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Maria Negroni (Argentina) publicó numerosos libros de poesía, entre ellos La jaula bajo el trapo, Islandia, El viaje de la noche, La Boca del infierno, Cantar la nada y Elegía Joseph Cornell; varios libros de ensayos: Ciudad Gótica, Museo Negro, El testigo lúcido, Galería Fantástica y Pequeño Mundo Ilustrado; y dos novelas: El Sueño de Úrsula y La Anunciación. También tradujo a Louise Labé, Georges Bataille, Valentine Penrose, Charles Simic y Emily Dickinson. Obtuvo las siguientes distinciones: Guggenheim, Rockefeller, Fundacion Octavio Paz, New York Foundation for the Arts, Civitella Ranieri, American Academy in Rome, PEN American Center, Fondo Nacional de las Artes y Premio Konex. Ha sido traducida al inglés, francés, italiano y sueco. Actualmente dirige la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF en Buenos Aires. Sus últimos libros son Cartas Extraordinarias, Interludio en Berlín, La noche tiene mil ojos, El arte del error, Exilium, Pequeños reinos, Archivo Dickinson y Objeto Satie.
De Exilium
Una selva amniótica donde morir
se acuna.
Poco más ocurre
en los días futuros
:
la amada insuficiencia
acopia heridas,
alimenta el juego
de la realidad.
Después amanece
en la isla verbal
:
boda,
ausencia,
mundo y página
sin deletrear.
El dios del parto
en tales modos
del frío.
A esta escena
sigue una noche de aquéllas, abierta a más noche,
por donde se mire.
La realidad infiltrada
sangra al oído de todos
y la herida supura
sin escarmientos.
No es seguro
que esa riqueza persista,
que nos expulse
de nosotros mismos.
Pasa una sombra escrita,
la ortografía
de una pasión trunca.
El poema enamorado
de lo peor.
De Cantar la nada
Siguiendo un fuego
ahora
si puede decirse ahora
para esto
que siempre está pasando y vino
y encenderá la luz
detrás de cuál imagen
vos
contra un paisaje
cada vez en su temblor
eternamente mi ciudad
que todavía no se supo
y sin embargo estoy cantando
a ese camino que me abrís
encandilada
como una oscuridad
en otra oscuridad
Escrituras
el arte es una cosa mental
pero tus manos
alzadas
a lo invisible de mí
como si fueran sordas
al tacto
de lo que no tendremos
quisieron abrir un cauce
y así fuimos un río
y nos íbamos
de la boca a la boca
sin más expectativa
que todo
y hasta pudiera decirse
que una ciudad perdida
se asomó a tu dibujo
mientras los cuerpos volvían
a saber eso que ignoran
Image by Fabio Grandis from Pixabay