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Por Salomé Guadalupe Ingelmo
A pesar de las estrictas medidas de seguridad impuestas este año sobre una capital blindada, la tradicional entrega de premios del Concurso Literario Internacional “Ángel Ganivet” se ha celebrado una vez más en el Salón de Actos de la Delegación de la Unión Europea en Helsinki.
Si bien la Asociación de Países Amigos se vio obligada a cancelar su Semana cultural, prevista entre los días 21 y 24 de noviembre, tampoco este año la sociedad de Helsinki ha renunciado al evento más importante en lengua hispana que se celebra en suelo finlandés. Como viene siendo habitual, en este acto que exalta la cultura hispana se han reunido diplomáticos, destacados miembros del cuerpo académico de la universidad finesa, escritores e intelectuales en general.

Durante el evento se proyectó un fragmento del retrato que el reputado pintor español Alejandro Cabeza está realizando al ganador de la recién clausurada edición, un homenaje que forma parte del nuestro premio desde el año pasado. Alejandro Cabeza, reconocido artista cuyos cuadros forman parte de las colecciones permanentes de numerosos museos españoles y otras instituciones extranjeras, cuenta con obra en cuatro museos nacionales españoles, diversos museos provinciales, Academias como la Real Academia Española, La Academia de San Quirce o la Academia de las Buenas Letras de Granada, ilustres universidades y múltiples Casas Museo distribuidas por diversos puntos de la Península.
Sin duda el primero digno de mención es el espectacular aumento en la participación de escritores profesionales que hemos advertido en los dos últimos años y muy especialmente en la presente edición. De hecho, si bien por motivos obvios ‒pues para nosotros la confidencialidad de las plicas es sagrada y sólo la Coordinadora, totalmente ajena a las labores del Jurado, está al corriente de las mismas‒ no daré detalles al respecto, sí puedo revelar que entre nuestros participantes ha habido currícula espectaculares, profesionales con amplias y reputadas carreras a las espaldas, autores realmente sólidos. Basta analizar, por ejemplo, la lista de nuestros finalistas para hacerse una idea de la calidad media de los textos a concurso. Aunque la impresión que se saque será forzosamente parcial, toda vez que muchísimos magníficos escritores con carreras igualmente brillantes, por exigencias de nuestras directrices ‒no sobrepasamos nunca los veinte finalistas‒, no han podido entrar en esa lista y sus nombres, por tanto, permanecerán siempre un misterio.
No obstante, esencial y muy enriquecedora se revela también la participación de escritores aficionados con mayor o menos experiencia previa en estas lides. Ellos, con sus aportaciones, a menudo introducen un viento fresco muy de agradecer. No pocas veces los noveles son capaces de proponer puntos de vista realmente originales e innovadores. Además, únicamente por pudor o falta de confianza en las propias posibilidades, frecuentemente mucho talento se conserva escondido en los cajones de personas anónimas. De hecho también algunos de nuestros finalistas cuentan con curricula no tan imponentes aunque sin duda prometedores. A veces se trata de personas bastante jóvenes o, por el contrario, de edad alcanzada. Ambos casos, por motivos diversos y hasta cierto punto opuestos, a título personal, me resultan admirables: toda mi fe en el ser humano descansa sobre quienes quieren ofrecer algo a su semejantes desde muy temprana edad y sobre quienes, después de muchos años de servicio a otros, todavía quieren seguir ofreciendo con entusiasmo y confianza en que su obra resulte de utilidad.

En resumen, entre los muy diversos perfiles que componen el conjunto de nuestros concursantes, hemos alcanzado este año una participación altísima, en concreto de 1.204 escritores. Hemos acogido, literalmente, a concursantes de los cinco continentes. Han llegado textos en español de lugares tan exóticos como Nueva Caledonia, Singapur, Botswana, Uzbekistán o las Islas Caimán, sólo por poner algunos ejemplos. Algo especialmente sorprendente si pensamos que se convocaba la modalidad de Poesía, que tradicionalmente cuenta con menor seguimiento que la de Cuento. Cabe indicar que, comparado con la modalidad de Cuento, se ha advertido un descenso de la proporción en la participación española respecto al resto de países hispanohablantes, lo que induce a sospechar que los españoles se sienten más intimidados por el género poético. Sin embargo ha sido significativo el aumento de la participación cubana y colombiana, que han crecido de especial forma respecto a la de las dos nacionalidades generalmente más involucradas en este certamen después de la española, es decir la mexicana y la argentina. Especialmente satisfactorio me parece también el que se hayan sumado a nuestro proyecto escritores de países centro y sudamericanos cuya participación precedentemente era nula, o que hayan aumentado las presencias antes únicamente aisladas.
