Los caprichos de la suerte, Pío Baroja

Los caprichos de la suerte, Pío Baroja

Francisco Velez Nieto
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Por Francisco Vélez Nieto

Pío Baroja

Los caprichos de la suerte

Espasa Calpe

“Nadie con solvencia moral o intelectual olvida al gran Baroja, ni piensa que otro pudiera mejor que él escribir de estos Episodios, @loscaprichos_300x460tan definitivos, tan definitivos de nuestros días” Con esta claridad, sencillez y certeza escribía a Baroja el poeta nacional Antonio Machado a su respetado y admirado amigo Pío Baroja, un 1 de junio de 1938 en plena guerra civil en la que se encontraba España, Lo hacía desde Barcelona, parada de tránsito en su penoso camino que tristemente terminaría junto con su madre en el exilio, hasta su muerte en la pequeña ciudad de Coullere en Francia. Era el Machado de salud consumida, pero como siempre fiel a la República de España en plena cruenta batalla,

Nunca estuvo de espalda Baroja a las vivencias de España en sus definiciones sociales, intelectuales y de creación literaria, desde esa óptica observadora poseída por las influencias del filósofo alemán Arthur Schopenhauer muy al compás de un pesimismo subjetivo propio de su clase social, esa “clase media intelectual, laica, descontenta y radical, que era la suya”. Así lo volvemos a leer en esta novela de Los caprichos de la suerte escrita entre 1950 y 1951 obra inédita, que ahora ha visto la luz en una cuidada edición de Espasa Calpe. En ella, al Baroja de siempre, los fieles lectores de su obra volvemos a encontrarlo vivo y crítico, caprichosamente crítico con los desmanes de la República española de Azaña de la que nunca se consideró partidario sino todo lo contrarío, su literatura rica, perenne y crítica, sus criterios personales no siempre sobrecargados de subjetivismo unas veces acertados y otras …

El transcurrir de esta historia se inicia en Madrid donde su principal protagonista ante la situación que se respira en la capital y los desvariados peligros que se pueden correr, se decide por el intento de pasar a Francia para esperar resultados aposentados desde el exilio voluntario, reflejo del que el propio autor vivió. Luego podemos ver en Elorrio Goyenes una especie de doble. Una vez en la Francia también republicana por excelencia, la variedad de personajes, muy barojiana, irán apareciendo y con ellos relatos de los sucesos en España, las barbaridades y fusilamientos sin razón de ser, según los va dibujado el autor y narrador. Su capítulo titulado Charlas de invierno entre tantos juicios y perfiles de la plebe que ocupan todos los espacios de la narración, surgen esas secuencias del mejor Baroja. Una de ellas, con un fondo de amargura y desden la de España de siempre ¿“De dónde saldría esta crueldad tan fea, tan baja, de la guerra española? ¿Es algo atávico en la raza? Es lo más probable.”

Posibles de ser los juicios sobre literatura y novela los más interesantes para el lector”Yo creo, la verdad, que ya no se harán novelas @loscaprichospiob_416x254sugestivas, dijo Elorrio. ¿Y por qué? preguntó Evans. Porque ya no hay ambiente. Está todo demasiado claro. No hay misterio. Yo creo que para la novela debe haber misterio en el hombre o en el ambiente. En el hombre puede haberlo todavía, en el ambiente, imposible. No se puede creer que ahora haya hombres de talento, los tiene que haber también, pero para un tipo de imaginación vivir en Paris o en Londres actual, o vivir en esas mismas ciudades en 1830, tiene que ser muy distinto” Y continua una serie de juicios que, si ha corrido el tiempo, los planteamientos pueden servirnos literariamente en la actualidad ante esta catarata literaria y de premios que se sufre.

Y Elorrio, personaje que es sombra de Baroja, continua exponiendo sus criterios literarios, que la “literatura carece ahora de aventura, puesto que ni el héroe se da en nuestro tiempo, el concepto de aventura se ha perdido, no se encuentra “su prestigio y su raíz en la cabeza de los hombres” Los valores se han mediatizados. “Las novelas de André Gide tienen mucho de novelas de aventuras de nuestra época. Un tipo en el que se refleja en vagabundo viajero y homosexual puede tener algunas posibilidades de sustituir en la literatura al aventurero antiguo, pero aunque el autor hiciera a su héroe además antropófago, no conseguía crear un tipo de aventurero interesante para el público” Y este es el Pío Baroja que nos invita de nuevo a un paseo literario.

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