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Nota de despedida de Virginia Woolf
Se dice por ahí que «sólo los locos pueden ser felices» porque no ven la realidad tal cual es, porque viven en un mundo propio que se han construido para no lidiar con el vacío, con lo efímero y banal que es el existir de los seres humanos.
Los felices están locos porque construyen su propia mentira, porque no ven lo que realmente debe verse: la falibilidad, la debilidad y el vago devenir en la existencia misma.
«En casi toda la historia, Anónimo ha sido una mujer.»Virginia Woolf
Nacida en Londres, en 1882. Criada en el seno de una familia acomodada donde la literatura y la cultura eran habituales, tuvo un interés temprano por la escritura.
Junto con su hermana Vanessa (pintora que se casaría con el crítico Clive Bell) y algunos de los compañeros de universidad de su hermano, formó el conocido grupo de Bloomsbury. Este conjunto estaba formado por intelectuales y literatos, de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, los cuales jugaron un papel muy activo en la renovación de las letras inglesas de comienzos del siglo XX.
En 1912, a los 30 años, se casó con el escritor Leonard Woolf, economista y también miembro del grupo, y a pesar de su bajo rango social y económico —Woolf se refirió a Leonard durante su compromiso como un «judío sin un céntimo»— la pareja compartió un lazo muy fuerte que duró 30 años. La ética del grupo de Bloomsbury estaba en contra de la exclusividad sexual, y en 1922, Virginia conoció a la escritora Vita Sackville-West, con la que inició una relación que duró la mayor parte de los años 20. A ella fue dedicada una de sus obras más emblemáticas: Orlando (1928), que narra la vida del héroe homónimo de dos sexos que abarca tres siglos.
Algunas de sus obras más famosas, como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927) o Las olas (1931), ejemplifican este recurso mediante un poderoso lenguaje narrativo en el que se equilibran perfectamente el mundo racional y el irracional
Pero su vida no solo estaba plagada de triunfos profesionales. Su salud mental cada vez estaba más afectada. Se dice que Tenía principios de esquizofrenia y que era maniacodepresiva o bipola, sus continuas depresiones azotaron su mente durante décadas, sumiéndola en la total oscuridad.
Corriendo ya la Segunda Guerra Mundial, en 1941, su vivienda de Londres fue destruida debido a los bombardeos nazis que azotaban parte de Reino Unido. Este acto la sumergió en un camino sin salida, junto a la decisión de su marido de alistarse en la Guardia Nacional, al que amaba con locura.
El 28 de marzo de 1941 inmersa en una profunda depresión escribió una nota al amor de su vida, su esposo Leonard Woolf, después de llenar los bolsillos de su abrigo con piedras, caminó hasta el río Ouse, se internó en él
y se ahogó.
Esta fue su despedida:
Estoy segura de que me estoy volviendo loca de nuevo. Siento que no podemos pasar por otro de esos terribles momentos. Y no me recuperaré esta vez. Empiezo a escuchar voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que parece ser lo mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. No creo que dos personas podrían haber sido más felices hasta que llegó esta terrible enfermedad. No puedo pelear más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo sabré. Ya ves que ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido completamente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decir eso, todos lo saben. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. Todo se ha ido de mí, excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices que nosotros.
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