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Paula Giglio
(1988, Córdoba, Argentina) es Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Publicó los libros de poesía Ella, naturaleza (Babel, 2012), En el cuerpo (Del Dock, 2016), Un lugar para mis piernas largas (Caleta Olivia, 2018), La risa loca de los ángeles (Liliputienses, 2018) y Hoy llueve en el mundo (Caleta Olivia, 2019). En 2017 participó del FIP: XII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires y de la 33e edición del Festival International de la Poésie de Trois-Rivières, Canadá. En 2018 obtuvo el I Premio Centrifugados de Poesía Joven en España con el libro La risa loca de los ángeles. En 2019, algunos poemas de su libro Un lugar para mis piernas largas fueron traducidos al alemán para la revista Alba, lateinamerika lesen. Actualmente, reside en Buenos Aires y se desempeña como correctora de estilo.
Jade
Tu hija eligió confiar en mí
cuando le di la mano
para bajar del auto.
Hicimos dos, tres pasos
y la vi volar hasta tus hombros.
Mientras todos corrían
por la casa gigante,
yo encontré pequeñas cosas:
la tetera estilo inglés,
el fuelle del armonio hindú,
tu paciencia para fumar conmigo
un cigarrillo bajo la lluvia.
Jade actuaba
la película de mi infancia:
jugaba sola
con sus ojos miniatura,
en medio de un círculo
de munditos de plástico.
Allá, su territorio:
el descanso de la escalera.
Jade habla en voz baja.
Yo estoy de este otro lado
y reino silenciosamente
entre los demás adultos.
Puedo saber lo que siente:
nadie corriendo por la casa
ni cebando mates en la cocina,
ningún cigarrillo, ninguna charla
sobre instrumentos traídos de la India;
la puerta del baño
no se abre ni se cierra
frenéticamente.
El gato invade el círculo
y aporta existencia al sueño en la escalera.
También yo, cuando me acerco,
toco el borde
de su vida en trance.
Jade alza los ojos.
Me da la mano para que no me caiga
de cabeza en el pasado.
Ahora mis dedos tienen zapatos
y caminan de puntillas
por este espacio,
entonces ella descubre
el reverso de la trama:
sabe lo que yo sé.
Un día vas a tener treinta años
y te vas a encontrar sentada en el piso
mirando de cerca
tu propio universo.
Cambios
Mi color de pelo
que sobre el negro parece rubio
y sobre el miedo parece fuerte.
Me olvido de cómo es en otoño:
lacio, suave, pelo de muñeca de antes.
En cambio en verano estalla
se vuelve rojo y enrulado.
A mí no me cuesta adaptarme.
Me cuesta permanecer.
Principio antrópico
Una palabra más
y se rompe el equilibrio.
El agua líquida no es casual;
tampoco la distancia
entre el Sol y la Tierra:
un poco más acá, y seríamos vapor;
un poco más allá, y seríamos de hielo.
Gravedad
Pareciera que respondemos
a los vicios de la naturaleza.
Algo se cae y alguien lo levanta:
es un instante.
De lo contrario, la gravedad se ensaña
con el vaso de vidrio,
aunque después se arrepiente
y nos deja pegar los zapatos al piso
también la escoba
y todos los vidriecitos quietos
a la espera de las leyes de movimiento.
El nudo
La cortina de tu casa
atada por el medio
con una cinta de raso.
Del otro lado del vidrio, un árbol
henchido de limones.
Vos, cuando oscurece,
cerrás todo lo que estaba abierto:
tapás la yerba y me ofrecés un té,
desatás la cinta, la cortina cae,
y yo siento
que acabás de desprenderme algo.
Metáfora del café
Ingerir
el líquido caliente
para que la boca lo quiera
en taza con manija
así la mano no se quema
con una cucharada de miel
para que ingrese la fructosa
que se convertirá en glucosa
de donde saldrá el oxígeno
que viajará por la sangre
si uno se olvida
de respirar.
Todos los poemas pertenecen al libro En el cuerpo, menos Jade que es inédito.
Image by Adrian Campfield from Pixabay
Hermoso leer…el texto…invita habitar…cada uno de los espacios