Uf  Novela

Uf Novela

Jose de Maria Romero Barea
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Uf

Novela

© José de María Romero Barea

La novela Uf, que publica en septiembre de 2019 la editorial madrileña Seurat, es un trasunto del ser humano sometido al injusto proceso de la burocracia. Los temas son simples pero universales: la soledad, el dolor, el deseo de compañía, la necesidad de ser respetado y comprendido, el sexo y la lucha por la supervivencia.

La trama es sencilla, aunque solo en apariencia: los personajes deambulan por Uf, una ciudad llena de escenas de sexo gratuito y sangrientos efectos especiales. Ah, Sh, So y Zas se enfrentan a exorbitantes aventuras y escasas posibilidades de victoria. La narrativa deriva hacia su propia insatisfacción. Se despliegan una serie ininterrumpida de frustraciones, mientras los protagonistas intentan una y otra vez que sus demandas prosperen.

A continuación, un fragmento de “Ah”, primer capítulo de la novela:

 

Ah

El vidente, el habitante de los suburbios que urde distopías sobre la tecnología, la corrupción y la perversión desde la seguridad de su sofá. El niño que transforma el espacio en una prisión en la que la barbarie es necesaria para la supervivencia. El autor de novela policíaca, el de relatos de viajes estremecedores y parodias sumamente sutiles. El héroe, el ex piloto de carreras con la pierna amputada que desentraña su psique hasta encontrar la clave de su propia alienación. El anti-héroe, el psiquiatra alucinado, el monarca que reina sobre su estéril territorio, el parque industrial de alta tecnología, el monstruo enclavado en las colinas, la sede de las nuevas élites, sus estanques ornamentales, sus cafés y centros deportivos; los ejecutivos que se desplazan en silencio entre edificios de oficinas con fachada de vidrio para entrar en sus vehículos teledirigidos.

Uf prescinde de la vida; sobrevive entre llanuras e iglesias, del ayuntamiento a la estación de policía. Vigilada por cámaras de vigilancia, vigiladas, a su vez, por una fuerza de seguridad de mirones, la comunidad se vigila a sí misma; se privilegia la acumulación de riqueza, la búsqueda afanosa de intercambios meramente comerciales. Una mezcla de suspense y fantasías ballardianas, pergeñadas con la prosa engañosamente anodina marca de la casa, el espíritu imperturbable de una narrativa cuya virtud radica, si acaso, en la facilidad de su lectura compulsiva; en cómo se desarrolla la historia, mientras el lector se deja arrastrar por la búsqueda de unos personajes que pretenden penetrar el misterio de una trama surrealista, mientras se rigen por unos dictados siniestros que culminan en una admiración reticente de la lógica implacable tras los juegos terapéuticos de los empresarios. Una conciencia esbozada en turbios juegos sexuales, llevados a cabo por enajenados atrapados en un doble vínculo de resistencia y atracción; seducidos por una inteligencia basada en el uso de artilugios, sustituyen el intercambio físico por el sentimental; en mitad de un exceso homeopático, engañados por un estado inhumano y antinatural de hiper-efectividad, por estrategias de un discurso que logra mantener al lector en vilo.

La conclusión es sombría: Uf nunca va a desaparecer porque nunca ha existido; sus personajes, reemplazados por versiones habladas de sí mismos, se reproducen en comunidades autónomas libres para crear su propia moralidad; la comunidad es una forma de locura que sólo puede combatirse mediante la locura. Mientras, Uf se hunde cada vez más en su propia irrealidad, y al lector sólo le queda aferrarse a la esperanza de despertar, acabada la lectura.

Ah, las bandas de merodeadores, de adultos violentos aislados del mundo en sus fortalezas de hormigón; los niños náufragos condenados a vivir en una isla desierta; la pérdida de las normas morales: si bien el descenso al salvajismo es inevitable, no es necesariamente admirable. La voz que lo describe parece indignada por los acontecimientos que narra, mientras los protagonistas abjuran de la decencia y la cordura. Han tomado el camino equivocado y se cuestionan cada nuevo paso. Se evitan los escrúpulos. Se nos presenta un mundo donde parece absurdo incluso preguntarse si hacer las cosas o no hacerlas puede ser moralmente correcto o incorrecto.

Uf no es un lugar civilizado; sus personajes no pertenecen a ella. No hay ruina progresiva de la propiedad. Sus ciudadanos actúan sin vacilar. La ficción distópica se lleva a extremos insospechados. No hay destrucción, todo es nuevo, la maquinaria aún no se ha encendido. Nada altera el estado moral de sus habitantes, nada les impulsa a dar una patada a las puertas de su jaula para actuar sin más reflexión para la moralidad de sus acciones que la de cualquier otro tipo de bestia.

Este marco moral privilegia la violación, el abuso y el asesinato ocasional, lo que convierte a Uf en un territorio inhóspito. Los ufianos parecen deleitarse en la profanación. Sus crímenes se nos presentan como algo natural y razonable. Los interrogantes, la preocupación y la indignación, suceden, por fuerza, del otro lado. La vacuidad es inquietante. El escenario, un cajón de sastre donde caben el tono y registro inverosímil, una prosa reconocible al instante, una cierta sencillez, una curiosa llaneza de registros, una precisión nítida, una simplicidad cortante.

Los contables atraviesan las puertas del vestíbulo; las mascotas hurgan la basura; hombro con hombro, los ejecutivos se aferran a sus maletines, los ojos fijos en los espejos del ascensor; los graffiti en los vagones del metro; los ritmos y el vocabulario del lugar donde nunca sucede nada, nunca, en absoluto. La misma voz se mantiene inalterable de una frase a la siguiente, mientras describe el horror con la calma que precede al terror, esa ordenada, casi monótona, documentación del caos; el contraste entre el orden del enunciado y la locura que describe; el humor, diríase, lo cómico de una prosa que parece resultado de una serie de cuidadosas decisiones.

No hay necesidad de inventar nada. La ficción está ahí. El trabajo es ponerla por escrito. La tarea es abordar la vida ordinaria de Uf como un científico estudia la naturaleza: Uf, sus accidentes de automóvil; sus edificios autónomos; sus vecinos que son, en realidad, rivales. Al alejarse para analizarla, el erudito se aísla de su objeto de estudio, se abandona a la depravación, a las copas de más, al solipsismo rodeado de animales domésticos, a los domingos sin fútbol. Todo ello narrado, eso sí, con un tono analítico agudo, como un informe de laboratorio.

¿Por qué todo tiene que tener sentido? ¿No es preferible la falacia? El lugar tiene lugar en un lugar que no existe. Uf es una mentira urdida con unas técnicas narrativas entregadas a la destrucción el edificio que sostienen. El resultado, un informe que promulga la inversión de la realidad y los valores humanos, algo a lo que enfrentarnos. Una invitación a la locura, a lo salvaje y sus consecuencias. Más una provocación que un cuento con moraleja, más un tajo directo a la yugular.

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. https://romerobarea.wordpress.com/ @JdMRomeroBarea. Autor del libro de poemas Agnusdéi (Ediciones en Huida, 2018) y la novela WTBTC (Amargord, 2018). Ha traducido Gerald Stern. Esta vez. Antología Poética, Robert Lowell. Poesía completa, el poemario Ornitología en tiempos de guerra (los tres en Ediciones Vaso Roto) y el número especial de Revista Ánfora Nova (2017) Ríos ancestrales: poesía afroamericana contemporánea. Colabora, entre otros, con los diarios Le Monde Diplomatique, La Vanguardia (Revista de Letras) y las revistas Claves de Razón Práctica, Quimera y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte.

Sevilla, 2019

 

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