Teresa Palazzo Conti

Teresa Palazzo Conti

Carlos J. Rascón
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Teresa Palazzo Conti
Argentina, autora de diez poemarios evaluados oportunamente por académicos de universidades de habla hispana. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores; del Círculo de Cultura Panamericano de New York; del Instituto Literario y Cultural Hispánico, EUA. “Life Member” de la Academia Mundial de Artes y Cultura (UNESCO).
Doctor en Literatura (Litt. D.) título honorífico otorgado por la Academia Mundial de Artes y Cultura y el Pen Club de Praga, República Checa 2016
Fiscal Internacional de Derechos Humanos en defensa de la infancia afectada por la guerra y la pobreza (Mission Diplomatique Internationale Humanitaire-Ruanda 1994)
Invitada especial por el gobierno de la República de Macedonia a Struga International Poetry Evenings 2009
Medalla de Oro XXVIII Congreso Mundial de Poetas-Acapulco 2008
Diploma de Honor -Instituto Literario y Cultural Hispánico- EUA. 2007
Primer premio Cathedra Poesía Libre1999

palazzo_conti@hotmail.com
www.lapoesiadeteresa.com

POEMA SIN VERBOS

Cita de golpes en la boca.

Un hombre en el silencio;
corazón sin aviso de retorno.

Con dudas, sin paciencia,
apenas respiración mecánica;
gorrión afligido.

Un hombre bajo sus propios pies;
balanceo obstinado en el seguro infierno incontenible;
en su dejadez elegida.

Hijos, perros, alucinaciones,
y el conocido revoloteo sobre la oscuridad,
más allá de clarines y bandurrias.

Un hombre desigual en la vorágine de la sangre;
de su sangre,
de la nuestra y la de ellos.

Un hombre a media voz en la mitad del universo;
solo, y a media muerte.

 

COMUNIÓN

Atravesaste el ojo de la aguja.

Costurero refugio,
los hilos se evaporan
entre botones haraganes;
luz, a través del bolsillo de la falda plisada.

Pasaste por el ojo de la aguja
y se ha soltado el dedal que protegía.

La mesa repasa los moldes de papel
en un diagrama de uvas en el patio.

Madre pura,
pura Madre,
no regreses con todas las verdades cosidas en los dedos…

No hay sopa en la cocina
y las hojas de parra pisotean los libros
de enanitos y cenicientas.

No regreses.

La máquina de coser ha deshilvanado el pedal
y las tijeras apuestan a un corte categórico
sobre el alfiletero de pañolenci.

Ensaya, por si acaso, otra canción de cuna;
este ritual que transito está maduro
y en el arpegio abierto del deshielo voy perdiendo las márgenes.

Llevaré gardenias amarillas en un ramo de amor.

LOS LÍMITES

Entre mis manos, tú,
bajo tus brasas, yo;
desde la claridad del deseo,
la acometida.

La señal invisible que me hace oler tu nombre,
el espasmo definitivo en mi pradera sutil,
la acritud de tu incorregible impulso.

El cántaro en la sed y las noches livianas;
la aurora de pie en las rendijas de la oscuridad;
el insomnio y el desorden de sábanas y espejos
ante el bostezo de las aberturas por donde entran las azucenas,
desde donde se vuelan los relámpagos del éxtasis.

Solo el rumor de espumas y de orgasmos
en el sagrado recinto de la cama.

Siempre.

 

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