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Uno de los Creadores de la Gestalt Fritz Perls
La Lucidez de un Genio
No fue un genio del pensamiento, y con todo fue mucho más que eso: Fritz tuvo la vocación de ayudar a la transformación del prójimo en algo así como “gente de verdad” dirá Pedro de Casso, coautor de El hombre integral y la Psicología humanística.
Este mismo autor, pone el foco en la enorme aportación que hizo Fritz Perls acerca de las aberraciones y las influencias de éstas ejercen sobre la salud, aberraciones recibidas o que provienen del condicionamiento cultural al que sin poder evitarlo, pertenecemos.
La dimensión humanista-existencial de la Gestalt no es simple. Pedro de Casso se ha afanado minuciosamente en desgranar a través de sucesivas formulaciones teóricas de Perls en el fascinante libro que lleva por título Gestalt, Terapia de la Autenticidad.
Antes de entrar en materia, veamos lo que es la Gestalt, o la psicología de la forma. No tiene realmente, una traducción única, también es concebida como “figura”, “configuración”, “estructura”. Es una corriente de la psicología moderna surgida en Alemania a principios del siglo XX.
Los iniciadores de esta corriente piscológica, Wertheimer, Köhler y Koffka, emprendieron sus investigaciones a principios de 1910, trabajaron sobre el “movimiento aparente” y esbozaron la teoría de Phi, este fenómeno es una ilusión óptica de nuestro cerebro que hace percibir un movimiento continuo de algo en donde hay una sucesión de imágenes.
La mente configura, a través de ciertas leyes, los elementos que llegan por medio de los canales sensoriales (percepción), o de la memoria (pensamiento, inteligencia y resolución de problemas).
Señala no sin razón, Francisco Peñarrubia, autor de Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil, que las dos influencias decisivas en el desarrollo de la Gestalt fueron el psicoanálisis y la psicología de la forma.
Friedrich Salomon Perls nació el 8 de julio de 1893 en un gueto judío de Berlín. Su padre fue comerciante de vinos, se ausenta con frecuencia y es de carácter encantador y colérico a la vez.
Su madre, Amalia, era judía practicante. Apasionada del teatro y la ópera.
A los trece años lo expulsan del colegio por mala conducta, la relación con el padre no es armoniosa, incluso llegarán a no dirigirse la palabra.
Con veintidós años se alista de voluntario en la Cruz Roja, al ser eximido del servicio militar por una malformación cardiaca, al poco presta sus servicios en el frente como médico en Bélgica. Jamás olvidará la fuerte experiencia en las trincheras.
Compagina su profesión de neuropsiquiatra con el teatro, la bohemia y los círculos izquierdistas. Conoce al filósofo Friedlaender, cuya influencia sobre él será profunda.
Se siente fascinado por el psicoanálisis, se hace psicoanalizar por la gran Karen Horney y Clara Happel, se plantea en convertirse en analista.
La amistad que entabla con Wilhelm Reich se basa en una honda admiración.
Militará en movimientos antifascistas, para evitar ser detenido por los nazis cruza la frontera con Holanda. Se traslada a Sudáfrica, fundará allí el Instituto Sudafricano de Psicoanálisis, ahora vive tiempos de prosperidad y reconocimiento que antes no tuvo.
Según él mismo relata tiene una experiencia espontánea de “satori” o “iluminación”, que define como un despertar completo. En Japón recibe enseñanzas zen, y también en Israel en una comuna de artistas donde experimenta con LSD.
Muere de un ataque al corazón, aunque la autopsia revela que padecía cáncer de páncreas. La contracultura hippie lo despide como a uno de sus gurús.
El hablar de Figura-Fondo e una analogía de consciente-inconsciente, o darse cuenta enfocando (percibiendo) lo que antes era borroso o amorfo.
Una de las leyes de la percepción de la antigua psicología de la forma es que el individuo tiende a completar aquello que percibe, aunque aparezca con huecos vacíos de trazo, como por ejemplo, una circunferencia formada por una serie de puntos inconexos. Extrapolable resulta este fénomeno, a la propia vida como impulso que desea completarse, y al malograrse, al interrumpirse el proceso que debería haberse culminado, pasará a ser una figura que emerge del fondo, y que vuelve a sumergirse sin remedio en el fondo. Esto es lo que se denomina Gestalt incompleta, en este sentido puede dar lugar a un desajuste, un proceso de alienación neurótica.
