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POR ANA PATRICIA SANTAELLA
“Y venía Ángela, Ángela venía los veranos. Se escapaba de Madrid y se llegaba a vernos. Ángela tenía una sonrisa con hoyuelos en las mejillas. Confortable. Te sentías a gusto sólo con verla sonreír. Sonreía siempre. A veces venían a verla, cuando se enteraban que ella estaba en Bilbao, jóvenes poetas admiradores de su poesía. Nunca les hablaba como una profesora, recuerdo, como una poeta “consagrada”. Les hablaba como una amiga. Como una madre diría mejor” .
Así describiría Vidal de Nicolás a Ángela Figuera Aymerich, al regresar a Bilbao después de años de ausencia, también menciona la fecunda relación que mantuvo con el también poeta vasco, Blas de Otero, siendo trece las cartas conservadas de Ángela a Blas, y tres poemas inéditos aparecidos en ellas.
Ángela Figuera Aymerich nace en Bilbao en octubre de 1902. Su niñez fue normal, fue la mayor de nueve hermanos , siendo su madre una mujer de escasa fortaleza física y de poco carácter, tuvo que dedicar bastante atención a los hermanos más pequeños, sobre todo a Diego, el más pequeño.
Era alegre, muy habladora y todo lo discutía. Tenía una conversación muy amena y graciosa, argüía con energía e ingenio al que hablara con ella.
Ángela desde siempre tuvo vocación literaria, quiso estudiar Filosofía y Letras, oponiéndose su padre al principio, y al final cedió. Empezó a estudiar por libre la carrera, examinándose más tarde en Valladolid.
En 1927 fallece el padre, ingeniero y profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, ella no ha finalizado todavía los estudios, asumen entonces su abuela y ella, la enorme responsabilidad de sacar a la familia adelante.
En 1930 la familia se traslada a Madrid, compaginará las clases que impartía entonces en el Colegio Decroly, con clases particulares a domicilio.
Arrostró estos años con energía, alegría y humor, a pesar de las dificultades y contratiempos.
En 1933, realiza unos cursillos para catedráticos de Instituto de segunda enseñanza y es destinada a Huelva. Su marido, Julio, ingresa en el Cuerpo de Estadística y contraen matrimonio.
En 1935 nace y fallece su primer hijo. Ángela sobrelleva con entereza y valor esta desgracia.
Estas notas preliminares nos las ofrece su marido Julio Figuera Andú, aparecen las mismas en las Obras Completas editadas por la editorial Hiperión por vez primera en 1986. Agradecemos a Jesús Munárriz el haberlas editado, ayudando así a su conocimiento y difusión.
En 1936 obtiene la cátedra de Instituto y regresan a Madrid en vísperas del levantamiento militar de Franco en Marruecos.
Julio marcha al frente, y es en diciembre de 1936 cuando nace su segundo hijo, Juan Ramón. Después será evacuada con su familia a Valencia, y la destinan al Instituto de Alcoy.
Padecen las privaciones y dificultades de la guerra, quedando casi todos sus familiares cesantes en sus ocupaciones, teniendo que empezar de nuevo en tan duras circunstancias.
Ángela se dedica en la posguerra a la crianza del hijo, a la atención del hogar y escribe en sus ratos libres. Fruto de esta pasión creadora nace Mujer de barro, en 1948.
Después se colocó en la Biblioteca Nacional y en el “Bibliobús” una biblioteca ambulante de préstamo de libros que recorría las barriadas de Madrid. La escritora se sintió siempre muy orgullosa de dicha labor, siendo mención obligada en todas sus reseñas biográficas (José Ramón Zabala Aguirre. Ángela Figuera: Una poesía en la encrucijada).
Ella misma así lo relataba en una misiva a Blas de Otero, fechada en 1956:
“Sabrás que a mi vejez he resuelto dedicarme a la vida activa y trabajo por la mañana en la Biblioteca Nacional y por la tarde en una biblioteca ambulante o Bibliobús que va prestando libros por los barrios extremos y suburbios madrileños. Este último es un servicio estupendo y yo lo hago encantada, con verdadero apasionamiento, aunque la remuneración es muy pequeña, como todas las que se cobran en España salvo raras y casi siempre honrosas excepciones. Se pone uno en contacto con el pueblo y se le orienta y se le educa en la lectura y no sabes cómo lo agradecen y qué contentos y amables se muestran con nosotras las bibliotecarias, y hasta nos toman afecto…”.