La composición de los participantes ha sido básicamente la siguiente: 295 españoles, 232 argentinos, 122 cubanos, 120 colombianos, 101 mexicanos, 59 chilenos, 44 venezolanos, 42 uruguayos, 33 peruanos, 29 brasileños, 12 nicaragüenses, 11 dominicanos, 11 ecuatorianos, 9 guatemaltecos, 7 panameños, 7 salvadoreños, 6 hondureños, 5 paraguayos, 5 puertorriqueños, 4 costarricenses, 4 portugueses…
Todo ello demuestra, por encima de cualquier otra cosa, que el español está poderosamente vivo a lo ancho de todo el mundo. A menudo es custodiado, en tierras lejanas, por personas excepcionales con fascinantes vidas que tienen la generosidad de contarnos, al menos parcialmente, a través de sus obras. Personas que muy a menudo, por uno u otro motivo, se han visto obligadas a abandonar sus países de origen o son hijos de quienes lo hicieron antaño; pero que, aun así, han conservado celosamente su lengua de origen y la cultura a ella asociada.
Y esto entronca con otro aspecto que me parece esencial poner de manifiesto. Si bien todos los años, ya convoquemos Cuento o Poesía, una buena cantidad de concursantes nos presentan obras de claro contenido social, donde el autor revela sus preocupaciones por el entorno que le rodea, en la presente convocatoria el aumento me parece notable. En concreto me gustaría subrayar que no pocos han abordado el argumento de la violencia desde muy diversos ángulos, pero siempre con manifiesta preocupación. La violencia, por ejemplo, en sociedades como la mexicana ha sido recurrente. Pero también la violencia ejercida sobre poblaciones a las que se obliga a convertirse en refugiados: sobre quienes pierden hogares y lazos culturales y, arrancadas sus raíces, han de vagar privados de patria. Muchas veces, privados incluso de la esencial hospitalidad de una de acogida. Creo que es digno de reflexión el que a tantos de nuestros autores les haya conmovido este argumento precisamente ahora. Otros han indagado sobre los vínculos entre la violencia actual y la que justificó genocidios en el pasado, por ejemplo durante la Segunda Guerra mundial. Hay quienes se han centrado en la violencia de género o en la racista, en la ejercida sobre el oponente político o sobre la inocente infancia.
Pero también hemos asistido a muchas reflexiones sobre la propia literatura, lo que demuestra el respeto que nuestros autores nutren por una disciplina que desarrollan con plena conciencia de sus responsabilidades.
Por supuesto estas son sólo algunas de las muchas consideraciones que sugiere la evolución del concurso. No obstante, nuestros participantes y simpatizantes podrán encontrar, prácticamente en tiempo real, información detallada sobre las novedades referentes al certamen en su recién estrenado Blog y también, como siempre, en la Web de la Asociación Países Amigos.
Allí podrán consultar el acta de fallo con la lista completa de los diecinueve finalistas cuyos trabajos han sido considerados dignos de tal distinción por parte de nuestro Jurado ‒condición que a ellos, obviamente, ya les ha sido comunicada‒ y el ganador. También desde allí podrán acceder a la lectura de la obra ganadora y podrán contemplar algunas fotos tomadas durante la entrega de premios.
Para concluir, me enorgullece poder decir que en la mayoría de nuestros concursantes se advierte la voluntad de que su obra sirva para mejorar al ser humano, para poner de manifiesto las deficiencias de nuestras sociedades o los defectos de nuestra propia naturaleza. Siempre con el afán de corregirlos entre todos. Creo que la mayoría de nuestros autores se revelan, como pienso debería ser todo autor, personas esencialmente solidarias.
No menos orgullo nos causa la enorme fidelidad por parte de nuestros participantes. Es muy usual que quienes participan una vez, repitan en años sucesivos e incluso de forma ininterrumpida. Y es esto algo de lo que nos sentimos especialmente satisfechos. Si bien nos entusiasma la nueva llegada de escritores que nos han descubierto sólo hace poco y se acercan por primera vez a este certamen.
