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Las diversas corrientes filosóficas existentes enriquecen, de un modo incalculable, las posibilidades racionales de análisis, clarificación, dilucidación y reflexión acerca de los fenómenos de la realidad. Ya que lo primero es lo fenoménico, o el mundo real en el que estamos inmersos.
El afán de verdad propio de la reflexión filosófica puede ejercerse desde, por ejemplo, el materialismo filosófico de Bueno que es una metodología muy potente, y aplicable a los tres géneros de materialidad. Aunque considero que la práctica de los análisis fenomenológicos es también útil, para la comprensión de los distintos niveles discursivos y descriptivos que son captables en el mundo.
Algo puesto de manifiesto, por ejemplo, en la fenomenología materialista elaborada por el filósofo Ortiz de Urbina en su libro Estromatología, que es un tratado que reformula ciertas categorías fenomenológicas, desde una perspectiva original. También actualmente es destacable el esfuerzo realizado por Marc Richir, y uno de sus discípulos Pablo Posada en el desarrollo de una nueva fenomenología que, si bien toma el impulso en las obras de Husserl, las reelabora desde enfoques novedosos relacionados con lo preconsciente, y con los esbozos o escorzos en la percepción de lo real.
Los escorzos son, en la fenomenología husserliana, los aspectos o perspectivas de las cosas, ya que no las vemos de un modo completo, porque dependen del ángulo visual en el proceso perceptivo.Y este perspectivismo fenomenológico se ejercita también con la capacidad discursiva e intelectiva.
Existen numerosos pensadores que son fenomenólogos, entre ellos, el gran filósofo Xavier Zubiri. Por tanto, esta escuela filosófica se puede decir que goza de una indudable fuerza en el ámbito español y latinoamericano. Y desde un planteamiento ecléctico me parece positivo, ya que favorece la libre investigación humanista de innumerables cuestiones de tipo filosófico, histórico, sociológico, político, ético, religioso, etc.
La capacidad analítica y discursiva de la producción filosófica fenomenológica se aplica también a las diversas ciencias existentes. Prueba de esto son, por ejemplo, los escritos del filósofo Jesús Conill, Víctor Tirado, y de una considerable parte de los restantes miembros del Seminario de Investigación de la Fundación Zubiri.
En el libro del profesor universitario de Filosofía José Ruiz Fernández, titulado: Sobre el sentido de la fenomenología, se trazan y fijan los conceptos, a lo largo de 207 páginas, acerca de la tarea y el sentido de la fenomenología de un modo minucioso. Al respecto escribe: «Fenomenología es ese quehacer que según caso y situación, aclara, dilucida y fija aquello de que discursivamente se trata». Explicación que muestra una clara delimitación semántica de la función del juego discursivo filosófico. En el fondo de lo que se trata es de aplicar la racionalidad a lo concreto y no, únicamente, a lo abstracto, teórico y puramente especulativo.
Y es que la actividad o el juego discursivo racional no tiene fin, y posibilita la búsqueda de la verdad, o de las verdades parciales y específicas que pueden ser revisables, en ciertos casos, en un proceso que es interminable, porque depende de la suma de las investigaciones de pensadores, científicos, historiadores, artistas, etc.
Algo en lo que insiste, especialmente, Ruiz Fernández al hablar de los objetivos de la fenomenología: «La pretensión de afianzar y mantener dicha posibilidad acaba conduciendo últimamente al ejercicio de una aclaración, fijación y dilucidación fenomenológicas, es decir, al ejercicio en que los fenómenos se hacen valer en el discurso de una manera originariamente legítima». La riqueza de lo real se plasma, de un modo incuestionable, en el ejercicio reflexivo, analítico y racional de la filosofía.