Todo el entramado poético inserto en sus libros, según el autor antes mencionado, José Ramón Zabala, está recorrido de un existencialismo solidario que engloba también a la historia y las posibilidades implícitas que ésta posee, destacando en nuestra autora, una fuerte personalidad humana y un inmenso talante lírico. Su poesía es un manantial sincero que brota a borbotones, y busca, una comunicación fraterna con los seres que le son allegados y con la humanidad en su totalidad; siendo una mujer esencial y marcadamente emotiva, a la vez que fraterna e imbuida de gran determinación y coraje.
De las vacaciones en Burgo de Osma, Soria, nació Soria Pura, siendo su segundo título publicado.
Literatura y disidencia
“Si bien Ángela había mostrado su descontento con la situación española y con el régimen en numerosas ocasiones, sin ir más lejos a resultas de los problemas previos a la publicación de Mujer de barro, no será hasta la segunda mitad de los cincuenta cuando adopte posiciona-
mientos más radicales, los cuales desbordarán, inevitablemente, los estrechos cauces impuestos por la censura franquista a la expresión y a la creación poética”.
Frente a la situación social, política y moral de España, desarrolla una toma de conciencia paralela al pronunciamiento de otros muchos artistas e intelectuales que empezaban a contestar de forma disidente a la dictadura.
A la par de su servicio en el Bibliobús, tomaba parte en actividades culturales, algunos de estos actos estaban teñidos de connotaciones críticas y disidentes. Colabora, por lo demás, en distintas revistas de la época y vive inmersa en la vida cultural de esa etapa.
Lo vuelve a describir Julio:
“Aquí nos veíamos mucho con Celaya. Nos reuníamos en esta casa, sobre todo los sábados, no todos pero sí a menudo. En ocasiones, también en casa de Celaya. Nos reuníamos con Pepe Hierro, Rafael Morales, Leopoldo de Luis, Garciasol, Joaquín León; también algunos jóvenes: Carlos Sahagún Toledano. En alguna ocasión, Gerardo Diego. En aquellas reuniones se hablaba de todo pero especialmente de política y literatura.”
Ella es consciente del alcance y los límites casi precisos de la lírica en cuánto a tocar y remover a la “mayoría”, le comenta a Blas de Otero, refiriéndose a la acogida que está teniendo El grito inútil :
“En general parece que gusta. Ya veremos. Por otra parte casi da igual. Lo que me interesaría de verdad era saber la impresión de ese lector anónimo, fuera del “oficio”, que se enfrenta con nuestra obra limpio de prejuicios y preconcebidas ideas de críticas, de escuelas, de amistad o de animadversión. Que ni nos conoce ni le importa. Que lee para sí y porque le apetece. De ese lector quisiera saber yo si mi libro le ha llegado, le ha conmovido, le ha tocado en la sensibilidad y en el pensamiento. Eso sí que me gustaría.” 1 ( carta fechada en 1953)
Este libro se encuadra dentro de la denominada “poesía preocupada”, junto con Vencida por el ángel, Belleza cruel y Toco la tierra, no se trata ya de la plenitud amoro-sa, la maternidad, la familia y el paisaje de la época anterior. A partir de esta etapa, la confrontación entre la felicidad personal y el sufrimiento ajeno es patente.
Belleza cruel (México, 1953) es concebida esta obra como un extremo sentimiento de repulsa y denuncia ante la devastadora y lamentable situación española, y en general, de la humanidad. En palabras de su hijo Juan Ramón: Ángela quería con Belle-za cruel dar voz a los perseguidos, los desesperanzados, ponerse junto al hombre y acompañarlo, ayudar a hacer puentes entre hermanos separados. Y, como vamos a ver tuvo la alegría de conseguirlo, aunque exigir cuentas sin respeto alguno a generales, ministros y banqueros, cantar el pan robado…, todo en Belleza cruel hacía imposible su aparición en la España de los cincuenta. 2
Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el miedo al hombre,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre. 3
Cuando Ángela alude al “descanso tras la tormenta” (de la guerra civil) dice: “me detuve, abrí los ojos y miré a mi alrededor. España, mi España en posguerra y el mundo en guerra. España era mi tierra maltratada y herida.”
