Marta Dacosta Alonso
Poeta en lengua gallega, autora de los libros: Crear o mar en Compostela, 1994 e 2004, Pel de ameixa, 1996, Setembro, 1998, En atalaia alerta, 2000, As Amantes de Hamlet, 2003, Cinza, 2009, Acuática alma, 2011, Argola, 2013, Dun lago escuro, 2014, Na casa da avoa, 2017 y su nuevo libro Labirinto ou memoria (2018).
Recibió los premios de poesía González Garcés 1995, Martín Códax 1998, O Figurante 2013 y Joam Carballeira 2013, entre otros.
Su obra figura en diferentes publicaciones colectivas y en antologías como: Novas Voces da Poesía Galega, Consello da Cultura Galega, Veinte puntos de fuga, del Ministerio de Cultura de Venezuela, Compañeira tristeza, del Centro de Estudios Gallegos de la Universidad de San Petersburgo, Poetes gallecs d’avui, Llibres de él Segle o la revista americana Metamorphoses, vol. 22, Galician poetry.
Ha participado en encuentros literarios internacionales en Brasil, Cuba o Irlanda. Colabora como articulista con diferentes medios de comunicación. Algunos de sus poemas fueron musicados.
“Somos de luz… ”, Pel de ameixa, 1995.
SOMOS DE luz, de viento, de miseria,
breves caminos en el trecho del día,
piedras de sal olvidadas en calles
silenciadas y lentas.
Las horas no son. Los pasos no llegan
y los sueños sumados sólo ven una luna,
llevamos en las manos las flores del pasado
que no duran el instante que las cruza.
Somos de luz, de viento, de miseria
breves caminos de sal en calles yermas.
“Hoxe estou en silencio…”, Setembro, 1998
HOY ESTOY en silencio recorriendo el pasado,
mientras veo acercarse lentamente a mi abuela,
que aún es tan pequeña como yo la recuerdo
y sigue allí en el viejo paseo Alfonso XII.
Eran cien escaleras las que nos separaban,
la ciudad y su mundo vencido de ruidos
la placita de piedra en que aún hay un pozo
o la casa pequeña de la indócil Manuela.
Rescato la memoria de Pepa silenciada
por la peste de gripe al comenzar el siglo,
y misterios de vida en garrafas de barro
y algodón por Gonzalo, que nació a destiempo.
Recupero el frío, la sal, el mar, la noche,
la chalana ahogada en la otra ribera,
a mi madre tirando carbón de la buhardilla
o atada a una silla de hablar en castellano.
Y siento que soy hoy las que entonces me fueron,
Saladina, Manueliña, Rosa o también Pepa,
y la misma Teresa que nos habla incansable
mientras el tiempo va rodando por la tarde.
Traducción del original gallego por la propia autora
Marta Dacosta Alonso