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Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, España, 1973). Ha publicado los libros de poemas Leyendas del Promontorio, Diario de un destello (traducido al francés y publicado en Francia bajo el título Journal d’un scintillement), Los ojos de la niebla, Croniria (traducido al inglés y publicado en Estados Unidos con el mismo título) y Las pequeñas espinas son pequeñas. Asimismo, su obra ha sido reunida en las antologías personales La acacia roja, Un sueño dentro de un sueño y A las órdenes del viento. Como traductora, ha publicado Poemas de amor, una selección personal de poemas de Edgar Allan Poe y Mira lo que has hecho, recopilación de la obra poética de Gordon McNeer. Ha sido galardonada con el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren, el Premio Antonio Machado en Baeza y el Premio de Poesía Jaén. Licenciada en Filología Inglesa, su obra poética ha sido parcialmente traducida a diversas lenguas e incluida en numerosas antologías y publicaciones literarias tanto en España como en muchos otros países.
LA CADENA
Finjamos que no soy quien digo serme.

Pongámonos a hacer suposiciones.
¿Qué tengo yo de mí?
¿Y de ti, tú que tienes?
No es fácil de explicar, pero un humano
es una breve frase de una conversación
que vaya usted a saber quiénes mantienen.
Y como toda frase,
muere casi al nacer. Impulso efímero.
Se marchita veloz al roce con el aire,
apenas tiene tiempo de afirmarse,
de decir, por ejemplo:
esto habría que cambiarlo
o bien
quiero imitar el canto de ese pájaro.
Es tarde ya, el calor
presente e inmediato
habla ya de repente de otra cosa
en una ciudad nueva o quizás en la misma
con otras ropas, con distinto acento.
La conversación sigue, eterna e insistente.
Pero yo ya no estoy. Ni a ti te veo.
¿Cómo saber entonces quién ha muerto?
EL AMOR
De todas las partículas elementales
los quarks son –sin dudar– mis favoritas.
Igual que los humanos
pueden ser up o down,
extraños o encantados.
Se agitan tricolores como muchas banderas.
Forman prácticamente toda la materia.
Por ejemplo tu hígado, el suelo o una avispa.
Y lo mejor de todo: nunca se encuentran solos.
Cuanto más se distancian, más ligados están.
(Qué prodigio, y al tiempo, qué familiar me suena)
Los físicos sentencian: es confinamiento.
Dante lo llamó amor.
Y yo comprendo
que estamos hechos de algo que tiende a la unidad.
Los quarks nos lo demuestran:
alegría en soledad equivale a tristeza.
Ahora ya entiendes por qué vives cuando amas.
Ahora ya sabes
que el principio del mundo ocurre cada día.
BALADA DE FRANKENSTEIN ENAMORADO
Cruza callado la avenida oscura
como un río que hacia el mar camina.
Sus pasos son un himno
a la vida infiltrada en el alma de la muerte.
Están fijos sus ojos en esa ventana,
apresados al borde de la luz en la noche.
Las horas pasan inertes por su carne
que es a cada instante tierra y cielo.
No le teme a la lluvia que no puede mojarlo
ni al invierno que hiela sólo a quienes no sienten.
Sabe todo del frío, también lo sabe todo
del umbral cuya puerta sólo el amor traspasa.
La ventana se apaga, luciérnaga difunta,
y con ella se apaga el corazón de Frankenstein.
¡Qué eclipse de vinagre sin sentido!
Solitario fantasma, de pie sobre la acera,
implora el resplandor que se le niega.
Amor mío, enciéndeme tu alcoba.
Te lo suplico, déjame acompañarte
en este corto viaje dirección al destino.
Vacíame del barrote y del cuchillo,
dame un amanecer de orilla nueva.
¿Me reconoces? Renazco en tu semilla,
soy el ayer crucificado indemne.
Desde muy lejos llego a tu alféizar despierto
y estoy solo con toda la herida de los años.
Quiero hablar con los ojos que te ensanchan,
escuchar el rumor en tu suspiro.
Libérame por fin de mis grilletes.
Soy Prometeo desencadenado,
quiero robar el fuego y devolvértelo,
santificarme en la antorcha de tu boca.
No me asusta la vida aunque la amo.
No me asusta la muerte, soy su hijo.
Lo que no pudo la calavera helada
ni el olvido de dios en pozo seco…
lo podrá la esperanza enamorada.
Fotografía: http://es.forwallpaper.com
Con cesión de derchos de autor.