Pero el mundo también era “mi” mundo, porque toda la tierra es patria de todo hombre. Miré hacia atrás, me enfrenté con el presente y supe que no podía “des-cansar “, que no había tiempo ni lugar para ello.
Por contra, expone a Blas de Otero su crítica hacia el esteticismo:
“yo sacrificaría un poco la belleza formal. Los poetas monísimos me van fastidiando cada vez más, con sus preciosidades. Prefiero una ruda palabrota con brío y a tiempo a todos esos floreos.”
“Hablar alto y, sin perder la calidad poética, sin enredarse en laberintos preciosistas de imposible, o difícil interpretación.”
En Toco la tierra aborda la proximidad de la muerte cercana, y por consiguiente, el retorno a la tierra y el cansancio derivado del escaso eco antes sus llamadas insisten-tes, relacionadas con un cambio o transformación social humana y solidaria.
He de morir ya muerte me preparo
dando, a tan poco tiempo, tanta vida
que he de ganar de fijo la partida
y ha de lograr diana mi disparo.
Los hombres lloran: lloraré con ellos;
seré su voz, la luz en su ventana.
Después, no sé. La muerte ya no es mía.
Aparece en 1979 la primera recopilación de poemas infantiles, con la intención de entretener y divertir a sus nietos, hablamos de Cuentos tontos para niños listos y Canciones para todo el año, ambas obras han sido editadas por Hiperión, el mismo Jesús Munárriz considera a nuestra autora como fundamental en la poesía española de posguerra, y la ve como una figura integradora de distintos grupos y generaciones.
Respecto a la posible ubicación generacional, por edad hubiera podido enclavarse en la Generación del 27, Ángela, según Fernando Aramburu, pertenece de hecho y de derecho al grupo de poetas social-realista de postguerra. Sin embargo, ella desarrollará una evolución personal independiente e cualquier movimiento o círculo literario. Tendrá intensas relaciones con los poetas de la “generación del 36” y en menor medida, con los que formaban la “generación del 50”.
El poeta Carlos Álvarez confesará que Ángela había sido su madre poética, afirmará contundente:
“Desde Rosalía, Ángela es la”poetisa” de más alto vuelo surgida en nuestra piel de toro”.
Finalizamos esta breve exposición que pretende con humildad dar a conocer la excelsa talla moral , artística y literaria de Ángela Figuera Aymerich con una declaración suya al saber que varios poemas suyos habían sido leídos en Radio San Sebastián a comienzos de los 60:
“Si la Real Academia de la Lengua Española, en pleno, hubiera acordado nombrarme la mejor poeta española de todos los tiempos no hubiera recibido mayor alegría. Eso es lo que yo deseo: Que la gente me escuche. La gente del pueblo. Y si eso sucede, y además sucede en el pueblo donde yo nací, tanto mejor”
Dejamos el enlace a Figueras Literarias IV que permite acceder a una antología home-naje a Ángela Figuera, contiene una docena de poemas de esta magnífica escritora, ce-didos amablemente por la editorial Hiperión, de la que a buen seguro os cautivará de forma intensa y deslumbrada, y cuya portada ha sido realizada por la magnífica pinto-ra zaragozana Basi Mateo:
http://es.calameo.com/books/00465428543792b48b2b5
Zabala Aguirre José Ramón, Ángela Figuera: Una Poesía en la Encrucijada. Cuadernos Universitarios, núm 12. Universidad de Deusto, Facultad de Filosofía y Letras. 1994.
Figuera Figuera Juan Ramón, Palabras para esta edición, palabras preliminares que escribe su hijo a la edición de Belleza cruel, editada por Torremozas, marzo de 2.002.
Fragmento final del poema Belleza cruel que encabeza el libro de idéntico nombre.