Racionalización de la industria cultural

Racionalización de la industria cultural

Jesus Millan Munoz
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“Racionalización de la industria cultural”.

                        ¿Cuántos escritores existen en el mundo o en cada territorio? ¿Cuántos artistas plásticos, cuántos compositores de música, cuántos autores y creadores a y en todas y cada una de las artes, y del resto de saberes…? ¿Debemos plantearnos si la autoría o creación o búsqueda o investigación sobre los diversos aspectos de la cultura y en la cultura, es diríamos, uno de los sectores que no se ha industrializado que ha quedado más obsoleta?

                        – En un mundo que se conocen, por territorio, al menos en Occidente, cuántos panaderías existen o cuántos odontólogos, alguien conoce, en ese mismo territorio equis o zeta, cuántos artistas plásticos existen, cuántos filósofos o pensadores o ensayistas, cuántos escritores, cuántos compositores de música, cuántos matemáticos, cuántos…

                        Me temo que nadie. Y lo primero para estudiar un hecho o fenómeno es la cuantificación. Es decir, cuántas especies de seres vivas existen en un nicho ecológico, y después la cantidad de individuos de esas especies, y seguidamente, estudiar sus biotipos, sus hábitos, sus relaciones, su ser o su estar.

                        En las artes y en el resto de saberes humanos ortodoxos, en los terrenos de la cultura, creo que debería suceder algo parecido. Saber y conocer cuánto de cada actividad existe en cada territorio.

                        Ciertamente existe un peligro, que una sociedad equis, acabe siendo una no-democracia, una dictadura o una tiranía, lo cual, conociendo listas, pongamos por caso de escritores, sean mayores o menores en calidad o en nombre o fama o prestigio, sería muy fácil conocer ese dato, que podría esas no-democracias hacer el uso que quisiese.

                        Este sería un motivo de preocupación. Pero de todas formas y maneras, los sistemas de control de la información, con las tecnologías actuales, son tan imperiosos e ingentes y elevados, que daría lo mismo, porque al final, cruzando datos, se conocería cuántos escritores, que es el caso que hemos indicado existirían en ese territorio.

                        – En todas las actividades humanas, existe un mayor o menor grado de racionalidad, es decir, de estudios, de conocimientos, de metodologías. Pero en el campo de las artes, cada una de ellas, en el terreno del saber ortodoxo, existe una especie de “anarquía cultural”. Todo parece estar legislado, y nada está legislado. Todo parece está controlado y todo parece no estar controlado.

                        En un terreno en el cual, se dice que el talento es esencial, y por consecuencia, nadie sabe dónde estará el talento ahora, o cual de los millones de obras de una actividad equis, de un arte de ahora, cual serán las obras geniales de hoy dentro de un siglo.

                        Posiblemente puede que existan un millón de escritores actuales en el mundo, puede que existan un millón de autores plásticos en el mundo. De mayor o menor calidad, que se dediquen a esa actividad y a otras para vivir y sobrevivir…

                        ¿Pero cómo racionalizamos una actividad, una industria cultural, que tiene multitud de aspectos y de materializaciones? ¿Cómo intentar conocer, lo que se produce, si los autores así quieren que se conozca, y cómo intentar que un diamante no se pierda entre un millón de granos de cebada…?

                        Decir, como en el mundo cultural se piensa y se siente y se expresa, qué hoy un Quijote no se perdería, es una boutade en el mejor de los casos, porque cómo sería hoy un Quijote, y quién y en dónde y cómo se haría. Y quizás, el autor de ese Quijote esté metido en una isla del mundo o en un barrio de una gran ciudad. Y no es capaz de llegar a la gran industria cultural, ni siquiera aunque haya realizado autoediciones.

                        – ¿Qué hacer entonces?

                        Aconsejaría que se créase un debate nacional, en cada territorio, con esta simple pregunta, como racionalizar la industria cultural, qué se podría realizar que no se hace.

                        En segundo lugar, crear centros de documentación por especialidades, para que voluntariamente, quién quisiese, sin selecciones previas, todo autor, en una especialidad pueda apuntarse, enviar su curriclum. Por lo cual, habría centros de documentación virtuales, en cada una de las especialidades, filosofía o pintura o arte plástico o literatura o música o…

                        Incluso centros virtuales, si los autores quieren, para conservar las obras para el futuro, sean en imágenes o fotografías o sean en textos registrados según la propiedad… Porque cuántas obras en el mundo, de todas y cada una de las actividades se perderán y se destruirán cada año, por diversas razones. Al menos que quedase para la posteridad, una fotografía o los textos escritos…

                        Analizar la cuestión de la “selección” de autores y de obras, si se hace de la forma más racional y más justa y más imparcial posible. Para esto hay que estudiar esta cuestión y qué proposiciones se podrían hacer. Un autor tiene dos problemas, a una edad suficiente, y después de mucha experiencia, de muchos fracasos, ya no sabe si su producción tiene algún valor.

                        Alguna vez he pensado, que existiese comités, digamos de cincuenta personas, que de forma anónima, analizasen la misma obra, de un autor. Y diesen su parecer. Sea en música o sea en plástica o en literatura o en filosofía…

                        Para eso, podría existir diríamos una especie de “petición”, un autor equis, solicitaría a ese comité, que sus miembros serían secretos, que valorasen su producción cultural, por lo cual, ese autor en esa rama, debe llevar al menos diez o veinte años, y que ya haya producido una cantidad equis suficiente de esa actividad, sea en matemáticas, sea en física teórica, sea en filosofía, sea en artículos periodísticos, sea en literatura, etc.

                        Al final, esa plataforma intermedia, que recibe las peticiones, le enviaría a esos cincuenta seleccionadores o analistas, las obras de cada autor. Y estos le responderían al cabo de un tiempo, limitado, su parecer.

                        Ciertamente, no podrían analizar muchos autores, pero sería una manera, de intentar saber, el mismo autor, si vale la pena seguir o dejarlo. Porque no es solo doloroso el fracaso, no es solo doloroso saber que la producción se pierde y se destruye, al cabo del tiempo, cosa que hoy, se podrían crear documentales virtuales para que no sucediese, sino saber, es aún más doloroso si debe continuar, o debe dejarlo, no saber el valor de su producción, aunque lleve en ello, diez o treinta o cincuenta años…

                        ¡Abramos este debate…!

http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm  © jmm caminero (02 marzo-07 abril 2019 cr).

Fin artículo 1.606º: “Racionalización de la industria cultural”.

 

 

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