Poemas de José Luis García Herrera

Poemas de José Luis García Herrera

Carlos J. Rascón
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José Luis García Herrera (Esplugues de Llobregat – Barcelona, España), 1964. Poeta, narrador y crítico literario. Fundador de los premios literarios “Ciutat de Sant Andreu de la Barca”.

Ha publicado 24 libros de poesía. A destacar: Lágrimas de rojo niebla (Premio Villa de Martorell, 1989), La ciudad del agua, Los caballos de la mar no tienen alas (Premio Villa de Benasque, 1999), El guardián de los espejos, Las huellas del viento, Mar de Praga (Premio Blas de Otero, 2004), La huella escrita (Premio Mariano Roldán, 2007), Las huellas en el laberinto, Cuaderno de Britania (Premio Juan Alcaide, 2010), Hielo, El lento abandono de la luz en la sombra, La luz del frío y Mares de Hierba (Premio Miguel de Cervantes en Armilla, 2015).

En narrativa ha sido finalista de los premios “Villa de Torrecampo” y “Tierra de Monegros”. Ganador del premio “Villa de San Esteban de Gormaz”.

 

 

ACTA DE FE

José Luis García Herrera
José Luis García Herrera

No pretendo ir más allá de donde he venido.
Que sean otros quienes jueguen su fortuna
en saltos de acrobacia y búsquedas sin norte
en el amplio claustro de las huellas lejanas.
Sólo sé que anhelo conocerme a mí mismo
desde los roquedales de la soledad y desde el mar
que tiñe de azul la sal de mis palabras.
Quede la eternidad en el mármol rojo de la ira
y en la placa oxidada de la envidia. No deseo
beberme la pócima secreta de la inmortalidad
ni dejar en mis versos el perfume agreste
que despliegan las hierbas en el camposanto.
Al fin, soy nada más que alma en pena
con tiempo hipotecado, deudor de un amor de mujer
que no merezco, afortunado aprendiz de poeta
que halló felicidad haciendo lo que más quería:
amar y ser amado,
y escribir.

 

PRIMERA NOCHE EN PRAGA

Para la primera noche
cálzate las viejas sandalias del asombro.
Vístete la sombra estrecha del centinela y la sed
del emisario que agota la luz de la jornada.
Olvídate de mapas y de horarios. Un río humano
te conducirá al epicentro de la magia, al centro
de una plaza donde cada esquina ensalza
las alas barrocas del prodigio.
No importan los nombres, ni las fechas perdidas.
La memoria olvida las palabras
que no duelen como un puñal con filo azul de fuego.
Da una vuelta de trescientas sesenta grados
sobre la losa oscura del pasado. Y al detenerte
suelta el aire denso que oprime tus pulmones.
Recuerda por siempre este momento. Jamás lo olvides.
Por más veces que gires, anhelante, sobre ti mismo,
nunca más volverás a descubrir en las telas de la sangre
el juego de las luces escalando por la piedra,
ni encontrarás, cuando regreses al día siguiente,
las huellas que dejaron –rosas de carbón-
las sandalias del asombro.

 

LECCIÓN PRIMERA

Acostúmbrate a morir cada noche
y a no darte por vencido. Aprende
las leyes no escritas de la vida y respeta
el orden en el que todo sucede.
Aunque nada sucederá si tú no lo provocas.
Haz de la caída un milagro y recuerda
que todo sacrificio responde a una victoria.
Acostúmbrate a que las heridas de ayer
sean memoria al borde del olvido, a que nada
perdure más allá de tus huellas, a que la noche
cubra de sombra la línea de tu sombra.
Recuerda que la palabra no nace del silencio
ni el amor se cobija en la región del abandono;
que todo lo dicho no mata cuando hiere
ni el corazón oculta su espalda a las traiciones.
Acostúmbrate a ser pasajero en la barca de la muerte,
pero no te des por vencido
porque vayas perdiendo vida mientras la vida pasa.
Acostúmbrate a nacer a cada instante.

 

SOBRE EL PÁRAMO AGRESTE

Escribo para no morir. Ese es mi oficio.
Unir palabras sobre una estepa blanca
donde no caben las mentiras y la verdad duele
aunque cure todas las heridas que no he visto.
Hablo contra el viento para escuchar
todo lo que he escrito antes de que el día
fallezca entre las fauces de la noche.
Son palabras que queman en la piel
los días vividos en el majal de la rutina,
en el apeadero de los sueños rotos
y en la cantina de las promesas incumplidas.
En los amaneceres de la nada escribo
para no morir, para saberme hombre
entre las calles que nadie recorre
llamándome con la voz de los milagros.
Escribo para quien, un día, quizá lejano,
encuentre entre mis versos un ápice de esa vida
que he ido dejando -gotas de sangre o tinta-
sobre el páramo agreste de todos mis silencios.

 

URQUATH
(loch Ness)

Desde las ruinas construimos el futuro,
edificamos el pasado y levantamos las leyendas.
Cada día nos reinventamos desde la derrota
que sufrimos cada noche al acostarnos.
La vida es vivir y morir
en constante ejercicio de luces y de sombras.
Como estas sombras de tiempos destronados
que proyecta el castillo de Urquath
sobre las aguas gélidas del lago.
Como el misterio que encierran las aguas
en su fondo limoso; entre las algas
que cobijan huesos rotos y espadas,
que narran por su filo la brevedad de la vida,
la inmensidad de la nada y el óxido de la sangre
que tiñe de venganza el frío de la carne.
Entre las ruinas camino invocando el pasado.
El futuro es un camino que no ha cruzado nadie.

 

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Anonymous
Anonymous
3 years ago

Magnifica prosa poética.

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