Yo, detective
Por Antonio Guerrero
Solo hace falta que al título le añada “y ex agente del CNI” para tener los ingredientes de una buena novela detectivesca. Aunque en realidad lo que soy es profesor de detectives, entre otras cosas como filósofo. El caso es que la figura del detective de por si es novelesca y eso no lo podemos obviar. De hecho es un género popular desde inicios del siglo XIX. El personaje Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, quizás sea el detective de ficción más famoso. En 1940 se inició una corriente en el cine donde el detective privado se tomaba como eje central. A ese periodo se le llamó cine negro y novela negra. Desde 1970 surgieron las series de drama policial y detectivesco. No nos olvidemos de Colombo, de mi querido teniente. O de Pepe Carvalho en España. Quizás por todo esto el concepto del detective privado está rodeado de confusiones respecto al marco legal en España. Para llegar a ese concepto hay que dejar a atrás ideas o iconos de la cultura popular. Si nos centramos, un detective privado en ese país está dentro del sector de la seguridad privada, que es el sector profesional en el que se encuentran por ejemplo los vigilantes de seguridad, los directores de seguridad y los profesores de seguridad, entre otros. Por definición un detective se ciñe a la investigación de delitos privados exclusivamente. En concreto se dedica a obtener pruebas para su cliente, que se reflejarán en un informe que puede usarse ante el tribunal competente. Siempre actúa a instancia de parte, no de oficio. Por eso sería imposible la aplicación, en España, de la expresión del cine negro: “detective de homicidios”. Haciendo una equivalencia en la seguridad pública de este país ese rol lo ocuparía un inspector de policía e incluso un policía científico. El detective privado nuestro se dedica a los delitos privados cometidos en la esfera personal de los individuos. Para ser detective es preciso estudiar tres años, ya sea a través de un centro especial de formación o a través de la universidad, normalmente en posgrados. Con esa titulación el ministerio del interior emite TIP profesional. Lo que más caracteriza al detective es la curiosidad y en eso se parece al filósofo. Si alguna vez tiene un problema, querido lector, esa curiosidad será lo que le ayude. La curiosidad es el arma más poderosa para encontrar la verdad en los hechos cuando estos se vuelven opacos o secretos.
Sumario: “No existe una combinación de sucesos que la inteligencia de un hombre no sea capaz de explicar”. Sherlock Holmes
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Yo, detective