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Pedro Luis Ibáñez Lérida. Poeta. Articulista, crítico y comentarista literario en diversos medios de comunicación. Miembro de la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía -ACE-Andalucía- y representante de esta entidad en la provincia de Sevilla. Pertenece a la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios -AAEC-. Miembro del Consejo de redacción Nueva Grecia, revista estacional de literatura. Pertenece al Centro Andaluz de la Letras -CAL-. Forma parte de diversas antologías. Su última obra publicada El milagro y la herida.
TRÍPTICO SILENTE EN LA NIEBLA
I
EXTIENDO LA ESTANCIA que me es propia, hasta el umbral de los otros. Hasta los pies que cansados, sudorosos y polvorientos hollan sendas ignotas. Nada me es distante, esquivo o ajeno. Todo pende del ser que fluye en el cauce de la memoria, y ese transcurrir incesante de miradas y cantos desconocidos. Me reconozco en la mansedumbre y serenidad que nos libera del vértigo, en la levedad que fructifica en el sino de los tiempos, en la sed sólo satisfecha en la tibia luz de otros labios que no son los míos, pero de los que manan el venero de la compasión.
II.
RESPIREMOS TAN FUERTE y tan profundo para quebrar el malogrado sino que reduce y distancia nuestro tacto. Y en cada inspiración, la medida exacta del universo. Y en cada expiración, roce que mitiga el dolor del mundo.
III
LA NIÑA DESCUBRE SUS PIES DESNUDOS. En cada huella el mar sonríe. El poso de luz, vencido aquél en la orilla, embebe la mirada. El mediodía se consume como hebra encendida.
ULTÍLOGO.
ESCRUTAMOS EL CELESTE y nada nos impide prescindir de su símbolo de divinidad. En la vertical, a pie de tierra, aprehendemos el pespunte de lo humano. Somos insatisfechos y menudos deseos que claman por la pérdida.
EL CÍRCULO INVISIBLE TODO LO CONTIENE
A la obra La esfera, de Luis Ortega Bru
El círculo invisible todo lo contiene.
En derredor se alzan los objetos,
materia que ansía ser palpada.
Este es el gesto que anuncia la luz,
la invisibilidad de la materia
hasta su hallazgo en el centro.
Es uno solo el hemisferio; uno solo,
para girar la sucesión de los hechos
y distinguir la ciega penumbra
antes de extender la yema de los dedos.
No es necesario esclarecer la duda,
incipiente se trasluce y persevera;
hurgando entre cuerpo y materia,
el círculo invisible todo lo contiene.
TUS LABIOS COMO SED DE VIDA
la luz como voz de cielo
y el agua clara y limpia,
fresca en los primeros besos.
Vertical y transparente
nacía el gozo entero,
generoso, sin medida,
enraizado en tus deseos.
Tus manos ardían breves,
la oscuridad vencía al sueño,
nada nos pertenecía,
el mundo se hizo pequeño
Ahora la memoria habla,
mano hundida en el pecho,
cálida sangre, despierta
que el tiempo se hizo eterno.
SINO ESCINDIDO DEL TIEMPO. Trazo simple en la húmeda cueva. Colores acrisolados, materia inerte que impregna los dedos y vence a la oscuridad. Antes que el descubrimiento indague las huellas del ser humano, aquéllas ya fueron prodigio de luz.
(Cueva de los Murciélagos)
UN CAUCE ANTIGUO que lame el escozor de la sangre va disponiendo las ausencias. El sedimento reposa en la lividez del presagio. La silente evocación deconstruye la memoria: somos levedad y tránsito.
SOBRE EL ATLAS EL DEDO MENUDO que persigue la silueta de los continentes. Salta de América a Europa o se zambulle en el Mar de China. Asciende al Polo Norte o cruza el estrecho de Magallanes. Se desliza sin destino definido. Al albur de la creciente curiosidad. En sus manos cabe el planisferio y en su mirada el hallazgo de todo el tiempo del mundo. La infancia es la Isla de San Borondón. Aparece y desaparece cuando su pérdida nos hizo naúfragos y asimos una tabla a la deriva.
DE LO QUE NOMBRARON TUS OJOS
Solo el tiempo escribirá la clave
sobre el azul, abierto, casi libro
para que puedas descifrar el cielo
Francisco Basallote
La niña, hipnotizada por el vasto horizonte, midió el océano con su menudo y desnudo pie. Sostuvo el mundo en su iris de fuego y lo moldeó con sus manos de aire. El tiempo, en los mapas del cielo, no tiene edad. Soalzar la mirada y dejar que la infinitud repose sobre los párpados entornados. Así es la anatomía de las emociones. Así es la evocación de lo inasible.
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Es un placer leerte poeta Pedro Luis Ibáñez.
Me haencantado, como todo lo que escribe Pedro Luis. Felicidades siempre.
ECXELENTE PÁGINA, MUY LITERARIA