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Optimismo, ¿misión imposible?
Espionaje político, guerra en Ucrania, violencia de género, corrupción, inflación, cambio climático, desempleo, crisis económica, ¿sigo?
El bombardeo de malas noticias no da tregua, y los medios de comunicación se frotan las manos, el miedo vende, y vende muy bien, mucho más que la paz y la tranquilidad.
El factor miedo es caldo de cultivo para la manipulación y el conservadurismo, pero hay algo más, promueven una visión bastante pesimista de la realidad y extiende un manto de tristeza y desánimo que cala en la sociedad.
¿Estamos viviendo una pandemia de pesimismo? No se si llamarlo así, pero lo que sí sé es que la mayoría de las personas con las que me relaciono, ya sea en mi entorno cercano, en el trabajo, en la panadería o en la cola del supermercado, son más bien pesimistas.
Todo son quejas, angustia y malestar.
Es bien cierto que el horno no está para bollos, pero ponerse en modo pesimista no aporta nada bueno, más bien todo lo contrario, nos sumerge en un laberinto sin salida.
El pesimismo es una actitud que nos conecta con la desesperanza, la apatía, el derrotismo, la pasividad y con nuestro viejo amigo, el miedo.
Ahora bien, “con la que está cayendo”, ¿se puede ser optimista o es una misión imposible ?
Sí se puede, solo hay que cambiar el chip.
No todo son desgracias.
También hay buenas noticias y cientos de proyectos bonitos y esperanzadores que apenas tienen eco en los medios. Te pongo algunos ejemplos:
- Sembrando Oxígeno: Un proyecto de recuperación del ambiente a través de la reforestación de Galicia.
- Cada niño importa: Un programa de refuerzo y apoyo escolar para niños con capacidades diferentes, en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión.
- Un tratamiento experimental del Hospital Clínic de Barcelona logra la remisión completa del mieloma múltiple, el segundo cáncer más común de la sangre.
- Los animales en España han sido reconocidos como ‘seres sintientes’.
- Crean la primera vacuna contra la esclerosis múltiple y la mononucleosis.
Además, la vida está llena de pequeños placeres y momentos valiosos que no disfrutamos por estar enfocados en lo negativo, en lo que no funciona, en lo que no queremos.
No se trata de ignorar lo que está mal, sino de educar la mirada para también ver lo que está bien, para ser capaces de ver el lado bueno de las cosas.
Ser optimista no significa ser ingenuo, ni obviar lo negativo, significa tener una visión general de la situación pero elegir ver el vaso medio lleno.
Pensar en positivo aporta muchos beneficios, desde mayores niveles de salud y bienestar a una mayor esperanza de vida, eso dice la ciencia.
Afrontar la vida con optimismo pone en marcha procesos fisiológicos que aumentan nuestra capacidad de reflexión, creatividad, aprendizaje y superación.
También mejora nuestro estado anímico, reduce los sentimientos de angustia, y nos ayuda a vencer el pánico en los momentos de incertidumbre, y todo eso nos lleva a tomar mejores decisiones y gozar de mayor dicha.
Y para aclararlo, no hablo de optimismo al estilo Mr. Wonderful. El optimismo mal entendido es igual de peligroso que el pesimismo.
Hablo de optar por una actitud que sea más productiva y favorable.
Obviamente cada cuál elige cómo interpretar el vaso a medio llenar, pero a mi modo de ver, y a la luz de evidencia científica, el optimismo aporta más beneficios.
Y hasta aquí esta reflexión. Gracias por leerme.
Marcia Lagasse
Fuentes: