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Por Francisco Vélez Nieeto
Montecristo de Martin Suter – Libros del Asteroide.
Entradilla
Sin estridencias, aquí una muestra cuidada y viva de clase literaria primera línea, exposición de las maniobras del estado financiero y político en el que se mueven los poderes de las altas fianzas. “Pienso, luego trinco” Elemental querido Forges.
La excelente novela Montecristo, posiblemente, una de las mejores obras del escritor de lengua alemana Martin Suter nacido en Zúrich en 1948en. Expone con amena lucidez los criterios que se aplican con el poderoso “Señor Don Dinero” en países europeos y otras geografías desde una panorámica histórica, dentro de un realismo cubierto de ficción que muestra con acertada diana y esmero literario, las negras y pestilentes aguas de los alcantarillados financieros de los poderes establecidos. Una tensa novela negra cuyo suspense llena de tiesuras la trama de la tela de araña propia de lo dramático de este género literario. El interrogante sobre si hablar o callar. Este es el grave detalle estimado lector. Callar lo que todos sabemos y padecemos diariamente.
En el tren de vuelta a Basilea tras la jornada laboral se detiene súbitamente al pasar por un túnel, cuando se descubre que uno de los viajeros ha debido caer a las vías del tren. Ninguno entre los compañeros de la posible víctima piensa que pueda ser el feliz colega de Banca altamente cualificado profesionalmente, pudiera producir tan amarga situación tan desagradable como poco atractiva. Pero resulta que entre los viajeros compañeros de trabajo en la Bolsa, viaja un periodista free lance de la televisión, Jonas Brand, que con su cámara en ristre entra en acción en el vagón restauran donde se encontraba el ausente, Paolo Contiene. Y mucho menos que nuestro periodista, se convirtiera involuntariamente en protagonista de un hecho de la mayor altura, por rodar algunas secuencias cuando el tren se ha detenido súbitamente por esa persona que ha caído del tren, que no es otra que Contini, ¿Suicidio o descuido, cuando la víctima era un osado sobresaliente en la Bolsa?
De todas maneras, por formar parte de la vida diaria esto de los suicidios especialmente en países con alto nivel económico y social, este caso del tren podría haber quedado como un suicidio más, y, el siguiente por favor. Pero nuestro periodista Jonas Brand de regreso a casa, para pagar a la limpiadora de su apartamento se encontrará dos billetes de cien francos suizos con idéntico número de serie. Claro que si uno de los dos billetes hubiera sido falso el asunto sería de una importancia mínima, pero que en este caso curioso estuviera en una misma persona y que al consultarlo en su banco, le afirmaran que ambos billetes son legales. El caso va subiendo de altura y creando serias preocupaciones en el mundo de las finanzas, siempre bajo la sospecha de lo ilegal dentro del sospechoso mundo de las finanzas a niveles celestiales.
Así que la ficción que se narra en la novela Montecristo, adquiere situaciones de mucho calado cuando una secuencia cotidiana de un suicidio en un tren, pasa a mayores por la dichosa coincidencia de dos billetes con la misma serie y en manos de una persona que viajaba en dicho tren y, que como periodista profesional que sueña con dirigir la película de su vida con el título de Montecristo, ha decidido correr el serio riesgo de no encogerse de hombros , máxime cuando recibe la sorprendente oferta económica y d medios para poder realizar su sueño de director de cine. Todo esto estando por medio el interés y el miedo de los principales bancos suizos metidos en el ajo, cuyas consecuencias, de convertirse en vedad las sospechas, surge la pregunta del deber de decir la verdad o la conveniencia de callar verdades improcedentes, cuando esta carambola de la vida se plantea con todas las consecuencias como una cuestión de Estado con repercusiones allende de las fronteras. En resumen, una novela de la serie negra magistral en la que Martin Suster vuelve a mostrar su maestría literaria “ambientado en el mundo de la banca que nos muestra hasta qué punto es un castillo en el aire” LO dicho admirado Forges.