‘Los últimos españoles de Mauthausen’
la contribución de Franco y la traición de su país
75 ANIVERSARIO DE LA LIBERACIÓN DEL CAMPO
- El periodista Carlos Hernández recoge en un documental 18 testimonios de supervivientes españoles de los campos de concentración nazis
- La traición “más dolorosa” por “inesperada” fue el silencio que se impuso sobre sus historias en la Transición. Los supervivientes “eran también víctimas de Franco”
María F. Sánchez
“Poco antes de morir el gaditano Eduardo Escot me dijo que no quería homenajes, que ya de poco servían los monumentos y las estatuas. Lo único que deseaba es que en España se conociera la verdad”. Estas palabras del periodista Carlos Hernández aparecen en su recién estrenado documental ‘Los últimos españoles de Mauthausen y del resto de campos nazis’. El trabajo, con 18 entrevistas a supervivientes españoles del genocidio, refleja también “la colaboración activa” de Franco. La suya es una serie de traiciones y la última fue el olvido al que se les condenó con la llegada de la democracia.
El documental pone voz y rostros a la historia de los 9.300 españoles y españolas que fueron deportados a los campos de concentración –5.500 fueron exterminados allí-. Para Hernández “cierra el círculo” del intenso trabajo de investigación que lleva años realizando y que publicó en 2015 de manera más ampliada en un libro que lleva el mismo nombre: Los últimos españoles de Mauthausen. Este martes se cumplen 75 años de la liberación de Mauthausen, pero han tenido que pasar más de cuatro décadas tras la muerte del dictador para que un Gobierno en España se haya decidido a conmemorar esta jornada como “el Día de homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración”.
Carlos Hernández decidió grabar en vídeo a los supervivientes españoles para registrar sus testimonios en el mayor número de formatos posibles. Las historias han ido apareciendo en forma de pequeños reportajes en la web deportados.es. Componen el documental esos testimonios grabados en su inmensa mayoría en el sur de Francia, donde han vivido la mayoría de supervivientes españoles, y una investigación que ha ido actualizándose hasta el presente. “Me fijé en que los judíos ya habían registrado los testimonios del holocausto en distintas páginas web. Si no se recogían estos testimonios se iban a perder”, explica. La urgencia de su trabajo es constatable ya que, a día de hoy, solo uno de los entrevistados, Juan Romero, sigue vivo.
La “complicidad activa” de Franco con la deportación de españoles
Los primeros españoles que llegaron a Mauthausen lo hicieron en 1940. Meses después se les sumarían los que habían luchado con uniforme francés contra los nazis y fueron capturados por ellos. Los últimos en sumarse serían los detenidos a partir de 1943 por participar en la resistencia francesa. Una lucha activa contra el fascismo en España primero y luego en Europa que sería solo castigada y nunca recompensada.
Nada de esto es casual, viene a demostrar el trabajo de Hernández. “Franco no fue un cómplice pasivo, sino que tuvo una complicidad activa que aquí se demuestra”, explica el director. Los indicios de su culpabilidad compartida con Hitler son múltiples, según se resume en el documental y se amplía en el libro del periodista. “El franquismo y el nazismo son dos regímenes hermanos que nacen de la mano” como bien demuestra la estrecha colaboración entre la Gestapo y los sublevados desde muy pronto, el año 38, antes del final de la Guerra Civil.
Entre las pruebas, un telegrama de Serrano Suñer al consulado español donde indica que, una vez el Tercer Reich haya entregado a Franco a los altos cargos de la República que les interesaban, “nos desinteresaríamos de los restantes”. Hernández incide en que esto supone “una carta blanca” para que los alemanes tuvieran libertad para reprimir a todos los exiliados, unos 250.000, no solo a los recluidos en campos de concentración. También consta en la investigación de Hernández la pregunta de la Embajada alemana en Madrid sobre los 927 españoles y españolas del convoy de Angulema, todos civiles que no habían participado en la guerra. “No hay un documento, lo que hace pensar que la respuesta se produjo de forma verbal, porque en agosto del 40 fueron llevados todos a Mauthausen”.
Otra muestra de la influencia de Franco en el destino de los exiliados españoles se da en ese mismo año. Al finalizar una visita de Serrano Suñer a Hitler, ese mismo día, el Tercer Reich decide trasladar a los españoles ubicados en prisiones de guerra, donde gozaban de unas condiciones más o menos dignas, a los campos de concentración. En Mauthausen son marcados con el símbolo del triángulo azul invertido, un símbolo que les identificaba como apátridas, y que se repetiría en el color rojo para los españoles capturados en la resistencia francesa. Se sobreentiende que las autoridades franquistas no les reconocían como compatriotas, incide el periodista. La capacidad del franquismo para decidir su futuro se demuestra también con “la capacidad que tuvo Franco de liberar” a algunos prisioneros, dos según ha podido averiguar Hernández. “Tenía hasta la capacidad de decidir quien vivía y quien moría”, sentencia.
El horror y la heroicidad de la solidaridad
El hambre hasta el desfallecimiento, la sed, las torturas, la deshumanización de los presos en los campos de concentración nazis es parte de la historia conocida. Para Hernández, la vivencia más terrorífica es la de los presos que estuvieron en el mismo de campo con sus familiares, como el cántabro Ramiro Santisteban. “Un día se llevan a su padre. Él no sabe si lo están matando, pero cuenta cómo escucha el sonido del cuerpo de su padre de los golpes que le están pegando. Dentro del horror que era todo, lo peor es que te encerrasen con tus seres queridos”, explica.
Quedan también reflejados en el documental los gestos heroicos y de solidaridad. Algunos son cruciales como las 20.000 fotografías de Mauthausen que el catalán Francisco Boix consiguió resguardar y que sirvieron para incriminar a los jerarcas nazis en los juicios de Núremberg. En el documental aparecen más momentos de resistencia: los prisioneros que ejercían de ayudantes falseaban identidades de compañeros para evitar su ejecución. Sin embargo, Hernández se queda con los gestos más pequeños. “La gran mayoría de ellos, cuando podían, robaban una mísera patata para compartirla con los compañeros. Se exponían al mismo castigo que quien sacaba unas fotografías del campo: la muerte”, indican.
El olvido como última traición
Los deportados españoles sufrieron la desatención de las democracias europeas en su lucha contra los sublevados. Cuando huyen de España a Francia, todavía en democracia, son tratados “como perros”, subraya Hernández. Pero quizás la traición “más dolorosa” por “inesperada” fue el silencio que se impuso sobre sus historias en la Transición. Para Hernández la explicación es que los supervivientes “eran también víctimas de Franco”, figura que al contrario que Hitler, por desgracia, en España goza de impunidad e incluso de cierta aceptación.
El relato de la historia que perdura tras la dictadura es “una mentira” creada por el franquismo y no desmentida en las escuelas, explica Hernández. “A las víctimas se les ha tratado como criminales”, lamenta. Por eso ve con satisfacción como algunos profesores de institutos ya le han dicho que usarán su documental como material didáctico. Respecto a los homenajes, hoy Día de los deportados españoles, considera “increíble” que lleguen 75 años tarde, como el primer monumento estatal dedicado a ellos inaugurado este mismo año. “Bienvenido sea, pero aún queda muchísimo por hacer. Todavía se llega a discutir si Franco era un criminal o no”. Y de aquellos barros, como se suele decir, nos quedan estos lodos.