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Alfredo Barrera Cuevas, Palabras encadenadas. Multiversos nivel cero, Almería, Letrame, 2019
UN LIBRO ORIGINAL Y VARIADO COMO ESTRENO EN LA LITERATURA
José Cenizo Jiménez
Alfredo Barrera Cuevas (Las Navas de la Concepción, Sevilla, 1979) es Doctor en Matemáticas, profesor de Matemáticas de Enseñanza Secundaria. A su inquietud investigadora suma la cultural, pues no en vano toca la guitarra flamenca, es lector avezado, se interesa por múltiples disciplinas, al modo renacentista.
Todo ello se refleja en su primera publicación literaria, Palabras encadenadas, subtitulada Multiversos nivel cero, un título que lleva, sin duda, a la curiosidad. Para resolverla, escribe en el prólogo: “Al hablar de palabras encadenadas, podríamos aludir a una concatenación de elementos lingüísticos que posee cierto orden estructural con un sentido lógico. Incluso lograríamos vislumbrar un significado más o menos pronunciado. Pero existe un factor subconsciente en el que dichas palabras expresan, acorde a las capacidades de quien las compone, sentimientos y vivencias, de carácter personal, que se van describiendo o hechos y momentos que se redactan de una manera propia” (p. 11).
Y más adelante (pp. 11-12): “El concepto multiverso está definido en la ciencia como el conjunto de los posibles universos existentes y está estructurado en una jerarquía cerrada que va desde el multiverso de nivel I al de nivel IV. (…). Con la locución multiverso nivel 0 creamos, de manera metafórica, un nivel ínfimo del concepto multiverso, llevándolo a la microescala del pensamiento personal, esa que hace alusión a la manera propia de pensar y escribir que posee el autor, aunque en potencia pudiera abarcar una región infinita dotada de sus propias leyes y estructuras. Por otra parte, el propio término multiverso contiene el prefijo multi-, que sugiere cantidad y variedad, y el sufijo -verso, que lo conserva de su caso particular y motivo, el universo, siendo la locución multiverso nivel 0 un concepto que pudiera adolecer de interpretación variable, pero con el que se deja entrever la estructura básica de este libro”.
Sobre su estructura comenta (pp. 14-15) cómo este libro se estructura en dos capítulos, el primero, titulado “multiverso de los horizontes paralelos: palabras encadenadas al lenguaje ideal”, dedicado al verso y el segundo, titulado “multiverso de las generatrices continuas: palabras encadenadas al lenguaje natural”, dedicado a la prosa. Con ambos capítulos y sus apartados -continúa- , “se ha pretendido conformar un todo que se inicia con composiciones en verso de métrica más acusada, acompañadas de algún tipo de rima, que se van perdiendo por completo hasta convertirse en palabra continua, descriptiva, narrativa, sustancial, que se sumerge en el pensamiento racional y deductivo para acabar siendo reflexión absoluta. Desde lo más poético a lo más prosaico, de lo más idílico a lo más real, intuyendo que, quizás, ninguna composición sea estrictamente polar o extrema”.
Esta explicación metapoética puede orientar al lector, pero lo importante es la impresión que deje cada texto en él, lea o no lea este prólogo, y le convenza o no. Y en esto, los textos, Alfredo Barrera muestra profundidad, sutileza, variedad, en un acopio encomiable de saberes que van desde la filología y la ciencia a las matemáticas, la música, la filosofía…, pero siempre con aliento artístico, estético, pues estamos, no lo olvidemos, ante una obra literaria. Un enfoque multidisciplinar en cuanto a contenidos y fuentes, encauzado formalmente a través de prosa y verso, de diferentes moldes y variados tonos que van desde lo popular o neopopular a la reflexión de vuelo intelectual mediante sugerentes aforismos, máximas, microensayos, autoparemias, etc.
Un afán creativo realizado durante varios años que ahora ve la luz a la espera de un público y una crítica que le dé el visto bueno.
De las formas poéticas en verso mostremos algún ejemplo, como estos haikús o haikus que en nada desmerecen a los de la tradición ya extensa en nuestro idioma:
El colibrí
permanece inmóvil
en movimiento.
Reloj de arena.
Caen sus últimos granos,
se agota el tiempo.
Luna de enero.
El reflejo de un cisne,
junto al estanque
Cada mañana
busca su propio nombre
en las esquelas.
O estos poemas de amalgama, como los denomina el autor, señalando que son una invención inspirada en las formas de compás de amalgama del flamenco, de la soleá. Serían cinco estrofas, las dos primeras de tres versos, las tres últimas de dos versos, todos ellos octosílabos rimando los últimos de cada estrofa (“El último llanto”, p. 52):
Quién canta bajo la luna
si esta noche no hay sirenas
en los mares de los sueños.
Qué coral llena mi alma
si ningún orfeón desnudo
se atisba entre los misterios.
Si no hay tenor ni soprano
que a dúo se batan en duelo.
Si no hay un vals donde dancen
estrellas del firmamento.
Si no hay cantar vespertino
de pájaros en el cielo.
De las escritas en prosa, dentro de la riqueza señalada, desde el aforismo al microrrelato, escogemos este texto “Las matemáticas del amor” (p. 159): “Que las matemáticas aparecen por cualquier lugar no debiera parecernos algo asombroso o sorprendente. Cada objeto o cada idea puede poseer relación intrínseca con algún concepto matemático, e incluso podríamos declarar nuestros sentimientos de manera físico-geométrica con alguna frase similar a ésta: “somos circunferencia y luz, que a la más mínima que nos rozamos, nos convertimos en cardioide envolvente, esa que puede latir en el contraste de la cerámica fría y el café hirviendo, mostrándose humo, haciéndose aroma y sintiéndose esencia”. Y, por tanto, no sería ninguna locura pensar que la matemática puede llegar a estar presente hasta en un sentimiento tan subjetivo como es el amor”.
En definitiva, una muy variada entrega que hubiera dado para al menos dos libros en vez de uno (dividiendo prosa y verso, por ejemplo), pero que en cualquier caso nos presenta a un autor que domina el lenguaje, la expresión, la reflexión, avituallado con saberes diversos enfocados en esta loable perspectiva estética dominante y con un planteamiento original sin petulancia.