TODOS LOS NIÑOS SON IGUALES, PERO ALGUNOS NIÑOS SON MÁS IGUALES QUE OTROS
REFLEXIÓN SOBRE LA FALTA DE TUTELA DE LOS HIJOS DE LAS PAREJAS HOMOSEXUALES EN ITALIA
El gobierno más de derecha de la historia de la Italia republicana se opone al regolamento de la Union Europea que quiere garantizar el reconocimiento de los hijos de parejas homosexuales y la adopción de un certificado europeo de filiación, colocándose a lado de Polonia y Hungría contra una batalla de civilización.
“No se puede detener el viento, sino malgastar su tiempo” cantaba el compositor Fabrizio De André en su Canción de mayo, y no puedo encontrar mejores palabras para describir la obtusa y ciega politica obstruccionista del actual gobierno italiano en el ámbito de los derechos civiles, en el caso específico, de la comunidad LGBT+. Guiado por una líder que se profesa “mujer, madre, cristiana”, de hecho este ejecutivo parece empeñado en actuar todo lo contrario, enrocándose en una politica de negación de lo real y de las exigencias de un mundo que cambia, alejándose de los valores de los padres, supuestamente sempiternos, hacia nuevos y multiformes. Pero, sería también ciego no admitir que el gobierno Meloni exacerba lo que ya hace años es una forma de obstrucción pasiva al reconocimiento de la sociedad actual por parte de casi todos lo partidos que se han sucedido al gobierno del país en los últimos quince años.
En efecto, bien lejos de la avanzada legislación española, Italia solo reconoció la posibilidad, para las parejas homosexuales, de unirse civilmente en el 2016, para conformarse a múltiplas sentencias de condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, además por un escamotage jurídico que no permiso al parlamento de contraponerse a esa propuesta legislativa. Desde aquel momento, todo lo que rodea este tema ha sido de vez en cuando utilizado como enseña ideologica. Por ejemplo, muy divisivo y, en estos días, actual es la reflexion sobre las “familias arcobaleno”, casi siempre objeto de distorsiones en mala fe por todos los que sostienen una presunta falta de legitimidad para que dos mujeres o dos hombres crien un niño. Aún peores las posiciones de quien asocia y superpone el tema a lo de la maternidad subrogada, que el gobierno querría penalizar porque reato universal, comparándola a formas de esclavitud –
así aplanando y trivializando un fenómeno vario y complejo – y creyendo que un problema tan delicado y actual puede desaparecer en cuanto no se legisle sobre el tema, así como los niños, escondiendo los demás a su propia mirada, creen en su desaparición, sin comprender que la única consecuencia es la falta de tutela de niños y mujeres, en favor de formas de explotación de la segundas.
Consecuentemente, el debate se hace confundido, las posiciones se polarizan, sin que se haga una verdadera sensibilización entre la población que, según una costumbre tipicamente italiana, se entristece, se indigna, luego se compromete a tirar la toalla con gran dignidad, aún siempre lista para lanzarse a la siguiente polémica. En realidad, lo que este vacío – cultural, social, pero sobre todo – legal deja es la discriminación contra niños cuya única responsabilidad es de no caber en un mundo heteronormado, siendo así discriminados por su solo nacer: el acto más involuntario, pero más revolucionario de que disponemos.
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Por Aurelia Maria Puliafito