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José María Jurado, Herbario de sombras, Sevilla, Los papeles del sitio, 2019
Tiempo y Belleza con Elegante Lirismo
José Cenizo Jiménez
Con una edición elegante por su sobriedad se presenta Herbario de sombras, última entrega poética del escritor e ingeniero de telecomunicaciones José María Jurado. Reúne Jurado (Sevilla, 1974) cincuenta poemas escritos entre los años 2016 y 2019 en esta su sexta obra de poesía y tras su anterior Gusanos de seda (2016).
Se divide en cinco partes: “El mundo de ayer”, con el arte, lo religioso y el amor a la belleza y a lo espiritual presentes; “Invernadero”, con flores varias y rincones de Sevilla eternizados en su verso como hicieron antes otros poetas relevantes; “Las voces de la tribu”, recreación de canciones y cantes; “Diez canciones alemanas”, con breves e intensos poemas de título e inspiración alemanes; y “Cerrar una casa”, con el tiempo y la muerte como centro.
En la solapa se nos dice que si Gusanos de seda se trataba de una elegía centrada en el padre ausente, ahora se habla de “un tiempo en que la irremediable pérdida se ha acendrado y subsiste acompañada de titubeantes esperanzas y moderadas epifanías recogidas en los pliegos de estas hojas como las flores prensadas de un herbario”.
Lo señalado de este poeta es la expresión elegante, el estilo cadencioso, el impulso clásico actualizado en formas variadas desde el punto de métrico, si bien es notable el gusto por el endecasílabo: hay sonetos, incluso octosilábicos y con serventesios, junto a pareados endecasilábicos, redondillas, cuartetas, liras, haikús, etc.
De principio a fin hay un sendero lírico que apetece recorrer por lo indicado y por relacionarse con los temas esenciales del ser humano y de la poesía: el tiempo, la muerte, el arte, la belleza… El amor a la belleza natural (también en forma de jardines y rincones) y a las artes varias (música, pintura, poesía) es para nosotros lo más característico y recurrente de este poemario. En el poema “Un patio” los tercetos finales seducen con estas palabras:
El cristalino acento de la fuente,
rana de barro y patriarcal helecho,
amplifica las horas lentamente.
Un alto limonero alza su techo
de frutos amarillos y turgentes,
y un jugo amargo cae sobre mi pecho.
Sobre el tiempo y la muerte elegimos estos versos de “Cementerio de Escurial”:
Me gusta estar aquí, contigo,
lejos del ruido de los hombres,
en paz con el paisaje y la muerte
tan llena aquí de vida.
Un poemario, en fin, de calidad expresiva, lleno de referencias culturales pero sin el sesgo culturalista que a veces pueda enturbiar o aplastar la eficacia lírica, el pellizco emotivo. Versos maduros, pulidos, signos claros de un oficio poético bien asimilado.