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Que Todos Sean Ignorantes, Qué Progresista
La idea es que nadie sepa nada porque los que saben algo son los ricos. Que el que no estudia saque el mismo resultado que el que sí estudia. El que no hace nada tiene que llevar el mismo título que el que sí hace. Porque los que estudian son los ricos.
El progresismo angelical identifica simplonamente la élite cultural con la élite económica. El que no estudia es porque es pobre, los que estudian lo hacen porque son ricos. Pero yo he visto montones de ricos zafios y vulgares que no tienen interés por saber nada. El dinero para ellos lo suple todo. Y he visto pobres que están deseando saber. Yo vivía con diez personas en dos habitaciones y estaba deseando saber.
Pero hay que imponer un igualitarismo de guillotina. Desanimar el conocimiento, que nadie sepa nada, que nadie sobresalga, que nadie saque ni un dedo. También para que nadie destaque los médicos en los hospitales deberían mantener a todos enfermos. Todos con el pelo cortado a cepillo. Y pasarás al curso siguiente tanto si estudias mucho como si no estudias nada. De esa manera se puede llegar a ingeniero o a médico. Qué paradoja, la madre quiere a toda costa que apruebes a su hijo aunque no haga nada, pero exige que el médico que lo atienda tenga buena preparación, que no haya obtenido el titulo de esa manera.
Pero la ignorancia es tan democrática y progre. El partido progre y los periódicos progres jalearon la Logse, que condenó a España a la ignorancia. Y cada vez que gobierna, aunque sea en la cuerda floja, quiere imponerla otra vez. Quita las Humanidades y pone tecnologías. Quita todo lo que ayuda a expresarse, a reflexionar, a saber de dónde venimos, a desarrollar la sensibilidad. Porque no hay que cultivar hombres, sino fabricar tornillos útiles para la producción. Y trata el castellano como si fuera una lengua extranjera. Qué progresista.
Yo estoy a favor del Psoe en muchas cosas, no vayan a equivocarse. Pero no creo que todo lo haga bien, en absoluto. Como aquella idea absurda de eliminar el dinero y exigir tarjetas a todos. Ya me imagino a los mendigos de la calle pidiendo una litrona con su tarjeta y acudiendo a una máquina (porque ya los empleados no quieren atender) para actualizar su saldo. Y en Educación es un desastre. No me encierro en ningún partido, en ninguna doctrina. Soy libre e inclasificable como Unamuno. Mi mente tiene siempre las ventanas abiertas, no admite encierros, y quiere contactar con la vida. Y le digo libremente lo que veo a quien sea.
Es terrible que nos domine el simplismo, que haya que decir que sí a todo o que no a todo. Que pocos tengan libertad interior o independencia, que pocos preserven su libertad de juicio. Que juzguen cada caso por separado en lugar de coger paquetes enteros sin importar lo que haya dentro. Y que un partido que dice defender a los trabajadores condene a los trabajadores a la ignorancia no me parece ni una pizca de progresista.
Dios mío, a qué cosas llamamos progreso. También mi médico cuando tenga cáncer me dirá que no tengo nada y será muy bondadoso por eso. Y extenderá certificados de salud aunque a mansalva aunque todos estén enfermos. Igual que el profesor me dice (por obligación legal) que ya estoy preparado aunque no tenga ni idea de nada y es muy bondadoso por ello. Muchos creen que las notas no son un informe (fulanito sabe o no sabe, está preparado o no está preparado) sino que los aprobados son monedas que uno reparte a su capricho. Me acuerdo de un tipo tan progre que ante una clase en que nadie hacía nada decía : yo los apruebo a todos. Y si reparte muchos (aunque sean papel mojado) es tan bondadoso, tan progresista. El cachondeo se convierte en progresismo.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR