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Peonzas del tiempo Homenaje a Ibn Arabí
No puedo pensarme
sin ti en mi memoria.
Mi sístole es tu diástole
y tu Estrella, el Sol
de mi Luna amanecida.
Somos peonzas del tiempo
en la misma elíptica.
María Teresa Bravo, De algebra sufí del espíriu.
¿Cómo puedo presentarte, mi querido Ibn Arabí, maestro mío, sin que pueda parecer que fabulo tu biografía por el amor que te profeso?
Murcia, te vio nacer en 1165, esa Murcia de limoneros en flor, la misma tierra común en donde reposan los restos de mis antepasados .

Eras hijo de familia ilustre , quizás de tu madre beréber aprenderías el embrujo de embriagarte con las estrellas en la noche. De ti, dicen las crónicas, que fuiste: un místico sufí, filósofo, poeta, viajero ,sabio y hasta un un mago, pero para mí todos esos epitetos se encierran en uno solo: POETA.
Ya adolescente vivías entre Sevilla y Córdoba y fueron tus guías espirituales dos mujeres que en tiempos de oscurantismos y otras ortodoxias habrían sido quemadas por brujas , ellas vieron tu futuro y así lo escribiste en uno de tus 400 manuscritos
Así nos hablas de ellas Shams de Marchena
“Shams vivía en Marchena de los Olivares, donde yo iba con frecuencia a visitarla. Entre los hombres espirituales, nunca he conocido a nadie que tuviera semejante dominio de su alma. Sus prácticas y sus revelaciones eran realmente notables. (…) Ocultaba su estado espiritual, pero sucedió que me confió en secreto un aspecto, pues a veces tenía revelaciones respecto a mí y sentí mucha alegría”.
Probablemente fue de Shams de quien aprendiste el poder de “expresar los pensamientos de los demás” (telepatía), así como los dones de la clarividencia, la premonición y hasta la bilocación.
Otra fue Fátima de Córdoba:
“Cuando la conocí, ya tenía 90 años y se alimentaba de restos de alimentos (…). Aunque tan vieja y comía tan poco, me daba vergüenza mirarla a la cara, pues la tenía rosada y fresca”
Fátima fue quien designó con toda claridad tus cualidades como tú mismo relatas en la biografía de su maestra:
“Los otros vienen a verme con una parte de ellos mismos, dejando en sus casas la otra parte, mientras que mi hijo Ibn Arabí es un consuelo para mí, él es la frescura de mis ojos, porque cuando viene a verme, viene todo entero; cuando se levanta, se levanta toda su persona y cuando se sienta, se sienta con toda su persona. No deja nada de sí mismo, en otra parte. De esta forma es como conviene estar en la Vía”.
De ella también dijiste que vivía acompañada por genios (como los de la lámpara de Aladino) o elementales de la Naturaleza que habían reconocido el mensaje coránico y que se ofrecían para servirla, pero ella los rechazaba y prefería seguir en la pobreza.
y tú le dedicaste este poema relativo al rostro hermoso por el que te ruborizabas
“Desnuda de sus velos,
sería tormento y por ello es esquiva.
ramo de duna en un jardín plantado
lo contemplo sin pausa, con temor reverente.”
Caíste muy enfermo, delirios, combates entre diablos y ángeles en las praderas de tu alma. Nada nuevo en la vida de los hombres místicos; pero el ansia de saber te condujo a una prolongada vida peregrina a lo largo y a lo ancho de Al-Andalus primero y, aprovechando una holgada situación espiritual y económica, recorriste el mundo mediterráneo siempre buscando la verdad.
¡Oh, Dios! Sea cual fuere la parte
de este mundo que me hayas asignado,
concedésela a tus enemigos; y sea
cual fuere la parte
del otro mundo que me hayas asignado,
concedésela a tus amigos. Tú ya eres
bastante para mí.
Ibn Arabí

Conociste a Averroes, el gran filósofo aristotélico al que reverenciabas, a pesar de tu visión del mundo neoplatónico .Visitaste a los diferentes grupos sufíes, siempre peregino.
Más tarde El Cairo y Jerusalem. En 1.201 fue la primera vez que llegaste a la Meca a cumplir el precepto de la peregrinación. Tenías treinta y seis años y te comportó una experiencia tan profunda que fue la base de tu dialéctica del amor.
Te enamoraste de la hija de un reputado sabio de allí .Aquella muchacha conjugaba el doble don de extraordinaria belleza y una sabiduría turbadora y te inspiraría una de sus obras maestras : “Turyumán al – Ashwaq”, “El intérprete de los Deseos”
No hay lectura de este poema que nos deje fríos . En él expresas la premisa mayor del AMOR UNIVERSAL en todas sus formas :
Mi corazón abarca todas las formas,
contiene un prado para las gacelas
y un monasterio para los monjes cristianos.
Hay un templo para los idólatras
y un santuario para los peregrinos;
en él está la tabla de la Tora
y el Libro del Corán.
Yo sigo la religión del Amor
y voy por cualquier camino
por donde me lleve Su camello.
Ésta es la verdadera fe;
ésta es la verdadera religión.¿Creéis que sé lo que hago,
que por un segundo, o incluso medio segundo,
sé qué versos saldrán de mi boca?
No soy más que una pluma en manos de un escritor,
¡no más que una pelota lanzada por un mazo de polo!
Ibn Arabí

Tu doctrina abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema y dejar el corazón vacío. Aniquilar el ego (el ídolo de todo hombre es su ego). “Que tu aniquilamiento sea tal, que no tengas ya que negar ni afirmar”. La vía mística es el vacío, pero no el vacío absurdo, sino el vacío pleno. Se vacía de sí mismo y se deja invadir por la divinidad.
Después de pasar dos años de emociones espirituales en La Meca continuaste viaje a Bagdad, Mosul, Konya (Turquía) y Damasco, donde finalmente viviste durante 17 años, hasta tu muerte.
Algunos de tus biógrafos dicen fuiste víctima de las torturas por oponerte a los excesos de la alta sociedad de Damasco, una ciudad enriquecida por el dinero fácil del negocio de las caravanas . Nada nuevo para un poeta comprometido con su conciencia no hiciera siempre, antes, entonces y después que tú.
Dicen que subiste al monte Qasiyun, a las afueras de Damasco y -dirigiéndote a la multitud les increpaste :
“¡Oh, hombres de Damasco! El dios que adoráis está bajo mis pies”.
Entonces una turba se abalanzó sobre ti encarcelándote por blasfemo y sólo la intervención de jueces amigos tuyos te salvó de la muerte; pero no de un martirio prolongado que te llevó a la tumba poco después. Fuiste enterrado en ese el monte, pero la alta sociedad de Damasco te odiaba tanto que destruyó tu tumba.
Mas cuando el sultán otomano, Selim II, conquistó Damasco en 1516 alguien le recordó esta profecía y la interpretó como que” el día que Selim se encuentre con Damasco se encontrará la tumba del gran Ibn Arabí” . Y entonces el sultán turco organizó una expedición de arqueólogos e historiadores que buscaron el enterramiento hasta hallarlo.

Sin embargo, siguieron excavando bajo tus restos y encontraron un tesoro de monedas de oro que reveló lo que quisiste decir con eso de : “El dios que adoráis está bajo mis pies”.
Selim II destinó aquel tesoro a pagar la construcción de una una mezquita en el lugar de la tumba que fue lugar de peregrinación para el mundo musulmán.
Maestro, déjame acabar engarzando estos humildes poemas que te he escrito, son mi homenaje, mis rosas en tu tumba de poeta.
IBN ARABÍ SE EMBRIAGA CON LA DANZA DE LAS ESTRELLAS FUGACES
¿De dónde la luz que de tu mano llueve
sobre las desconocidas azoteas de la memoria
en que me habitas?
¿La pulpa que de ti me sustenta
y el vino que me embriaga?
¿Dónde tu silente boca
desmigando mis horas
en el batir perpetuo de mi ensueño?
¿Dónde- dime- el Todo que arrastra
la Nada que soy
y la barca que cruza mis orillas imposibles ?
¿Y dónde extraer la fórmula
de la perfecta elíptica
para que al lanzarte mi amor
regrese con tus estrellas
clavadas en los vértices ?
((Como el Libro del descenso de los astros, de Ibn Arabí)
de mi libro Invitación a la metáfora )
María Teresa Bravo Bañón