Los psicólogos de la forma investigaron además, la influencia de la motivación en la percepción, viendo que si un sujeto está sediento, percibirá un estímulo ( inciertamente líquido) como líquido o agua que le apacigüe la sed.
“Si el sediento ve agua donde no la hay, igualmente una persona insatisfecha continúa elaborando asuntos inconclusos del pasado en su actividad presente, impidiendo que nuevas figuras emerjan aquí y ahora y puedan ser vividas gratificantemente para, una vez satisfechas y completadas, volver al fondo”. 2
Defendía la concentración como antídoto a la aglomeración o superposición de asuntos pendientes que nos pueden perturbar. Lo expone así:
Un oficial en extremo responsable padecía de desfallecimientos repetitivos… Lo que le había ocurrido era que a diario trataba un buen número de problemas, de los cuales no encontraba ese mismo día la solución. Eran situaciones no concluidas. Dormía mal, pues las situaciones inconclusas alteran el sueño. Iba al trabajo fatigado, reduciendo su capacidad, yendo en aumento el círculo vicioso hasta llegar a un límite apenas soportable, lo que le obligó a detenerse. Halló la solución disminuyendo el número de problemas a atender, y en ordenar los problemas no concluidos antes de acostarse, aprendió a no iniciar nada nuevo antes de terminar lo que tenía entre manos y a encontrar horas de asueto y relax.
“La tensión de lo incompleto como uno de los orígenes de producción de neurosis, puedo tomarlo Perls de los trabajos de Blyuma Zeigarnik, psicóloga soviética, que investigó las “situaciones inacabadas”. Aquellas tareas sin finalizar crean un sistema cargado de tensión que influye en la memorización (se recuerda incluso más que lo acabado), afectando no solamente al comportamiento y a la memoria sino a la totalidad del área intrapsíquica de la personalidad. La terapia gestalt fue más allá, aplicando la ley de cierre (tendencia a la completación) a las emociones, sentimientos y a las vivencias reales de la vida. Esta psicóloga trabajó durante la Segunda Guerra Mundial con soldados con traumatismos cerebrales, les ayudó a restablecer sus funciones psíquicas y a ser autónomos.
Kurt Goldstein, neurocirujano, también trabajó con lesionados cerebrales, llegando a elaborar una teoría global del organismo, rechazó de plano la dicotomía entre lo biológico y lo psíquico, entre lo normal y lo patológico. Demostró que las leyes de la forma excedían a la percepción, constatando la unidad del organismo como un todo y su capacidad para auto regularse, una ausencia funcional de una parte es compensada por una reorganización total de las partes restantes.
Perls no perdonará la frialdad de Sigmund Freud cuando lo recibiera en 1936, al que admiraba profundamente, mantendrá en el futuro una mezcla de resentimiento, admiración, agradecimiento e incluso competitividad.
Junto a los discípulos disidentes, se opondrá a algunos puntos fundamentales de la teoría de Freud, siendo los más notables:
El Inconsciente. Perls lo aborda por otras vías, indagando más en lo reprimido más que en el proceso de no darse cuenta en el momento presente. En este sentido, el “darse cuenta gestáltico” corresponde al concepto freudiano de preconsciente ( lo que puede aflorar a la conciencia en cualquier momento) y no al de inconsciente ( lo que por lo común, no puede ser traído).
A un gestaltista le interesa más, lo que la persona sabe y siente que lo que ignora. En cualquier cosa esto se destapa, escuchando al cuerpo, a la emoción, a los fenómenos observables al instante, no a través de la técnica analítica ( asociación libre, interpretación del analista, etc.).