Por supuesto, las puertas de nuestra asociación permanecen también abiertas ininterrumpidamente para todos aquellos que deseen unirse a nosotros como socios o simpatizantes. Y muy especialmente a las instituciones, embajadas, ministerios y otras, que decidan apoyar nuestros esfuerzos en favor de la conservación de una lengua que es la de sus ciudadanos; que nos une y nos hermana.
Para más información:
+358 44 335 5160
www.facebook.com/paisesamigos
Imágenes:
Monumento homenaje a Ángel Ganivet en la Alhambra de Granada por Alejandro Cabeza
Fotografía tomada durante la entrega de premios en Helsinki: Pedro Ávila (presidente de la A. P. A.) y Timo Riiho (presidente del Jurado del Certamen Literario Internacional “Ángel Ganivet”)
No es probar suerte, es estar a la altura de la mejor literatura y de la alta espiritualidad humana, hoy que sólo parece importar el consumo y donde las últimas noticias son de guerra y muerte. El Ángel Ganivet hace la diferencia, y salva el asombro herido de los hombres, escibimos a él y en él y lo volveremos hacer, no por probar suerte sino porque hay que hacer la diferencia por ley del equilibrio universal, porque el Gavinet convova a ello desde la literatura por el bien del alma humana, desde Cuba una felicitación.
Estimado poeta:
En efecto nosotros también estimamos que es obligación moral hacer la diferencia. Por eso supone un privilegio y un honor para este certamen poder contar con la participación de profesionales que, como usted, con sus obras, cimientan el verdadero progreso humano.
Un cordial saludo
Salomé Guadalupe Ingelmo
Sra. Salomé Guadalupe Ingelmo:
Después de haber leído su reseña sobre el Premio Ganivet de este año, me asalta una preocupación creo yo, muy bien fundada con respecto a sus comentarios; en especial a su criterio y según parece de otros muchos conocedores del tema literario a que se refiere este año el certamen sobre cuándo se “es” o no “es” un Poeta “profesional.”
Mi preocupación y la hago extensible a mi hija también poeta como yo, es con respecto al hecho de que usted (y como he visto y deduzco por sus propias palabras) otros intelectuales y especialistas en literatura, catalogan, sin miramientos, a un “verdadero poeta” por su currículo (estoy citando sus propias palabras) y otros, por su escasa presentación ante el público entendido y dispuesto a saborear la poesía, por deseo expreso del poeta o por dificultades ante la dantesca economía editorial, como simples aficionados.
Perdóneme usted si la desmiento pero los poetas nacen, no se hacen. Es posible que la vena poética no aparezca hasta pasados los sesenta; puede que esa gracia divina llegue con muy corta edad, puede que no llegue nunca o se desarrolle después de los treinta, eso no es relevante, señora. Lo importante en estos casos es que hay dos tipos de poetas “LOS QUE LO SON Y LOS QUE JAMÁS LO SERÁN” por mucho que se esfuercen.
Otra verdad inconfundible y verdadera es el refrán que reza entre los poetas cubanos de todos los tiempos “O EL TEXTO ES POESÍA O NO LO ES” sin términos medios. La poesía corre por las venas del que la escribe. La poesía está en el corazón, en el alma de los poetas y en sus sentimientos. Estos son verdaderamente los medios curriculares de los que un poeta se vale para hacer que su vida tome sentido, para llevar a los demás un pedacito de su amor, su dolor, sus ilusiones y su filosofía del día a día. Lo demás, señora, es pura especulación de algunos que creen que saben lo que es ser un poeta.
Gracias por su tiempo.
I.A.Temes
Estimado I. A. Temes:
Me siento en la obligación de puntualizar que usted ofrece una interpretación libre, muy libre, de mis palabras. Observará, si lee detenidamente, que en ningún momento yo identifico la profesionalidad con un determinado tipo de curriculum. Mucho menos, si cabe, reduzco un curriculum a la formación académica de un escritor o a las obras que haya podido publicar. Por lo demás, las claves que hacen de un poeta, de un escritor en general, lo que es, indudablemente, se pueden considerar discutibles. No obstante, seguramente, no es éste el lugar más apropiado para argumentar en profundidad. Sólo añadiré que no es nuestro hábito, pues respetamos enormemente a todos nuestros concursantes y sus trabajos, “catalogar”. Ya que, en efecto, para nosotros nunca se revelan excesivos los “miramientos” que sobre ellos vertemos.
Reciba un cordial saludo
Salomé Guadalupe Ingelmo