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Pizarras de Agua
A Cerca del Libro “Pizarras de Agua”, De Isabel de Rueda
Sevilla. Editorial Autores Premiados
por Manuel Senra |
Es la suya una poesía intimista y sensual, que se mueve en las antípodas de esa retórica trasnochada o cursi -insoportable siempre-, por esa razón ella toma atajos menos espìnosos, a la vez que, con sencillez machadiana, emplea un lenguaje claro y directo. De ese modo va creando una atmósfera poética colmada de matices y recursos -con un estilo cuidado y actual-, al tiempo que indaga en las preocupaciones del ser humano por las cosas que dan sentido a la existencia.
La naturaleza y el amor son dos constantes en su obra. Y ahondando un poco, se ve enseguida que se trata de un poemario tan lúcido como fresco; y tan enriquecido con bellas imágenes y originales metáforas, como de extraordinaria creatividad imaginativa. Mimbres tan bien entrelazadas hacen que surjan momentos que emocionan sinceramente al lector.
El agua es -río, mar, arroyo, fuente, lluvia, nieve- un icono que, conjuntamente con el amor y la naturaleza, construyen ejes en torno a los cuales giran los sentimientos de su yo poético; en tanto la mano firme con que abre las ventanas de cada verso, va creciendo Pizarras de agua: sin duda, un hermoso poemario.
El libro se divide en dos partes: la primera se titula “Acordes de agua”, y “Oír al mar” compone la segunda. En esta, la presencia del mar surge como una naturaleza medular y epifánica. Ya en el primer poema, La fuente, comienza a notarse una poesía reflexiva, gracias a su honda experimentación con el lenguaje. Y en el poema titulado Ungida agua, la autora evoca recuerdos de la primera juventud: Correr por los jardines de los trece años / jadear / por oscuros arriates aquellos versos / y ser princesa / con tu lápiz de labios y aquella blusa / que marcara tus pechos incipientes. O el segundo verso de la última estrofa: … de loca cuchillada ungida en agua. O en el poema de EL beso, salpicado de gotas de romanticismo: Como una enferma flor un verso helado / un glaciar / un beso que no es beso / remando hacia otra orilla. Y de nuevo aparece otro poema que evoca su juventud (dedicado, en este caso, a su madre): El río de Cartuja: Me enseñaste / a preñarme de azul en los colores / acuíferos de un río…
La segunda parte del libro cambia poco de cuanto se ha comentado ya en la primera parte. Continúan los poemas normalmente cortos, y siempre con la presencia del mar, aunque también del amor, la naturaleza, los sueños…
Y en el poema que da título al libro, Pizarras de agua: Yo tengo una palabra en la garganta / una pizarra / de agua entre mi lengua, la demencia / de un sueño tengo entre mis labios.
Isabel de Rueda nació en Jerez de la Frontera. Cursa estudio de Filosofía y Filología Hispánica. Y aunque parece no tener prisa por publicar, sin embargo su obra poética la compone un buen número de títulos. De una parte, los libros publicados: ”Al viento (Carmona 2001); ”De la memoria encajada” (Madrid, Vitruvio, 2004); Tocada por la arcilla” y “Tu silencio en voces “ (Madrid, Vitruvio, 2006).
Y ha obtenido el premio Manuel Barbadillo (2001); el Isabel Ovín (2002); el Rincón de la Victoria (2003); finalista en el Victoria Kent (2000); “Voces del Chamamé (2003); el “Pilar Paz Pasamar” (2004) “ y el XIX Premio de Poesía “Acordes” (2011).
A todo lo dicho sobre Isabel de Rueda, solo añadir que continúe manteniendo esa forma suya, tan decididamente clara, de hacer buena poesía.
Manuel Senra