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Mujer y Poesía
por Manuel Senra
Es excitante, a la vez que hermoso, ver, con clamorosa alegría, a grupos de mujeres, especialmente jóvenes, llevando la poesía allí a cuantos lugares la escuchen; es de infinita satisfacción abrir los ojos de poeta a los muchos libros de lírica femenina que se están publicando en estos tiempos; y de extraordinario orgullo y júbilo que muchas -la mayoría- estén cosechando éxitos renombrados. ¿Esto significa que ha llegado ya la hora en que las mujeres están cuando menos en el mismo plano literario que los hombre, con lo que el pan y la gloria de ambos se reparte por igual?
Es claro, pues, que la mujer está alcanza las cotas más altas de participación y reconocimiento de todos los tiempos, algo del todo impensable hace solo unas décadas. Atrás quedan ya aquellas mujeres, sumisas, que parecían haber nacido solo para cuidar del hogar, día enteros en su casa, con las faenas diarias y la carga de la prole. Cierto que nunca estuvieron marginadas de la poesía, pese a que en muchos círculos culturales su presencia fuese rechazada por muchos. No importándole demasiado, porque ellas la llevaban sus sentimientos con orgullo. Pero lo cierto es han corrido siglos –parece mentira- para que se definitivamente rompiera ese oscuro maleficio, en podrido arrinconamiento… Un hecho indigno y largo hasta conseguir hallarse donde están ahora. Esta dicha que disfrutamos ahora me trae a la memoria algunas de la pioneras que no lo pasaron tan bien.
Una mujer culta e inteligente, la reina de Navarra (1492-1549), sorprendió a la gente de entonces (y ahora nos continúa sorprendiendo a nosotros, escribió un libro de relatos, sobre todo para huir de los malos tratos de su esposo).
Choderlo de Lachos (1741-1803), autora de “Relaciones peligrosas” que, curiosamente, escribió una literatura que abre horizontes a escritores como Tolstoi, Fleuber, Stendald, y a la escritora Emili Bronte con “Cumbres borrascosas”.
Pero quien rompe de manera decida y extraordinariamente sorprendente, tratándose, además, de una religiosa, fue Sor Juana Inés de la Cruz, mejicana –de padre español y madre criolla- quien escribió “Redondillas” y, además, una obra de teatro titulada “Los empeños de una casa”. Ella no solo fue una mágica poeta y dramaturga sino también una persona valiente que luchó por los derechos humanos.
En España tuvimos a Santa Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Carmen Laforet, Rosario Castellanos… Y ya no paró el brío, la valentía y la fuerza de toda esa pléyade de mujeres que escribieron una poesía tan digna como la de los hombres. Y cada día, cantidad y calidad va creciendo. Como un río de versos.
Con todo, conviene recordar a esas mujeres que han alcanzado el Premio Novel de Literatura y que muchos lectores no conocen ni siquiera de oída: En el año 1909, la escritora sueca Selma Lageröf (1858-1940) obtiene el premio Nobel; en 1928, le toca a la noruega Sigrid Undset (1882-1949); en 1945, a la poeta chilena Gabriela Mistral (1899-1957); y en 1996, la polaca Wislawa Szymborska (1923-). Y Toni Morrison y la italiana Grazia Deledo, etcétera.
Pero como de lo que hablábamos era de las escritoras y poetas contemporáneas, queda claro que estas han agarrado con fuerza a los espacios legitimados. Y todo aquello que durante tanto tiempo llevaron escondido en el corazón, ha saltado en chispas, con fuerza irrefrenable. Con vocación placentera.