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Reseña del Libro “Notas para no esconder la Luz” de Faustino Lobato
Editorial Olé Libros, 2020.
Por María Ángeles Lonardi
Con esta primera referencia a la luz empiezan estas páginas a destilar belleza: “Toma nombre la luz en la solemnidad del alba…”
Y de las primeras notas al margen: “La luz se contempla./ Desde el principio, la luz es./ Existe después del vacío,/ forma radiante de los lugares/ que habita el ser.”
“La luz convierte la realidad en verbo transitivo del color,/ en reflejos de presencias que desbordan cualquier forma de entender.”
Cuando el cuerpo busca la luz, desde las formas cotidianas, parece que va errando hasta dar con ella, pero cuando es el espíritu, la luz se convierte en el centro, en objeto de búsqueda.
Desde las Sagradas Escrituras la luz ha tomado importancia sustancial y en esencia todos, recorremos el camino en busca de La luz, de la Verdadera Luz, la que todo lo ilumina.
La luz se considera un símbolo espiritual de trascendencia, desde que Dios dijo: “Hágase la luz y la luz se hizo, separándose de las tinieblas.”
La luz, fuente de inspiración de grandes y excelsos poetas, es un referente en numerosas obras de la literatura universal, San Juan de la Cruz, León Felipe, Claudio Rodríguez…
En la primera parte, el poeta invoca la luz y el poder de la luz le infunde la palabra, y la luz lo aleja de dudas e incertidumbres: “La luz/ me conduce a las puertas/ del Paraíso.” Y conociendo la luz de Almería, la luz de Cabo de Gata, no tengo ninguna duda que muchos de estos poemas se han gestado en estos lares, donde la luz es protagonista y creadora.
En la segunda parte, el símbolo es extenuación, domina la paz y el ser se deja poseer y sucumbe con agrado ante la serenidad que loinvade. En la meditación solitaria encuentra el sujeto la paz para escribir y disfrutar del bálsamo que el poeta busca y necesita. No en vano en las Primeras notas al margen, escribe el poeta: “La luz calma las heridas, un extraño bálsamo.”
Homenajea a poetas coetáneos, como Jose Iniesta, el poeta de la luz, que sabe con su pluma cantarle belleza y esplendor con gran maestría. Y escribe el poeta: “Somos luz, claridad, /memoria que huye de la farsa del tiempo”.
Su discurso es luminoso y trasciende. Y por último parece, ante el encuentro con la luz, hablarnos desde la inquietud que le produce llegar a la luz. “Te siento en el verso, /en el leve resplandor del instante/que escapa de las sombras, fugaz.” Y a partir de ese encuentro, el milagro se produce y ya no es posible esconder la luz. El poeta busca la palabra precisa que represente intensamente lo que se siente en presencia de esa luz y sus poemas, como canto, ensalzan la luz y conmueven.
Solo en la luz será posible la paz del hombre. En esa luz que buscamos desde que vemos la luz primera, la luz que nos permite ver más allá, alejándonos de las sombras y la incertidumbre. Faustino Lobato, en ese camino, nos ofrece este libro, con notas de su puño y letra para hacer de la luz la candela necesaria para iluminar el camino.
Con libros como éste, el cuerpo tiembla, pero el espíritu desborda rebozando paz y luminosidad. Gracias por tu palabra fecunda y por estos versos tan luminosos.