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Melisa Mauriño nació en la Provincia de Buenos Aires el 13 de Diciembre de 1985. Es Licenciada en Psicología graduada en la Universidad de Buenos Aires. Ex residente de Psicología Clínica del PRIM Hurlingham y de la Residencia Posbásica Interdisciplinaria de Cuidados Paliativos del hospital Tornú. Escribe poesía y narrativa. Ganó el primer premio del 1er. Concurso Nacional de Poesía Viajero Insomne 2015 con su primer libro “La piel de la oruga” (Viajero Insomne, 2016). Tiene pendientes de publicación varios libros de poesía y una trilogía de novelas denominada La trilogía de lo perdido. Actualmente trabaja en su cuarta novela.
Crisálida

Enredada en los hilos del otro mundo
ese del pensamiento, anguloso
atemporal
tejiendo con mis dedos la crisálida de aire
falta poco, ¿quién me mira desde adentro?
yo misma, quizás
yo otra.
Isla
“No es la soledad,
es la falta del otro”
escribí con mi navaja
en el tronco joven del único árbol
en esta isla
nunca se pone el sol
no hay pájaros y todo
lo que levanta vuelo cae
muy pesado sobre la arena
dijiste que mi cuerpo
era un laberinto
aún intento con torpeza
enhebrar las agujas
y aunque pasan los días
vuelvo a pincharme
donde más duele
es hermoso el dolor
debe serlo, para querer
volver
Lleváme al mar
este telar de sal
los bucles que se muerden
y se amansan
al orillar mis pies
no es el mar
me quema el sol
los órganos que escondo
del aire
y su escalpelo
te juro que intenté
mi amor, derribarlo
y le arrojé al corazón
todas esas piedras
con que tropecé
ahora las veo caídas
en un charco de plumas rojas
cardenales
que esquivo dando saltos
y ya no puedo volver
al agua que me trajo
porque la veo ondularse
allá arriba
entre las nubes.
Pasaje
Una polilla se apagaba
se dejaba estrangular por las horas
agarrada a la pared de la sala de hospital
donde los vientres
estaban a punto de abrirse
supe que aun con su agonía a cuestas
quizás debido a ella
era todavía parte del mundo
porque al tocarla con mis yemas sentí
la gamuza de su cuerpo
recibirme humana
en su ser de insecto
¿te conté que antes de morir,
cuando no se aparean,
se vacían el útero de huevos
que están vacíos?
Estaba en eso cuando la acosté en mi mano
y el suyo era un cuerpo en coma
que reconocía la piel
con un profundo silencio
¿te dije que sus alas huelen como el polvo
acumulado sobre los muebles
después de una larga ausencia?
¿que es preciso desplegar muy grandes
los párpados para ver el salto inaugural
que la devuelve añeja, recién nacida
a la caricia del crepúsculo
guiando su último vuelo
de regreso a la tierra?
Poemas pertenecientes al libro La piel de la oruga.
Image by kordula vahle from Pixabay