No aceptaría tampoco la primacía de la sexualidad infantil ni de la represión en el origen de la neurosis, dando mayor preponderancia a las necesidades orales y cutáneas (hambre y necesidad de contacto), tampoco consideró la angustia de castración ni el complejo de Edipo. 3
Aportará por tanto, un mayor protagonismo al impulso, del cuerpo, del movimiento y la emoción, recelando de la racionalidad y la palabra. No concibió la compulsión a modo y manera de una repetición como expresión de un “instinto de muerte” sino como una tendencia a completarse. No interpretará los sueños, dando paso a la exploración de los mismos para que el soñante pueda captar su mensaje existencial.
Con Otto Rank compartirá la importancia dada al desarrollo y crecimiento de la identidad individual: desde el traumatismo al nacimiento, la primera batalla impuesta por la vida es la individualización. Nos seguimos manteniendo dependientes y atemorizados ante el hecho inaplazable y deseable de la independencia (como restos traumáticos de la separación al nacer de la madre).
De ahí, deviene el tratamiento en acentuar y permitir una especie de segundo nacimiento a través de la individualidad y la voluntad.
Sobre la neurosis, la agresión. Identificación/ alienación y los límites del ego, dirá que en la neurosis, en vez de enfrentarse al conflicto, el sujeto lo evitará, escogerá la evasión y la evitación (La evitación biológica de contactos peligrosos con frecuencia es importante para la autopreservación…).
La valoración de qué peligros son reales y cuáles son imaginarios, y la aplicación de este juicio, es característica del individuo sano… permitiéndole escoger entre enfrentarse al conflicto o evitarlo. No le ocurre así al neurótico que toma por peligro real lo que no es, optando por la evitación. Podría enfrentarse a la situación sin daño para él, pero al “imaginar” mentalmente que no va a poder elige retirarse, alineando con ello aquellas partes de su personalidad que le llevarían a entrar en conflicto con el medio ambiente. Pero tal “opción” conlleva la producción malsana de conflictos internos.
El individuo se mutila a sí mismo, alienando partes valiosas de su personalidad, prefiriendo al miedo, con el que se identifica, y con el que piensa que preserva mejor su integridad, la integridad de su ego. (“Identificación” y “alienación” se traducen aquí como la atracción y repulsión, que según Perls son las dos fuerzas operantes en cualquier nivel de la realidad).
Todo sujeto se desplaza dentro de los límites de su ego, preserva todo aquello con lo que se identifica, por ejemplo (valores morales, religiosos o convencionales) y se inclinará a rehuir o a destruir todo aquello que percibe como hostil o peligroso ( situaciones, personas o conductas).
Todo mecanismo neurótico supone una apreciación equivocada de los “límites reales” del propio ego.
Otra forma de neurosis, aunque no lo parezca, es la de la persona que parece tenerlo todo claro. No duda, pero se precipita arrasa, y otra forma frecuente, el que se deja arrasar o arrastrar por principio, lo que anteponen el cuidado del otro, los intereses del otro, a los propios. Son los denominados “filántropos” Perls opta por llamarlos mecanismos de evitación en general a “mecanismos neuróticos”.
Según Pedro de Casso, el leitmotiv, lo que preside y dirige de principio a fin todo el planteamiento de Perls es el tema de la autenticidad, llevada a cada una de las actitudes del sujeto en cada situación. Dirá: “ No hay otra realidad más que el presente. El descubrimiento de una causa en el pasado rara vez conduce a la curación.
La única manera de poder recuperar la ”sensación de nosotros mismos” consiste, en pararnos a “masticar” y desbaratar todo el material ajeno introyectado, a fin de que podamos “asimilar” lo que sintamos como ”propio” y desechar lo ajeno, equiparándolo al metabolismo corporal de asimilación y expulsión, y representa el derecho que tiene el “organismo” poder triturar y alejar los mandatos, prohibiciones, mensajes recibidos, en una palabra, los “introyectos” recibidos del exterior (padres, sociedad, educadores, ambiente) tragados sobre todo en la infancia, para contrastar ese “alimento mental” con el “sentimiento de sí mismo” reteniendo en consecuencia, la parte asimilable, arrojando fuera la desechable.
Bibliografía
Pedro de Casso. Gestalt y Terapia de la autenticidad. Vida y obra de Perls. Editorial Kairós. Barcelona. 2003.
Francisco Peñarrubia. Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil. Editorial Alianza Editorial. Madrid.2.008.
Interesante.