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Por Francisco Vélez Nieto
Patrick Modiano. Libro de familia. Anagrama
“En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza” la cita entre comillas corresponde a Oscar Wilde, y viene al pelo con el comienzo de esta conmovedora novela de Patrick Modiano en la que su principal protagonista y al mismo tiempo narrador, mira a “su hija por la mampara de cristal. Dormía, apoyada en su mejilla izquierda, con la boca entreabierta. Tenía dos días y se le notaban los movimientos de la respiración” La cara del padre pegada al cristal separada solo por unos centímetros de grosor del inocente rostro de la criatura. Y ahora a darse prisa, mucha prisa, en tomar el camino para regístrala en el departamento correspondiente del Ayuntamiento de París para que tenga nombre y apellidos, una fecha del inicio de su vida. Libro de familia. Y el padre, el narrador, de esta tierna y agitada historia, mientras camina hacia el ayuntamiento con un viejo amigo de su padre de nombre Koromindé, extraño personaje, a consolidar una existencia de fe con sello y firma de una nueva existencia que ha llegado al mundo en tiempo de paz sin ser perseguida como los judíos en los años fatídicos de los cuarenta. Y algunos antes de finales de la década de los treinta en la Alemania por el nazi.
Una necesidad la luz incierta de los orígenes, búsqueda motivada por la propia exigencia de su memoria en recuperar la partida de nacimiento de su propia vida como libro guía que lo puede conducir a la confirmación de su propia presencia sumida en una nebulosa desde aquel 1944, cuando su padre, con nombre falso le dio fe de vida y vecindad. Una ardua y paciente indagación componiendo recuerdos, documentos oficiales, viejas fotografías, testimonios de otras personas y lugares que la memoria les va señalando como conocidos. Toda una indagación que se desliza entre la ficción y la realidad de su familia y la persona misma. Variedad en un desfilar continuo, en encuentros con personajes perdedores sumidos en la soledad del olvido, de la derrota y la vejez.
Y aparece esa acta de matrimonio de sus progenitores, en la que su padre, judío, figura con nombre falso porque Francia estaba en plena Ocupación nazi. Toda es urgente huída para poder salvarse. Circunstancias y deseo de componer su propia realidad existencial lo que solo son huellas que palpitan agitadas por lo espacios interiores de la memoria. Todo un ajetreo desempolvando la necesidad de convertirse en ciudadano heredero de lo real. Y por este mundo, lentamente, es por el que nos conduce Modiano “prisionero de su tiempo” con ese estilo donde la sencillez reboza la narración, atrapa al lector de tal manera con esas cosas aparentemente pequeñas, repetitivas, Pero de forma diferente fruto de las inacabables secuencias que las circunstancias y los muy distintos y variados personajes han ido creando en la lucha por la vida entre el azar y la defensa de la supervivencias. Protagonistas retratados de forma magistral por pluma de maestro literario que posee el don de la sencillez para darles la vida que sea posible mostrar. Algo así, como un ajuste de cuentas con el pasado. Esa identidad involuntaria de trasterrados, causas por los que se vieron apresados en los más desacostumbrados deseos.
Y que, auque la batalla ha terminado siendo ellos, los muchos anónimos derrotados, luchan por componer en lo últimos días de su solitaria existencia su razón de ser enamoramiento de un narrador que discurrir por la trama de un paisaje callejero que considera propio sin que por ello sea ostentoso alardeando de tan envidiada propiedad que él mismo a asumido. El siempre quedará Paris, bella y romántica frase, leyenda del cine y el turismo y especialmente de la cultura. Él es sencillamente un guía distinto a lo usual, porque Modiano posee el don de la cotidianidad, una cotidianidad que mece al lector sobre una lectura, para muchos, añorante porque con ella muestra la riqueza de las cosas corrientes y tesoros comunes, de distritos, barrios, restaurantes y bares, edificios, arquitectura, de lo que a las nuevas generaciones les puede resultar simples leyendas de un tiempo pasado. Todo es posible, aunque el arte y el estilo de su escritura les vuelvan a dar la vida. Luego no importa si fue realidad o ficción lo que se acaricia en este juego entre pasado y presente por el que todo ser humano vive, pasa, brinda y saluda la vida en si. Modiano define su compromiso como novelista “prisionero de su tiempo” Y afirma: “Los escritores del futuro garantizarán el relevo como hace cada generación desde Homero” Así lo manifestó en su discurso de entrega. el Nobel de 2014.