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Reseña del libro “Nacen claridades todavía” de José Gilabert Ramos
Por María Ángeles Lonardi
Como si “todavía” fuera una palabra de importancia relativa, el autor la coloca allí, en el título…pero no es casual, porque Jose Gilabert va en busca de la luz y se resiste a aceptar que puede existir un mundo sin claridades, sin luminosidad, por eso, arroja luz con su poesía.
José Rienda dice de este libro que, “es un almacén más melancólico que nostálgico” y mira por donde, en mi libro “Soles de nostalgia” editado en abril del 2019, coincidiendo en el mes y en el año, yo me ocupo bien de marcar la diferencia entre nostalgia y melancolía. Me quedo con la nostalgia, pero el autor de este libro, parece haber elegido ese estado anímico, decididamente, esa tristeza por lo ya perdido…
Mientras tanto, las sombras buscan las claridades de la esperanza y la existencia y también rescatar cofres de amor y de deseo, a través de la remembranza.
Aparece en sus versos Salinas y en su creación poética se advierte el aplomo y la templanza que te da el tiempo vivenciado, que te da aprender de la vida en un oficio de años; porque este poeta, artesanalmente hilvana versos y los va juntando en una trama seductora que te atrapa.
El libro está dividido en tres partes, señaladas con números romanos:
I Donde el silencio planta la palabra.
II Donde la alteridad es un camino.
III Donde las sombras buscan claridades.
La primera parte, precedida por dos citas magníficas. Una de Ángel González y esta otra de José Iniesta: “Qué hondo es existir cuando callamos.” Y esto es una gran aseveración. No sólo es importante lo que se dice en estos versos sino también lo que se calla.
Y el poeta cree encontrar la luz sin embargo, advierte en sus versos, “Pero también a veces,/ afortunadamente/ hay tiempos de silencio.”
La luz lo acompaña en la noche, también cuando asoma el amor, cuando encuentra a María Angustias, así “el amor es la única certeza”; “y las palabras pierden/ su inmutable razón frente a la nada.” Porque, como escribe José Gilabert “Fugaz es el tiempo si se ama”. La fugacidad del tiempo y su espesura la describe certeramente en estos versos: “La vida es un suspiro, / una exclamación en mitad de dos interrogantes.”
Bajo dos epígrafes muy bien escogidos uno de Vicente Aleixandre y otro de Antonio Machado: “Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura,/ sino palabra en el tiempo.” , así comienza la segunda parte, llevándonos de la mano por el camino. “Caminar siempre al sur, / orientando los pasos.”
Y mientras camina nos habla de la memoria, del dolor, del cuerpo de Cristo, del pan deseado como alimento del alma. Y es “La canción del tiempo” la que llega a nosotros “como una alegre comparsa de juglares” para llamar nuestra atención, para incitarnos a ver, para cambiar la mirada sobre nosotros, la gente, la ciudad, las esquinas, las calles, los sin techo, los abandonados…
Ahora es Pedro Salinas quien escribe “ ¿Y si no fueran las sombras/ sombras? Y la duda nos abarca. Se abre ante nosotros la tercera parte.
El autor nos propone separar las tinieblas, alejar las sombras, dejar que nuevos “Aires y pájaros” entren en la casa “con las puertas abiertas”, aunque llueva, para que se alejen los nubarrones y las desesperanzas. Nos llama a no escondernos “escondemos el rostro en un manto de sombras”, a no malgastar los días, nos llama a sanar heridas “esa grieta en la conciencia por donde entra la luz”. Y ojalá sea un verso capaz de llenar un corazón “Vacío”. Antes de acallar el grito nombra el deseo, “Deseos” esperanzadores que nos ayuden a “Aceptar el otoño” de nuestras vidas y así, ser portadores de una mirada amplia y profunda que logre el “milagro / de hacer que las palabras/ nombren / mucho más de lo que nombran” sin perder la capacidad de “Asombro”, aún ante “la hora fatal/ de comprender el mundo” y así, lo escondido aparecerá.
Leamos estos poemas con detenimiento “Donde las sombras buscan claridades” para hacer emerger “islas de luz” que nos hagan descubrir y conocer la verdad y la belleza de la vida, a pesar de todo, a pesar del paso del tiempo, porque todavía esperamos la luz.
Esdrújula Ediciones, colección Diástole, abril 2019.