partida, de éxodo,
de abandono, de deslealtad, de amor, campos Elíseos
de la emoción, de huida, de lágrimas,
olvidados, queridos, fugaces campos de desaliento,
de retorno, de despedida, de advenimiento, de esplendor
y fracaso,
de un primer paseo bajo el sol, en la brisa, entre flores
y flores, bajita, sin peso, y el vestido estampado por la savia
de las hierbas jóvenes y olorosas. Campos balsámicos
hirientes.
GILGAMESH
Un día del s. XXI antes de Cristo,
un día un tanto caluroso,
un día de cielo insultante o ahogado en calima,
mientras el rey de Uruk se baña
la serpiente devora la flor de la eterna juventud,
muere Enkidu, el amigo…
¿Están perdidos los regalos de la vida y del barquero
que lleva a la otra orilla?
¿Para siempre?
Le veo surfeando lo temporal de múltiples direcciones,
aferrado a sus tablas de arcilla tatuadas a arañazos
con cuñas y garfios, escarbados
por las uñas del dolor.
Las cometas lágrimas del que vio lo más hondo
y los diluvios ácidos de las escrituras
traspasan la fugacidad, imprimen en el vacío
inaprensibles geometrías, constelaciones y seres,
dolientes criaturas, desgarros en el caos
browniano.
Qué turbulento. Qué extraño. Ajeno. Inmenso.
Qué solitario. Qué enormes
las olas golpean.
Nada más. Eternidad
sola.
En convulsiones.
¿Él, tú, yo?
* * *
Filósofos y neuroinvestigadores insisten
que no existe ningún yo, que quien te ama
o destruye
es el subconsciente
colectivo. Que tu mano al lado de la mía,
la muerte violenta de seres, plantas, océanos
y cantos
es solo bioquímica galopante. Y nadie
de nada es responsable
porque nadie existe como
alguien.
Nadie, nadie…
TOCATA Y FUGA. BACH
Dentro de 100000 millones de años,
aventado por la constante cosmológica de Einstein
(E = mc2) el Universo visible
habrá desaparecido en la luz enrojecida.
Todo estará más allá del horizonte de su mirada
y el alcance de su calor. Solo mi ser
seguirá viéndote. Sigue viéndote. Te evoca. Te abraza. Existes.
Eres la realidad. Te cantan los pájaros en el pequeño jardín.
Oigo tus pasos cruzar los amaneceres de las incontables
dimensiones. Y de pronto,
siento calor.
Desde antes del Big Bang.
( De GenES, Amargord Ediciones, 2016)