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Por Francisco Vélez Nieto
Juan Antonio Hidalgo
Los últimos cien días de Jindra Hertam
Editorial Maclein y Parker
Los últimos cien días de Jindra Hertam ofrecen cien secuencias instantáneas cargadas de intrigas y no menos sexo como elemento básico que escenifican personajes tan inesperados como variados, los cuales a medida que van sucediéndose los flash, las escenas, sus personajes desaparecen pero vuelven a la vida, se cruzan, unos con otros con lo que consiguen crear un hilvanado tejido que propicia conjunción. Esa unidad necesaria para la formación del cuerpo narrativo muy propio que nos aproxima a lo que puede representar una novela con acentuados toques de secuencias violentas dibujadas rn ambiente un tanto cinematográfico. De tal manera que su trazado puede sorprender al lector por la fluidez que ofrece cada uno de los flash, que suman los cien días consecutivos escribiendo una secuencia diaria hasta lograr esta aventura literaria con mucho de suspense de novela negra.
Historia en la que el personaje director de todas la trama es una mujer, joven, seductora con la que se puede disfrutar como testigo-lector viéndola actuar hábil y fascinante liquidando a personajes por encargos, eso sí, bien pagada. Dos caracteres en una misma persona que suele disparar a tiro fijo con silenciador, y al siguiente día participar en la distracción de gato y gata caseros vecinales, para a renglón seguido afrontar el papel real que le consume interiormente buscando un calmante mental, justificar con razones del tiempo de lo cruelmente vivido este acto de matar seriamente, pues resulta tener sentimientos que cambian su aparente frialdad como profesional del crimen. Un cierto arrepentimiento con el que se somete a sí misma al interrogatorio que irá descubriendo las circunstancias que la han llevado a ser protagonista de encargos luctuosos.
Pero el día a día de la historia cada vez resulta más tenso y fiel a su compromiso con ese personaje misterioso que es Sindra el escritor. Secuencias muy cortas como la vida misma, que van dejado huellas, quedando en el aire suspendidas, por lo que el lector, también la lectora, se ven en la obligación de cavilar, pensar, la constante de mujeres en tan impulsiva narración, curiosidad nada impertinente. En el prefacio de la obra se explica de qué va el tema al posible lector, ese personaje creador de la trama, que por lo visto escribe mucho pero todo lo tira a la papelera. Hasta que a quien se lo cuenta le propone que escriba en un blog cien historias una por cada día tras día que pasa, el tipo lo lleva a cabo y hasta incluso tuvo lectores, pero el tal desapareció. Su amigo buscó aquí y allá y lo que sigue es lo que ha podido recuperar se ha convertido en intrigante escritura “Existen personajes que aparecen en diferentes relatos, la misma situación vista desde distintos puntos o en distintos momentos, historias que se mencionan en otras… Jindra Hertam es uno de esos elementos” envuelto n su oscuridad
En su conjunto, el lector se enfrenta con unos sucesos llenos de pasiones e intrigas amorosas que ofrecen el reto de conocer como escribir una novela o una narración en cien secuencias cuando se deben crear con las vivencias imaginativas que se presentan durante ese centenar de jornadas consecutivas. Tensión, amores, sexo en abundancia son los relatos que día tras día van encajando con una variedad impactante dando una forma original sin extravagancias de historias atrevidas que nada aburren.
Juan Antonio Hidalgo confiesa “la influencia que han tenido en su modo de escribir algunos nombres como Amèlie Nothomb, Haruki Murakami o David Foster Wallace, aunque reconoce que el cine tiene mucho que ver con su estilo literario, sobre todo por lo visual y la inmediatez a la hora de transmitir las sensaciones”. Juan Antonio Hidalgo es licenciado en Comunicación Audiovisual y guionista ocasional, y aúna su amor por el cine con su pasión con la literatura. Crítico y articulista