- Mesa redonda en torno a los versos del Premio Nobel de Literatura 1948 TS Eliot - 19 de mayo de 2022
- Preservados, encerrados, perdonados - 2 de octubre de 2021
- Acciones de interdicción de Gema Albornoz - 4 de julio de 2021
José de María Romero Barea
Las reconstrucciones equivocadas de la antigüedad inevitablemente sesgan las lecciones de la Historia: imposible imaginar el mundo que habitamos sin los pueblos del pasado. Así como hay muchas versiones de las tragedias griegas, hay muchas maneras diferentes de contar un cuento. Los griegos no solo inventaron la democracia, sino la mitología asociada a ella: mientras la ociosa élite del siglo V a. C. podía escuchar a Sócrates pontificando sobre la verdad, la belleza o la justicia, los ciudadanos atenienses votaban para decidir sobre el futuro de su ciudad. No hay duda de que los clásicos siguen siendo una fuente de ideas para el presente.
Sus mitos continúan inspirando la ficción para niños, jóvenes y adultos. No otra cosa postula el guionista, novelista y periodista estadounidense Frederic Raphael (Chicago, 1931) en su manual Antiquity Matters (Yale, 2017), un libro que hace que lo arcaico parezca accesible y relevante, mientras traza paralelismos entre la sociedad contemporánea y la antigua. Sobre la rebeldía escribe: “Un rebelde improbable en su propio tiempo, Calímaco nació en Cirene, cerca de Shahat en la moderna Libia, y llegó a trabajar en la Biblioteca de Alejandría.” Raphael se basa tanto en la erudición como en las fuentes originales. Al igual que otros divulgadores académicos, a menudo combina hechos antiguos con sus interpretaciones y reutilizaciones modernas a fin de rastrear su continuidad.
“[Calímaco] se destacó en el uso de su conocimiento de lo arcano y empleó su erudición contra personas menos instruidas que él. Sus ingeniosas invectivas inspiraron a una hueste de poetas posteriores, de los cuales Catulo no fue el menor”, sugiere la clasicista, autora, periodista y crítica Daisy Dunn (1987) en su artículo “Minotauros, musas y modernidad”, que revisa la obra de Raphael para la revista británica Standpoint, de febrero de 2018. “Si Calímaco era académico”, prosigue la británica, “Catulo era manifiestamente la anti-autoridad, el anti-experto”. Se delinea así la verdadera naturaleza del mundo antiguo a partir de la forma en que ha sido reconstruido. Se ensalza de paso la labor del historiador, que sabe redibujar las vidas de los antiguos artistas sobre los modernos.
“Raphael alude en una nota a pie de página a la influencia que el Minotauro ha tenido en artistas como Picasso. El mito, nos recuerda, es formativo. “Si todas las formas que he empleado se marcaran en un mapa y se unieran con una línea”, dijo Picasso en 1960, “esta podría representar un minotauro”. A través de su animada discusión sobre la erudición, el académico norteamericano y la autora de La colcha de Catulo (Harper Press, 2016) logran su objetivo de demostrar que el estudio de los clásicos es un trabajo en progreso. Al mostrar el alcance y la vitalidad de las respuestas individuales, su disciplina amplía su alcance.
“No pises el camino / que han hollado otros carruajes ni conduzcas por él” escribe el poeta de Cirene, “ni frecuentes las vías que han tomado otros, o elijas, de entre ellas, la más amplia: avanza por el sendero infrecuente, y de tener que elegir, elige el más angosto”. Difícil olvidar que la civilización helena floreció durante dos milenios, que tuvo una profunda influencia en los romanos que la siguieron, y redefinió nuestro mundo de nuevo cuando su trabajo fue redescubierto durante el Renacimiento. Gracias a ese milagro, el mundo mediterráneo avanzó tan rápidamente que parece imposible en retrospectiva. Los clásicos inventaron todas las formas literarias existentes, desde la historia y la biografía hasta la tragedia y la comedia. Fueron, tal vez, los primeros en preguntarse sobre la naturaleza del mundo y nuestro papel en de él.
Sevilla, 2018