Lucrecia de Borgia

Lucrecia de Borgia

Francisco Velez Nieto
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Por Francisco Vélez Nieto

Aquellos afortunados que se sienten en su rincón usual para la lectura y abran entre sus manos el libro Lucrecia de Borgia, la hija del Papa, pueden imaginar que se encuentran en el patio de butacas de un teatro dispuestos a disfrutar con la palpitante obra del tan conocido como desbordante y prolífico creador de estancias literarias y sociales, ambas siempre unidas Dario Fo, como en verdad resulta ser su mundo literario y social. Y se sentirán perfectamente placenteros de encontrarse frente a la embocadura del gran teatro del mundo, donde se va a iniciar la escenificación de un capitulo desafiador y alucinante, igual sangriento, retrato de la historia de Italia en aquellos años cuando el poder de l0f31172a09ed788cab398os Borgia, teniendo como protagonista desbordadota a Lucrecia Borgia (Subiaco, 18 de abril de 1480 – Ferrara, 24 de junio de 1519) hija de Alejandro VI (Játiva, Valencia, 1 de enero de 1431 – Roma, 18 de agosto) de1503) que fue el Papa n.º 214 de la Iglesia católica, entre 1492 y 1503.)

Una representación dedicada a un cosmos tan deslumbrante como trágico y envenenado del que tanto se ha escrito sobre los triunfos y las atrocidades más o menos documentadas de dicha estirpe. Historiadores, escritores, óperas, piezas teatrales, se ha realizado películas de exquisita factura con conocidos actores y recientemente, hemos disfrutado incluso dos series de televisión con extraordinario éxito. Pero surge el criterio contestatario de Darío Fo creativo y desafiador aireando la “impúdica carencia de higiene moral que se le atribuye en todos los avatares de sus vidas. Fue la suya una existencia desenfrenada tanto en su comportamiento sexual como en su actuación social y política” Mencionemos también, pues, a Dumas, Victor Hugo y María Bellonci.

Sobre la hija de este Papa Alejandro VI gastado tinta con profusión lo imaginable como parte de lo que históricamente puede ser aceptado verdad de muchos de los hechos. Siendo tan nutrida materia tanto para la literatura como para historiadores, ambos volcados siglo tras siglo sobre tal personalidad y su geografía inabarcable teniendo a su lado por herencia directa a su hija como gran protagonista, la razón de Dario Fo de situarse frente de tal conglomerado para salir en defensa de Lucrecia a la que nadie puede negar la vida real e increíble que llevó, y que este asombroso mago de la escena, en la medida0f31172a09ed788cab398b que los hechos existentes van desenmascarando en la novela aquello que puede ser posible sacar a relucir en una arriesgada semejanza con la desafiadora denuncia que alcanza hasta nuestro corrompido presente.

Corre el siglo IV de nuestra era cuando los obispos han convertido los privilegios en costumbres, y están muy cómodos. “Leía el otro día una crónica- habla Copérnico ante el Papa Alejandro VI – del Concilio de Nicea del año 325, lo que me hizo comprender como se produjo, y sus porqués, la gran transformación de la Iglesia, que pasó de comunidad pobre y perseguida, a Santa Iglesia Romana al servicio del imperio” Una transformación que le permita a la Iglesia obtener suculentos privilegios y con ellos, se inicia todo el proceso de degeneración que occidente ha padecido. He aquí la sangrienta tragicomedia del gran teatro del mundo, con lo que el autor recrea a ese público sentado en patio de butacas imaginario como lector y espectador al mismo tiempo. En escena ese famoso trío formado el Papa Borgia su hijo el despiadado César y la embriagadora y fogosa Lucrecia, bella y culta, amante de las letras y de los poetas, sobre la que insiste no se la debe considerar mujer, incestuosa, disoluta en el contexto histórico de vida totalizadora sumergiéndola en la vida cotidiana de la época.

Han transcurrido0f31172a09ed788cab398a cinco siglos para que surja el defensor de una mujer, bella, de seductores ojos castaños, valiente con una sólida formación y atrevida, que por propia naturaleza le resultaba imposible aceptar las miserias y corrupción de los altos poderes en este caso teniendo como principal protagonista la ya poderosa Iglesia Santa de Roma que una vez en el poder arrumbó su conciencia de Iglesia de los pobres en los sótanos del Vaticano. Fascinante narración que se le ofrece al público lector de las cortes renacentistas, al Papa que posiblemente ha sido el más corrupto de los pontífices, que no fueron pocos. Ácida representación con sólidos argumentos y ejemplos que alcanza, aunque con disfraces vulgares y chabacanos nuestra época en las altas esferas que roban, amasan y rezan con fingido cinismo. Y para calmar nuestro crítico juicio cerremos esta historia con una frase sin desperdicios del admirado autor de esta historia donde no falta la palpitación del amor de una dama encantadora. Luego “Mejor los Borgia que ciertos políticos de hoy”.

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