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Profetas gemelos del pesimismo
José de María Romero Barea
La impopularidad básica del novelista francés logra paliar nuestras frustraciones: las aberraciones del misántropo alemán nos permiten asimilar los contratiempos. Reciclador de tendencias, el Premio Goncourt 2010 transforma la adversidad en conocimiento. Los controvertidos puntos de vista del iconoclasta centroeuropeo “rechazan por completo la tradición judeocristiana” (traduzco del inglés, al igual que ocurre en el resto de citas). Las polémicas en las que se afanan los dos agregan apéndices vitriólicos a nuestros enfrentamientos, al tiempo que denuncian los múltiples yugos que esconden las ideologías.
Si para el austriaco Ludwig Wittgenstein (1889-Cambridge, 1951), “ávido lector de Schopenhauer”, los enigmas intelectuales que causan desazón son, al mismo tiempo, formas de terapia, las narraciones del poeta Michel Houellebecq (Saint-Pierre, 1956), “un repertorio de perversiones sexuales que incluyen la pedofilia y la bestialidad”, a la vez que entretienen, reabren las heridas de un falso consuelo. Del filósofo Arthur Schopenhauer (Gdansk, 1788-Fráncfort del Meno, 1860), “un modelo para cualquier filósofo futuro”, según el ensayista galo, deriva la idea de que nuestra fe está contaminada y requiere de purificación.
Nuestro occidental desvarío descansa en estos dos “profetas gemelos del pesimismo”, según el periodista británico Daniel Johnson (1957), quien, en el número de abril de la revista londinense The Critic, compara a estos héroes de la postmodernidad que buscan, como cualquiera de nosotros, la redención a través de las palabras. Profundiza en el ideal europeo el autor de Ampliación del campo de batalla (1994), ensalza su cultura. A la nobleza de espíritu contrapone el pensador de El mundo como voluntad y representación (1859) las debilidades de la carne, “el más allá del mundo empírico de los fenómenos, cuya realidad última es la voluntad ciega y autodestructiva”.
Los miedos son útiles en la medida en que promueven la cognición. Según el protagonista de Sumisión (2015) otras religiones buscan dominar nuestra ilustrada descreencia. “Dos ilusiones fatales: la individualización y el libre albedrío” centran los ataques del autor de Parerga y paralipómena (1862), consejos obvios, irremediables o contradictorios sobre cómo superar problemas existenciales, “que deleitan tanto a Houellebecq que traduce largos pasajes para su propio disfrute”.
Siempre en crisis, la obra de ambos aboga por una guerra de liberación de la incultura. “El único antídoto”, concluye el colaborador de The Times Literary Supplement, “es volver a una filosofía aún más oscura que el nihilismo de nuestros días”. Todo rechazo se explica satisfactoriamente en términos de la voluntad de vivir, sostiene el erudito de la berlinesa Universidad Humboldt, disponible en castellano en Trotta editorial, “mediante el desapego total de todo pensamiento y deseo”, a lo que el Premio Austriaco de Literatura Europea 2019, editado en nuestro país por Anagrama, replica que el afán de existencia desemboca en la felicidad.
La apropiación que lleva a cabo en su artículo el comentarista de Neoliberales alemanes (1989) amalgama los nacionalismos excluyentes tan en boga últimamente. Si “solo ellos perciben lo sublime, alejándose de la voluntad y sus intereses”, se embarca el fundador de la revista Standpoint en una escandalosa lectura de dos creadores cuya intelectualidad nos insta a liberarnos de las influencias alienígenas del exterior para llegar al interior, aborrecer el espíritu comercial y el materialismo que se interponen en el camino de nuestra redención.
Sevilla 2020