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Si él quiere no diré NO.
Sé que le amo,
sé que congeniamos,
que nos atraemos,
“el tren está pasando”.
Si él quiere no diré no,
no sé quienes son sus padres,
no conozco su religión,
¿perder tiempo en preguntarle?,
pues vean, creo que no.
El tren pasa por mi puerta
y voy a subirme en el,
puede que no venga otro
por esta amable mujer,
cansada de esperar,
que puedo ser yo.
Si él quiere no diré no,
y luego de acompañarle sabré
lo que piensa de mi, sus planes,
o si me dirá adiós.
Eso también lo sabré.
Una señora en apuros.
Se ha enamorado de nuevo
y ya es toda una mujer,
adulta.
Le ha pasado de nuevo,
¿será la última vez?,
o será otra vez de tantas,
yo no lo sé.
Pero es… una señora en apuros
que lo está pasando mal,
no sabe si su amor irá hacia adelante
o si no se moverá,
si se burlarán de ella
o la amarán por piedad.
Mientras, va quedando en ella,
el dolor, el sinsabor,
el sufrimiento, la incertidumbre
y también, el llanto.
Por perder el tiempo.
Se quedó en la calle,
ese hombre, ahora
pasa hambre.
Por perder el ritmo
que no le convencía
pues fue muy cabezón,
se ha quedado atrás,
y ahora,
es un miserable.
Anda solo por el mundo
viendo a los seres que conoció
que le señalan con el dedo
mientras piensan:
“Mira que mal le fue,
mira como quedó solo”.
Y es cierto.
No se conocida.
Desde abajo, donde se haya
puede ver, sentir en ella
tantas cosas,
desde ahí se siente grande
en experiencias,
aunque a los ojos de los hombres
sea la más pequeña y pobre,
la que quedó en la memoria de tantos,
más no en su vida.
Esa es ella, no fue otra,
y aunque ahora es “doña Nadie”,
siente en ella el alma grande
y aunque le pese no haber luchado
por ser como los demás,
mucho más le pesaría
el llegar a ser uno de ellos,
a la par que una ignorante.