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Ukigumo de Ángel Olgoso
La luna tiembla sumisa
en el charco
pisado por un perro.
(A. Olgoso)
En abril de este año, cuando los pimpollos estallan en Occidente llenando de colores miríadas de pétalos exuberantes y coronando de Armonía la naturaleza, presenté en una librería de Madrid (Enclave de Libros) “Haikus a tres voces”, de Aurora Gámez Enríquez. En la introducción del acto decía:
[Una de las cosas a mi entender que ha de contener la Obra poética, si quiere aspirar a la esencialidad -elemento imprescindible de búsqueda en el decir lírico- es provocar en el lector la comunión entre lo escrito y lo que se lee. Que, aunque parezca idéntico no es lo mismo. Porque, entre ambos actos (el de escribir y el de leer) median tiempos diferentes, estados de ánimo disímiles, mayor o menor capacidad intelectiva… y una exuberancia de cosas que harán que lo escrito se interprete siempre, siempre, de una otra forma a la que originalmente provocó o sugirió al literato su escritura.
Pero, sabido es que esa es una de las grandezas de la literatura en general, pero muy especialmente de la poesía, que ha de ser gota de agua y mar, elemento concreto y a la vez universal; Uno y Todo en el sentir helénico de ambos términos; canto y llanto; sueño y realidad; “amorodio”, “lunasol”, “nochedía”, “vidamuerte”, “verbolibre”; “palabraacción” en su caso].
“Verde, fresco, mareante;
resuena todo el olor del mundo
en una ramita de hierbabuena.”
El granadino Ángel Olgoso ostenta, entre los lectores avezados (lo desee o no), el reconocimiento de ser probablemente uno de los mejores escritores contemporáneos de relatos en lengua española. Su bibliografía, así lo demuestra.
Si difícil resulta abrirse paso en el mundo del relato, mucho más lo es en el ámbito de la poética a pesar de lo que muchos piensen, porque, ésta, ha de perseguir de forma constante el “centro”, ese oscuro y a la vez numinoso lugar en donde la palabra encontrada, hallada, en el proceso volitivo de creación, ha de ajustarse como un molde a la Idea o a la inversa, que tanto monta.
“El amante busca triste y delicadamente,
en el fondo de la antigua caja,
un mechón de cabello, polvoriento.”
Bien, pues Ángel Olgoso, el irredento narrador en corto, acaba de sorprendernos ahora con “Ukigumo”, un poemario en edición bilingüe (español e italiano) publicado por la Editorial Nazarí, con traducción del propio editor de la misma Paolo Remorini.
“Bajo el quieto arrecife
de la vida de los hombres,
miríadas de luchas.”
El propio Olgoso manifiesta lo siguiente sobre su obra:
“Con estos haikus escritos en 1992 (época en la que aún no era común un género tan delicado e inefable) quise buscar la iluminación a través de la sencillez, de un estilo limpio y austero, de una respiración cadenciosa, de una precisión casi flotante, como esas nubes que nos sobrevuelan mientras se desdibujan con nitidez; a través de una poesía que, sin alzar la voz pero con la conciencia alerta, aspira a retener el instante más que la secuencia, las pequeñas ondas de la emoción del yo más que las mareas del alma, a alimentarse de diminutos asombros, de las sorpresas de la naturaleza vislumbradas de pronto y que sacuden el momento vivido”.
“La luz del sol
embiste la escarcha
con risa crujiente.”
“Ukigumo”, el nuevo libro de Olgoso, resulta ser un manojillo de alfileres que se clavan en el entendimiento, en la conciencia del lector, produciendo cada uno de ellos un estupor.
Paco Huelva
Agosto de 2014