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Vertedero
Por Francisco Vélez Nieto
Manuel Barea
Vertedero
Lengua de Trapo
Me encontraba sumido en la lectura de la “Amis mejores amigos no los he visto nunca” deliciosa obra de Raymond Chandler compuesta por “Cartas y ensayos selectos” (Debolsillo), cuando sería media mañana el cartero llamó dos veces por el telefonillo de la entrada para gritarme: “Traigo un paquete para usted” Bueno, pues dejé a mi admirado Raymond abrí la puerta, subió el cartero, me entregó el paquetito, lo abrí de rutina y me encontré con Vertedero título de la novela, ópera prima, del joven autor sevillano Manuel Barea. La carambola de coincidir la trama con el mundo policiaco y literario en el que me siento a gusto, me llevó a ojear el libro y comprobar como este joven paisano se considera discípulo de mi admirado Raymond Chandler.
Así que impulsado por el gusanillo de la curiosidad en la inmensidad del espacio de la novela negra, decidí saltarme el orden establecido de mis lecturas y meterme en las páginas de un Vertedero que expande olores y dolores por el sur de Andalucía, novela realista del joven escritor ciudadano de la Bética. Y la verdad sea dicha, no he quedado defraudado. Hasta el punto que recomiendo su lectura, pues, podemos estar ante un posible sólido escritor que, naturalmente, necesitará su tiempo. Su escritura es ágil, el estilo narrativo instigador con el Barea se sirve para ofrecernos un drama social y humano de momentos infrahumanos, cuyas secuencias exigen no dejar tan inquietante aventura que, por su valor literario ha conseguido el I Premio Valencia de Novela Negra. Obra que el mismo explica como “Una trama que intenta ser simple en su concepción, tal vez una especie de homenaje al género, y en la que tiene más relevancia cómo se articula el desarrollo de la misma y el comportamiento de los personajes y sus motivaciones que los acontecimientos en sí, aunque estos también son importantes”
Manuel Barea cuenta en este humeante y no menos viciado entramado que transcurre en una geografía andaluza de playa sumergida en el mundo de las drogas vida real de nuestra sociedad. En ella se desarrolla las andazas de un delincuente que, tras cumplir su pena en la cárcel al volver a respirar de nuevo la libertad, su objetivo principal es el de arrancarles una aclaración compensativa por ser quienes considera culpables de haber sido encarcelado. El tema de que la literatura policíaca en la actualidad “se ha puesto de moda” puede favorecer el conocimiento de esta ópera prima, de violencias e intrigas lograr el éxito que se perfila, no se deberá a esa programada “moda”, sino a la solidez de este género de literatura si se parte convencido plenamente, algo que ya señaló con vehemencia Chandler “el estilo es la inversión más valiosa que puede hacer un escritor con su tiempo” Y Manuel Barea parce haber acertado en la diana.
Por que bien que ha llovido sobre este género literario para no necesitar la complacencia de las modas que es una de las mayores falsedades que la buena literatura pueda tener. La novela negra no necesita de muleta para caminar, le basta con el contenido armoniosamente narrado. No voy a estas alturas a copiar una vez más los fervorosos y sólidos criterios de José Luis Borges sobre el género, pero no está de más tomar unas líneas de los criterios sobre la novela policíaca que con coraje crítico siempre defendió Raymond Chandler, quien negaba a todos aquellos intelectuales “incontaminados” que consideraban el cine como un entretenimiento de masas” y se aferraba a sus criterios exponiendo el ejemplo de la tragedia griega, que siendo tan altamente respetable “por la mayoría de los intelectuales, era un entretenimiento de masas para el ciudadano ateniense, al igual que, dentro de sus límites económicos y topográficos, el drama isabelino” En esta línea quiero situar al joven autor sevillano que parece estar embarcado en el embriagador navío de la novela negra con la niebla despejada. El acierto de mostrar y jugar en su intriga, la condición humana y las circunstancias generales de los propios personajes son en el fondo de sus principios, producto y víctimas involuntarias de la miserable explotación que sufren “los menos favorecidos” dantesco eufemismo empleado con cinismo por los poderes establecidos y sus acólitos.