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Tristram Shandy de Martin Rowson
un acto de amor (o de locura)
José de María Romero Barea
La novela gráfica de Martin Rowson, basada en la novela de Laurence Sterne Tristram Shandy (1759), no es una adaptación literal. Se trata, por el contrario, de una inventiva recreación del libro, tan auto-reflexiva y paródica como la propia novela. La editorial Impedimenta rescata para el lector en español la adaptación de una novela inadaptable, un cómic inclasificable que Juan Gabriel López Guix ha traducido con brillantez.
Publicada en inglés en 1996, la adaptación del ilustrador Martin Rowson (Londres, 1959) selecciona algunos de los momentos más memorables de la novela de Sterne y los visualiza, extendiéndolos a su antojo: el nacimiento de Tristram y su bautizo, el famoso caballo de juguete y la herida de guerra del tío Toby, y la historia de las narices de la familia de Tristram. No hace sino llevar al límite el sarcasmo original de Sterne. Con un estilo visual que combina a Hogarth con Gilbert Shelton, el propio Rowson aparece tras algún que otro comentario meta-literario, y re-imagina las escenas más reconocibles de la novela de Sterne en los estilos de Durero, Beardsley, Grosz y George Harriman. Rowson también reescribe pasajes clave del texto de Sterne a la manera de Martin Amis, Raymond Chandler, y García Márquez (entre otros).
Adaptar Tristram Shandy puede resultar una tarea ingente. No sólo por la naturaleza híbrida de la novela original, que casa tan bien con el carácter mestizo del cómic, sino por la propia estructura de Tristram Shandy, que al no lograr adaptarse a la narrativa convencional, ofrece a la novela gráfica innumerables ocasiones de subvertir las estructuras preconcebidas del género. Voluntad de subversión que no difiere, por otra parte, de la intención original de Sterne y preside la adaptación desde el principio: Tristram comienza su historia bajo una vasta bóveda piranesiana, que a su vez resulta ser el interior del escroto de su padre Walter Shandy.
En la versión del ilustrador inglés, Tristram Shandy se convierte en una odisea alocada a través de la historia de la anti-novela. La mayor parte de la “narrativa” consiste en Tristram, que integra su historia en los distintos globos de las viñetas (que contienen el propio texto de Sterne, editado o reorganizado en su caso). Interrumpen y completan ese flujo narrativo las digresiones del propio Rowson y su (ficticio y hablador) perro Pete (que originalmente era el héroe de su tira cómica “Verborrea”, en las páginas de literatura del periódico británico “The Independent on Sunday”).
Rowson aporta un punto de vista contemporáneo del original, donde el propio Rowson es el adaptador, artista y exégeta y su perro Pete actúa a modo de contrapunto cómico. La lista de pastiches es interminable, aunque no me resisto a reproducir algunos. En uno de ellos, Pete pregunta a Rowson qué diablos está pasando, y este trata de explicar que esta versión de Tristram Shandy es una “tesis gráfica”, antes de recomendar a Pete que lea estudios críticos esenciales tales como Narices y Conciencia de clase de Von Bockmist, Sobre las ventanas de guillotina de Freud y así sucesivamente.
Las capas de ironía se superponen en este cómic sobre la escritura de un cómic que parodia a una novela sobre la escritura de una novela. La historia de Tristram se entremezcla y enfrenta con el análisis de Rowson. Por ejemplo, la dedicatoria de Sterne se antepone a la del ilustrador inglés (humildemente dirigida a su amado editor y su hermoso departamento de contabilidad). Su alter ego en dibujos mantiene un estado de ánimo donde se alternan la excitación intelectual y el resentimiento por las continuas interrupciones de Tristram. Pete, por su parte, permanece escéptico.
En el camino se encuentran (literalmente) de-construidos por unos académicos franceses que saltan; luego pasan a toda velocidad a través de un seminario de “Estudios Shandianos” donde se estudia Tristram Shandy como un ejemplo de literatura gay (“los participantes quizás deseen centrarse en la elección de la preferencia de género de Toby identificando la cosificación del ****, el orificio que no se atreve a decir su nombre, (je je), con el origen real de la inseminación / generación y, de hecho, con el parto mismo en ese himno velado a la sodomía “), y se estrellan contra una pantalla de cine que proyecta una adaptación de Oliver Stone de Tristram Shandy (subtitulado: “De Namur al infierno en un viaje de ida y vuelta”).
Más tarde, en un prefacio digresión al Volumen III, con un guiño al Swift de El cuento de una barrica, Tristram, Pete y Rowson son tragados, junto con el legendario Buque errante de los Críticos, por una enorme ballena. En su vientre, Tristram presenta su Prefacio, mientras los críticos divagan (“Nuestra nueva Facultad de contratos militares ha pagado para que la NASA lleve en un trasbordador espacial una simulación en látex de la trama de Tristram Shandy con el fin de ver cómo se comporta en la gravedad cero”). Estos episodios actúan a modo de contrapeso y complemento a la narrativa de Tristram.
La adaptación de Rowson se convierte así en un viaje fascinante a través del canon de la cultura universal en apenas un centenar de páginas, una propuesta que hará las delicias de los shandianos. La familiaridad con el texto original no es imprescindible para disfrutar de esta novela gráfica. En manos del ilustrador inglés, Tristram Shandy recuerda a Finnegans Wake y a las efusiones más salvajes de los surrealistas. El análisis y la explicación que supone el cómic de Rowson podrían calificarse de “deconstruccionistas” o incluso “posmodernos”, con ecos de Flann O’Brien.
El resultado es esta adaptación libérrima del original que el propio Sterne habría encontrado hilarante. 500 páginas de texto reducidas a un cómic de unas 160. Un acto de amor (o de locura) al que Impedimenta se entrega con deleite. Un libro raro y fascinante, de dimensiones algo mayores que las de un libro convencional, que permite disfrutar del cómic al máximo, tapa dura y papel de alta calidad. Una empresa loca o sentimental que, en última instancia, se justifica en términos shandianos.
Sevilla 2014