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UCRANIA ERA UN GATO PARA BULGÁKOV
En “El Maestro y Margarita” crea una variante ucraniana eslava de Fausto. Fausto es el hombre rebelde que quiere más y no se conforma con su vida limitada. Y entonces tiene que recurrir al Diablo para que le ayude a salirse. La gente siempre ha considerado que el deseo de vivir más es diabólico. Que uno tiene que contentarse con la mediocridad y la rutina.
En Hollywood incluso vieron a Madame Bovary como una mujer diabólica que no se conformaba con su marido vulgar. También ahora lo bondadoso sería aceptar la ocupación rusa y la frustración de todos los días. Y querer ser ellos mismos sería diabólico. Y ahora habría que aceptar ser ruso y no ucraniano.
En “El Maestro y Magarita” un ser misterioso lo trastorna todo y lo transforma todo de manera desconcertante. Juega con los burócratas y los comisarios del pueblo. Los vuelve locos. Los escritores buenos y constructivos de la Unión de Escritores se ven continuamente superados.
Ese ser es malo para los funcionarios soviéticos que quieren explicarlo todo y controlarlo todo. Además, es un diablo humorista. Y los burócratas tampoco aprecian mucho el sentido del humor.
Un gato se transforma sin cesar, aparece y desaparece. Eso no gusta nada a los buenos funcionarios del poder soviético. Los gatos ya son de por sí baudelerianos y escurridizos, pero ese gato además es inatrapable y demoníaco. Podría ser el gato de Poe, le gusta jugar con la realidad impuesta.
Da gusto leer sobre ese gato ucraniano que juega con el espacio y el tiempo. Y con las clasificaciones de los soviéticos. Parece la Serpentina de Hoffmann que enloquece y fascina al estudiante Anselmo. O las demonisas lúbricas de Jan Potocki en el “Manuscrito hallado en Zaragoza” que se desarrolla en España.
En “La guardia blanca” Bulgakov habla de como vive una familia de Kiev llena de vida y de personalidad. La llegada de los soviets trae rigidez y uniformidad pero ellos siguen vivos y personales. Bulgakov despliega una serie de personajes inquietos en una Kiev que va a someterse a la vigilancia y la nivelación.
Y resisten con la vida contra el simplismo ideológico. Como ahora resisten contra los tanques rusos.
Y en “La novela teatral” habla del mundo del teatro, tan vibrante y variado. Sometido a la vigilancia y las amenazas de los funcionarios soviéticos que quieren controlarlo todo. Pero el teatro es la vida con toda su expresividad y sus matices. Si la vida real se convierte en mediocridad y rutina, todavía queda el teatro para existirde verdad . Contra la Esencia ideología, la Existencia en el teatro.
Putin define que los ucranianos no existen, que todo el mundo es ruso. Pero Bulgakov sabe que los ucranianos existen.
En “El maestro” Bulgákov quiere el existir diabólico contra aquellos que quieren fijarlo todo. Si la realidad se vuelve asfixiante, queda el Maestro fantástico y humorista. El ser misterioso con su gato que te incita a ser más y a ser tú mismo.
Te incita a escapar de los archivos y de las buenas certezas. En general la bondad es un robo. Sobre todo ahora que solo quieren enseñar en las escuelas a ser buenos. Necesitamos un diablo travieso que rompa los esquemas. Y que les diga a los rusos que los ucranianos existen.
Bulgákov es tan actual ahora, deberían leerlo. Bulgákov sabía quienes eran los ucranianos, aunque lo estudiemos a la fuerza dentro de la literatura rusa.
Es bueno leerlo ahora que la bondad consiste en aceptar la dominación y la rutina. Los bondadosos son los que aceptan las normas dominantes. Y lo que diga el papá prepotente.
Pero los ucranianos tienen a Bulgákov con su diablo antiburocrático y su gato desconcertante. Y tienen la fantasía de querer ser ellos mismos. Fausto aparece en Kiev, irreductible debajo de las bombas, y yo brindo por Fausto.
ANTONIO COSTA GÓMEZ
FOTO: CONSUELO DE ARCO
UCRANIA ERA UN GATO PARA BULGÁKOV