TODOS LOS CAMBIOS SON BUENOS

TODOS LOS CAMBIOS SON BUENOS

Antonio Costa Gómez
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TODOS LOS CAMBIOS SON BUENOS

    Teníamos un planeta, con infinidad de formas de vida. Ahora el planeta está destrozado, no hay nada natural por ninguna parte. Es un cambio. Debe de ser una maravilla, porque todos los cambios son buenos.

   El periódico de Compostela tenía un suplemento los domingos que se titula “La noche”. Estaba lleno de creatividad e imaginación, colaboraban escritores muy interesantes, hacía ilusión esperarlo toda la semana. Luego lo cambiaron, pusieron un suplemento impersonal y anodino que se titulaba “El dominical”. Pero seguro que fue maravilloso, porque todos los cambios son buenos.

   Tengo un artilugio que funciona más o menos. Pero cada dos días me imponen otro artilugio para sacarme dinero. Y el sistema operativo del ordenador lo cambian por otro que a menudo es más incómodo y más complicado. Y luego se actualiza cada dos por tes y me marea y me agobia. Y a menudo tengo que pagar de nuevo. Pero es una maravilla porque todos los cambios son buenos.

    Quiero ir al médico y antes me veía un médico, me miraba a la cara y me hacía preguntas y me examinaba. Pero ahora me preguntan si quiero una cita presencial o ausencial. O quieren ponerme un aparato que con dos o tres datos me dará un diagnóstico abstracto y algorítmico. Pero es una maravilla, porque todos los cambios son buenos.

    Una persona decide el trabajo, la información, la ordenación del tráfico, la justicia. Pero luego lo hará una “inteligencia artificial” obedeciendo a reglas abstractas, que no tienen en cuenta la infinita variedad de la vida, las infinitas diferencias entre las personas, los matices de cada circunstancia. Y es una maravilla, porque todos los cambios son buenos.

    Tienes piernas y luego te arrancan las piernas. Es un gran cambio pero es una maravilla. Porque todos los cambios son buenos. Comes carne y después comes plástico. Tienes una taberna con personalidad y sabor y después tienes un local de diseño frío, igual que todos los demás en el mundo entero. Tienes un bar con sombras y sugerencias y luego tienes un triángulo con luz de comisaria. Tienes camarero vivo con infinidad de matices e inflexiones y luego tendrás un robot que responderá a un programa limitado. Son grandes cambios. Pero todos los cambios son buenos.

    Yo diría: ni todos los cambios son buenos ni todos los cambios son malos, habrá que ver cada cambio en concreto. Y a veces no hace falta ninguna cambiar (salvo para enriquecer a alguien). Y a veces el cambio pone las cosas peor. Pero todos los cambios son buenos. Y cambian democracia por fascismo, pero todo cambio es buneo.

    Casi todo era gratis en internet y ahora hay que pagar por todo. Había una gran libertad antes y ahora todo está prohibido. Antes te escribían y tú podías contestar. Ahora te escriben masivamente y te dicen: “No respondas”. Te cosifican y masifican. Pero todos los cambios son buenos.

    Teníamos los tranvías, que no contaminaban, que eran muy sugerentes, que eran baratos y estéticos. Y luego pusieron los autobuses soltando gases y con una estética mucho más fría. Y lo contaminan todo por todas partes. Pero todos los cambios son buenos.

    Te atendían personas en todas partes y ahora te atiendan máquinas con fórmulas en todas partes. Y te sueltan “Preguntas frecuentes” y no puedes hablar con nadie. Y no te atiende alguien de carne y hueso sino que te mandan a internet donde nadie te contesta y se esfuma todo. Pero todos los cambios son buenos.

    Las revistas de los domingos estaban llenas de vida e imaginación, colaboraban en ellas grandes escritores, te enseñaban lugares o personas, esperaban durante toda la semana para leerlas. Ahora son catálogos de maquinarias y tecnologías.  Como las revistas de tractores de antes. Y te hablan de un algoritmo que pinta en lugar de van Gogh y de una fórmula para encontrar la felicidad y para hablar con tu abuela. Pero todos los cambios son buenos.

     A cada momento nos despersonalizan más y nos aplastan más.  Y nos exprimen y nos hacen gastar a cada segundo. Y te prohíben todo y te anulan en todo. Pero todos los cambios son buenos. Ya no habrá escritores sino “inteligencia artificial”, ya no habrá paisajes sino dígitos, ya no habrá amantes sino algoritmos. Pero todos los cambios son buenos.

    Y te quitarán los ojos y te pondrán una prótesis. Para que la tengas que cambiar cada dos días y les des dinero. Y para que puedan manipularse y diseñarse. Y te cambiarán las palabras y ya no significarán nada. Pero todos los cambios son buenos. Y vendrán grandes famosos sesudos a decirte que llevas en los genes el miedo al cambio. Lo que llevas en los genes es el deseo de sobrevivir, qué raro. Pero todos los cambios son buenos.

   Y te quitarán la casa y te darán un algoritmo. Y te invitarán a un restaurante ausencial. Y en lugar de una Olivetti te ponen un programa Word que califica de erróneo todo lo que desconoce y no te deja escribirlo. Y un día otros programas impedirán también hacer cosas porque las desconocen y las consideran incorrectas. Y el mundo se empobrece y lo hacemos todo mecánicamente. Y le quitamos su vida y su encanto a todo. Pero todos los cambios son buenos.

ANTONIO COSTA GÓMEZ      FOTO: CONTINENTE VARSOVIA

 

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