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Uberto Stabile (Valencia 1959) Poeta, editor, traductor y gestor cultural. Director de Edita, Festival Iberoamericano de la Edición, la Poesía y las Artes de Punta Umbría y del Salón del Libro Iberoamericano de Huelva. Fundador de la colección de poesía bilingüe y del encuentro hispano-luso de escritores Palabra Ibérica. Premio Valencia de Literatura y Premio Internacional de Poesía Surcos. Editor y director de la colección de poesía mexicana Aullido Libros. En la actualidad codirige la revista de poesía Alameda 39 y los pliegos poéticos Las hojas del baobab. Su poesía ha sido recopilada bajo el título Habitación desnuda 1977/2007 y sus artículos bajo el título Entre Candilejas y Barricadas. Poemas suyos han sido traducidos al italiano, portugués, inglés, búlgaro, turco, lituano, catalán y francés. Es autor de las antologías: Mujeres en su tinta, poetas españolas en el siglo XXI, Tan lejos de Dios, poesía mexicana en la frontera norte y de la antología de microrelatos Un minuto de ternura.
LOST IN TRANSLATION
Son las cuatro de la madrugada en un hotel de las afueras de Bogotá,
cansado y atrapado entre ausencias,
pasajeros en tránsito y sábanas limpias
aquí, al otro lado del mundo que no conoces
mientras llegan correos al teléfono
y los recuerdos colapsan
el buzón de mi noche americana,
desordenados mi equipaje, los muertos
los amores y la botella de ron vacía,
últimos alientos de este perro viejo
sobre la cama desecha y los emigrantes que regresan
con los sueños perdidos y los pocos euros
de un mundo que nunca fue mejor.
Me gustaría brindar contigo por algo
dejar esta habitación frente al aeropuerto
y salir a borrar la lluvia que me difumina,
hoy podría caminar en cualquier dirección
sin que nadie me tuviera que olvidar.
La señora del asiento de al lado,
una mujer teñida de mediana edad
y algo en los ojos
me pide las galletas que nos dieron en el avión
y vio como guardaba en la mochila,
y yo no tengo ya nada que pedir
si no son las manos justas
en esta mitad del viaje y del poema
para conquistar la paz en Colombia
en tus ojos, en el desliz de mis manos
que ya se van solas sin necesidad ni reserva.
Hay en esta habitación restos de otros vuelos que no llegaron
manchas imborrables de sexo y frío
la platica iluminada de los insomnes
el abrazo tierno de los vencidos,
y ahora también mi edad tardía
un poema que hace años no escribí
por ese mismo miedo que ahora cede
frente al tiempo que lo atraviesa.
Aquí estoy amor, llamando a la puerta
para saber si tenemos la misma hora o solo andamos
perdidos en alguna conexión.
CUBA LIBRE
Nací el año que triunfó la revolución cubana,
durante 57 años he vivido y crecido
entre la duda y la excepción,
entre las canciones de Silvio Rodríguez
y las contradicciones de Calvert Casey,
entre el bloqueo y la reprensión.
A los 20 años me leí los Diarios
del Che Guevara en Bolivia
y todos los libros que mi padre traía de Cuba,
sobre Bahía Cochinos, el asalto al cuartel Moncada
o el viaje del Granma desde Veracruz.
Peregriné al Café Habana en México
entre la Morelos y Bucarelli,
donde Fidel y el Che se reunían,
pero ya solo quedaba café.
A los 48 años fui a Cuba
para conocer un paraíso que solo era trinchera
una escasez poblada y hambrienta
en una isla inquebrantable.
Hoy la noticia me sucedió en Colombia
como si de cerca la realidad fuera otra
que nunca fue del todo.
Ni el triunfo de Trump me roba los sueños
ni la muerte de Fidel aplaca mi hambre
a mí, como escribió León Felipe,
me han dormido con todos los cuentos,
y sé todos los cuentos.
Ando ahora empeñado en hacerme
un hueco en mi propia vida
en construir un lugar común
en compartir y empeñar el tiempo que me queda
corrigiendo con cuidado y mucho mimo
la certeza de todos mis errores.
LA GUERRA FRÍA
La joven que viajaba con nosotros
en el avión de Medellín
decía que su abuelo llegó a Colombia
escapando de la guerra fría en España
nadie le había contado que en el país de su abuelo
no hacía frío sino hambre
que fue una guerra que llamaron civil
aunque vivía en un país que la sufre desde hace cincuenta años.
Tampoco enseñan que las guerras
son la consecuencia final del amor ciego
o la pasión de los mercados,
no enseñan que la economía es un arma letal
de destrucción masiva
en manos de financieras, iluminados y trileros,
que no son más inocentes quienes miran y callan,
que nadie es inocente frente al televisor.
De niño creía que la guerra fría
era una combinación imposible
como el oso hormiguero o la ensaladilla rusa
creía que la guerra era solo de mentiras
y tenía una maleta llena de soldaditos
que morían y resucitaban cada tarde
al salir de clase.
Se llamaba María, se quedó con mi libro de poemas
y la idea más o menos cierta de que la guerra
es todo menos fría.