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El sentido de la vida está presente en la libertad, y en la acción creativa. Pero también se puede descubrir en la pasión que se emplea en lo que se hace, y en la capacidad de proyectar, inventar y crear. El placer es otro de los contenidos que dan sentido a la existencia, aunque no sea el único.
Por tanto, la actitud positiva, optimista y confiada, ante lo que se es capaz de realizar, es otro de los aspectos que contribuyen a dar más sentido a la realidad vital. El ser humano es una entidad deseante que aspira a ser más, ya que quiere conseguir avanzar en su trayectoria, de modo indefinido. Como dice Julián Marías en su libro La felicidad humana: «No solemos darnos cuenta de lo que la vida tiene de perpetua innovación, precisamente por la persistencia de ciertas fórmulas, de esquemas en los cuales estamos alojados». En efecto, es cierto que la autocreación en la vida de cada persona es una tarea apasionante, ya que la improvisación y la preparación y planificación se complementan, perfectamente, si se piensa en las vueltas que dan las cosas, y en las inmensas posibilidades que se ofrecen a los seres humanos a lo largo de los años.
Lo importante para cada individuo es lo que, realmente, da sentido a su vida, lo que significa que es definible un sentido subjetivo de la existencia. Además, esto supone, que la valoración de lo que de verdad importa, es delimitable y conceptualizable, según las ideas y creencias de cada sujeto pensante.
Se entiende, por tanto, que Julián Marías haya dejado escrito que «Frente al habitual apriorismo del sentido habría que afirmar el sentido a posteriori, la actitud vital que deja que sea él quien se imponga, que sean las cosas reales las que den sentido a la vida». Lo que no significa que el materialismo consumista sea la panacea para lograr alcanzar la felicidad, dando respuestas a todas las preguntas e interrogantes.Y el puro espiritualismo o idealismo tampoco lo es.
Ya que el azar de la existencia y su irracionalidad, si bien son explicitables, son algo inevitable, porque forman parte intrínseca de la parte de aventura que tiene toda vida. La racionalidad y la prudencia son los ejes que sirven para dar una estructura estable, pero también dinámica a los proyectos y realidades de los hombres y mujeres.
Y la ilusión por conseguir avances y metas, y también por ser felices es otra de las fuentes de sentido, sin ninguna duda. Lo que, en principio, puede parecer imposible de lograr, acaba siendo conseguido, y la vida crece en nosotros de formas impensadas, y, por lo mismo, nuevas. La riqueza de lo real, y la marcha acelerada del mundo en busca de la felicidad es algo característico de la especie humana. Marías escribe certeramente que «Nuestra vida consiste en el esfuerzo por lograr parcelas, islas de felicidad, anticipaciones de la felicidad plena». El sentido de la vida se sostiene con fuerza en el riesgo, la decisión, el valor y el coraje para lograr lo que se quiere. La ambición, el deseo de superación y la lucha dan también sentido a lo que se hace y se vive.