Mitología y arte vasco
Hay algo en la obra de Patxi Xabier Lezama que no te deja apartar la mirada de ella, algo intrigante a la vez que paradójicamente familiar. Y es que la ascendencia totémica de sus esculturas forma parte de lo más íntimo de la humanidad, en tal ascendencia nos reconocemos y nos preguntamos sobre nosotros mismos, sobre nuestros orígenes y nuestros deseos.

Patxi Xabier Lezama traza sus emblemas desde la mitología del País Vasco, pero el tótem es universal y en él nos reconocemos. Sin embargo, y como todo artista de sólidos fundamentos, su obra no sigue un esquema unívoco. Es cierto que, en muchas de sus creaciones, la verticalidad nos empuja a lugares del espíritu. Pero en esa verticalidad lo ancestral figurativo se mezcla con lo también ancestral (no lo hemos inventado nosotros) abstracto. Y, muy especialmente, sus obras destilan ese componente surreal sin el cual la humanidad sería, desde luego, mucho más tediosa. Porque todos y todas hemos tenido sueños, porque todos y todas nos hacemos preguntas ante el enigma. Y desde luego, las esculturas de este artista son continuas apelaciones a la interrogación.
Sin concesiones a lo fácil, viviendo la escultura desde su propia historia, Lezama nos deja imágenes de una fuerte personalidad, porque el aire de familia que pueden tener algunas de las obras se rompe cuando se vive cada una de las obras desde la extrema individualidad de cada ser humano; una individualidad, en este caso, teñida de lo surreal y hermanada con el misterio, pero también con la belleza en algún momento aliada a lo siniestro. En todo ello nos recreamos ante una pregunta final sin respuestas unívocas.
POR ROSALÍA TORRENT ESCLAPÉS
Crítica y Catedrática de Estética y Teoría de las Artes de la Universitat Jaume I de Castellón, España.
Directora del Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés, MACVAC
Mitología y arte vasco