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María José Collado Romero
Nacida en Jerez de la Frontera, (Cádiz), reside en Sevilla.
Colaboraciones en: Agenda de la tolerancia, revista Océano, Cuadernos de Roldán, Aldaba, Diálogo, Jirones de azul, En sentido figurado, Tinta china. Revista Grisú. Nueva Grecia. Las afinidades electivas, etc. Ha participado en antologías como: I y III Encuentro hispano marroquí de poesía. Versos para derribar muros, Especial Poesía Andaluza vol.1 En sentido figurado. Miradas sin fronteras. Alquimia del fuego, etc.
Publicaciones individuales: Pliego La Cuerda del Arco. Poemarios: La luna en el laberinto (1987). Arde la vida bajo el cobre lunar (1992). Tapiz de agua (2011). Bruñidas sombras (2012). Aún la lumbre (2014). Centinelas del frío (2015).
Premio de poesía del IV Certamen Internacional Traspasando Fronteras, Universidad de Almería 2010. 2º Premio del III Certamen de Poesía Erótica Galería-Taberna Ánima 2015.
Gestiona el blog: elmiradordelasestrellas.blogspot.com
A manos lentas
huelen estas páginas,
a construcción de invierno,
a lana escardada,
a frutos tardíos.
Hay lluvia en sus palabras,
sonidos vegetales,
escarcha enamorada,
regocijo de lumbre,
un escritorio, una ventana.
Del dolor y su cura
Hay lágrimas de sol en cada herida
cose el aire su surco,
enseñanzas escritas con la sangre
protegida su pulpa.
Curtido cuero, pálida cicatriz,
inventario cerrado,
calma, disueltos puntos de sutura,
un ábaco es la piel.
1
Curativo retorno
Por los cuartos gélidos de una noche
sonámbulos pies siguen al instinto,
con derrumbe de sillas la memoria
reclama atención, luz de burbujas
con personajes, decorados, voces,
familias emigradas hacia el norte
y niños que construyen juegos propios.
Como hace el viento con los pájaros
sopla, te da impulso, muda tu ruta,
alumbra en un mapa antiguas señales;
ahora aciertas a verte más completo,
una lágrima cae de la nostalgia,
el consuelo es un rostro en el visillo
de aquel niño que fuiste y sonríe.
2
Huellas
Ocre algodón de plumas el otoño
sobre la piel rugosa del asfalto.
Toca Vivaldi columnas de lluvia
trazando pentagramas hacia el este.
Tiemblan perfiles de edificios sobre los charcos,
fugitivos los pasos bajo el agua.
Calvino busca en la niebla ciudades,
con un lápiz remueve capas de humus.
En semáforos líquida la luz,
húmedas acuarelas son los rostros.
En las calles círculos de ceniza,
un diario escrito al calor de cartones.
Cae rápido el día de sus bisagras,
huellas en los portales de la noche.
3
El destino de las cosas
Cae lentitud sobre las cosas
con un silencio reverente,
el tiempo guante usado
borrador de contornos.
Las úlceras de la madera
conviven con la vieja plata
y su piel vestida de luto,
la lepra en las fotografías,
a horcajadas el óxido
sobre las barandillas.
Por la pendiente todo rueda
como en un dilatado sueño
hacia la turbia inexistencia,
bajo la médula del tiempo
la sepultura de las cosas.
4
Luz oscilante
Luz oscilante, grave,
por un viejo pasillo,
sombras en movimiento
auscultan las paredes.
Grietas, llagas del yeso,
dan al viento permiso
que trastorna las cosas,
sopla en lo inerte.
Un vértigo de marcos
y flores deshojadas,
ecos lejanísimos
de palabras sin labios.
5
Rescatados hilos
Un poco más al sur de la memoria
en arcones, tras su recia madera,
secas flores y brumosos encajes,
como sombras las agujas encallan
en ámbitos regidos por el sueño.
Un tufo a naftalina sobrecoge
envolviendo la inercia de las cosas,
pulso a pulso vencemos los estratos
quitamos algodones al letargo,
regresan hilos sueltos de memoria.
6
Reloj solar
Se sientan al sol tibio del otoño
en jardines de paso,
en sus ojos el manso río de la vida
lentamente transcurre.
Sus dedos sarmentosos recorren las esquelas
o señalan insólitas noticias,
el bastón reposando a su costado,
el albero estela
izada por zapatos.
Acuden las palomas
con su rito de siempre,
en la fuente un murmullo
con ecos del pasado.
Entre ellos un cruce de gestos y palabras,
bajo los álamos les crecen
raíces de nostalgia.
María José Collado
¡Poetas con talento y talante!
Toda una maravilla lo que he leído y,para todos dejo mi admiración y un aplauso prolongado.
Mª Jose, tus poemas son una reliquia digna de guardar en una cagita de cristal trasparente de bohemia para echarle un vistazo cada amanecer cuando el sol nace; me han encantado y ha sido un inmenso placer pasar a leerte.
Un abrazo y mi gratitud, siempre.