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No se engañe nadie
José Luis Rodríguez Ojeda, No se engañe nadie, Ed. Anantes, Sevilla, 2019.
LA VIDA Y EL TIEMPO EN VERSOS HONDOS
José Cenizo Jiménez
José Luis Rodríguez Ojeda, profesor de Secundaria ya jubilado, poeta e investigador y letrista del flamenco, ilustre hijo de Carmona (Sevilla), publicó hace dos años en editorial Anantes una antología de versos escritos a lo largo de muchos años a su ciudad bella y llena de historia, Carmona en mi canción del camino. Entre Consecuencia de andar (1994) y el libro citado ha publicado, con este nuevo, diez libros, sumando Mis letras para el cante (2008) y, en coautoría con José Luis Blanco y Francisco Robles, Las letras del cante flamenco (1998). Es accésit del premio de poesía “Luis Cernuda”, una garantía de calidad y un honor por llevar el nombre del poeta sevillano al que él mismo venera y que ahora, gracias a que ha sido “el elegido” para centrarse en las pruebas de Lengua Castellana y Literatura de Acceso a la Universidad será leído o releído (esto más bien los profesores, como en nuestro caso) por muchos jóvenes estudiantes y sus docentes.
En No se engañe nadie, en nuestra opinión uno de sus mejores libros, Rodríguez Ojeda vuelve a los temas universales que le preocupan como hombre y como poeta, como creador: el amor, el tiempo, la vida, la muerte, la infancia, la creación poética, y, además, incluso el flamenco (de refilón) o la denuncia de aspectos negativos, según cree, de la sociedad que nos toca vivir. En este sentido, incluso refleja lo líquido, superficial que pueden resultar las redes sociales, apariencia o escaparate, con una certera expresión: “(Un mundo no del todo de ficción, / ni verdad ni mentira, sí aparente)”, p. 20.
Desde el título de la obra, No se engañe nadie, se advierte la impronta manriqueña, el homenaje a Jorge Manrique, que eternizó para siempre la metáfora de la vida como río que va a dar al mar, que es el morir. Dice aquí en el primer poema, muy acertado en su forma (encabalgamientos expresivos como tramos / del camino…) y contenido (p. 11):
La lucha es buena, más que por los logros,
porque hace entretenidos ciertos tramos
del camino que hacia la mar a todos
nos lleva; a chicos, a grandes y medianos.
A lo largo del libro se extienden las referencias intertextuales, las citas de versos de grandes poetas, homenajes o referencias explícitas a autores de distintas generaciones como el citado Manrique, Bécquer, Javier Salvago, Cernuda, Blas de Otero, Rafael de León y, claro, no podían faltar los hermanos Machado, cuya relación e influencia a lo largo de la poesía española ha sido intensa, pues, como dice al final del poema “Ya tan lejos y tan cerca…” (pp. 36-37):
Dos almas, las dos muy hondas,
con su haz y con envés.
Cuánto Manuel en Antonio
y cuánto Antonio en Manuel.
Encontramos variedad métrica (hay décimas, gusto por el endecasílabo, sonetos, pero sobre todo abunda la polimetría libre o formas con asonancias, apegadas a lo romanceril), con frescura y sencillez en la expresión, dominando la ironía (como su reconocido maestro Javier Salvago, al que dedica uno de los sonetos) o la ruptura de frase hecha, como Blas de Otero (“y otro gallo, otros versos cantarían”, p. 19).
Como decíamos, aparte del tiempo o la infancia, el tempus fugit, la nostalgia, aparecen a menudo los temas de denuncia y el amor. Se critica la corrupción, la superficialidad de la Sevilla que Antonio Machado también denunció (“La guinda definitiva / de la aspiración completa: / en la feria una caseta. / Y viva mi equipo. Viva”, p. 30), la poca calidad de las canciones de ahora frente al cancionero, etc. Y en cuanto al amor, está muy presente en poemas que viajan a otro tiempo del vivir, recuerdos que el tiempo trastoca y casi siempre endulza.
En definitiva, un libro maduro, variado de temas y tonos, escrito son hondura y sencillez, ofrenda a muchas lecturas de grandes poetas, ahora a nuestro alcance para gozar de estos homenajes o referencias, muy presentes, y de la aportación de Rodríguez Ojeda, que comenzaba su libro con un poema redondo, destacado en la contraportada, y lo termina con este otro igualmente espléndido, “Revisión” (p. 47):
Vivito, sí, no tanto coleando.
Coleo poco ya, aunque aún puedo.
Atrapado -y conforme- en este enredo
del vivir; sin saber, claro, hasta cuándo.
Un gran reseñista para un gran libro.