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Por Francisco Vélez Nieto
Al escribir mantén la confianza en ti mismo, un orgullo noble y la certeza de que los demás no son mejores que tú, ellos evitan tus errores y en cambio cometen otros que tú has evitado.
Lichtenberg
El maquinista y otros cuentos componen una serie de relatos caracterizado por un “humor sombrío” cercano “al sentir surrealista”, que resultan tan exquisitos como emotivos y lleno de misterio. Como señala el proñoguista ·Tiene también otros matices, sutiles, secretos, que más que comprender hay que adivinar, pues Ferry se sentía una reencarnación de Kafka y de Roussel, el más francés entre los dementes de la escritura”. Un discurrir que gira a través una complicada manera de ser emotiva del maquinista de la nave Valdivia, barco de carga que navega y navega con su carga y sus misterios. No es el Buque fantasma de B Traben pero tienen su característica y misterio, siempre dentro de la mente de esta complicado protagonista o rondándolo como al borde de un riesgo o presagio depuesto a posesionarse dentro de su meditar para propiciar el relato existencial que necesita exteriorizar.. Este conjunto de cuentos con las ilustraciones exquisitas, de Claude Ballaré, según sus editores, se considera una “joya literaria” que los lectores en español no habían podido disfrutar hasta ahora, asegura Malpaso.
Rico valor literario incluido en la última edición de su Antología del humor negro en Francia. Breton lo colocó al lado de Swift, Charles Cross o Lichtenberg. Los estilizados dibujos a los que se suma el justo respaldo prefacio de Jean Paulhan , publicada en la colección de tapas rosas de Gallimard en 1953. Desde entonces la sucesión de ediciones de El maquinista y otros cuentos ha sido continua de este maestro del guión cinematográfico cuya imaginativa y fina capacidad con fino humor dio a películas del grupo de los surrealistas, Jean Ferry colaboró con Luis Buñuel, Louis Malle y Christian-Jaque, entre otros, aunque sus guiones más importantes serían para Henri-Georges Clouzot, con quien como escribió “Manon y Quai des Orfèvres”, una adaptación libre de la novela “Légitime défense de Stanislas” de André Steman.
La influencia del genio del relato imaginativo de Kafka se muestra bien patente variedad sus cuentos con la más desbordante y mágica imaginación donde un Gegis Kan tras llegar montado en su caballo a lo más alto de una colina, baja de su fiel compañero le plantea sobre si continuar e la conquista del mundo a sopesar los años de lcua y mejor retirarse a un dorado retiro en el que rememorar sus batallas y conquistas. Otro a bordo del Valdivia, cuando dos semanas de insomnio le confiesa a su capitán que ha descubierto que en una de las bodegas del barco no se almacenan mercancías sino 300 chinos que nadie sabe como han podido meterse de matute. Por fortuna no se han comido todo el arroz. Genial esa carta que desde una isla sin habitantes, en la que su barco lo ha dejado, azar de la fortuna que le permitir volver a solar en ser un afortunado Robison lejos del mundanal ruido pavoroso de la sociedad más exigente. Lo que pasa es que de vez en cuando vuelve a darles por ahí, pero ya no insisten mucho. A menos que se trate de una crisis, entonces es- talla una especie de frenesí. Suena durante una hora seguida, con desesperación.
La vida se derrama mientras uno vive poseído de cálculos y sueños agitados con entereza, imposible recogerse. Y a medida que el peso de los años y los desencantos van llegando un dolor lento e insobornable se va grabando en la mente y el costado y palpa la soledad, los desengaños, las aventuraos y pasiones vividas, entonces nos agarramos a la memoria a una foto de cuando niño con junto a un caballito de cartón del que pacientemente tiras y va peinado a raya, sin churretes del chocolate de la tarde. Entonces hasta podemos llorar y ver correr, sentir, las lágrimas que van formando una laguna en la memoria de los que se ha escrito nadando, está la soledad, la risa, el viento, la palabra. Esta es la sensación que me ha producido esta exquisita lectura.